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Alumnos no ‘abandonen los estudios’, LBUSD los rechazan

Con traumas en el hogar, las calificaciones de Karionne Stokes sufrieron y los maestros no ofrecieron ayuda de ningún modo.

Por Sandy Garcia

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Cuando se escucha el término “abandono escolar”, generalmente se supone que es la culpa del estudiante que ya no está estudiando. Pero, ¿qué pasa con el término “abandono escolar forzado”? Para algunos estudiantes, el ambiente escolar puede ser tan hostil que su opción mejor - o la única - es irse.

Durante el año escolar 2015-2016, 609 estudiantes abandonaron sus estudios del Distrito Escolar Unificado de Long Beach, o puede decir que fueron forzados a abandonarlos, dependiendo a quién le pregunta. Karionne Stokes fue una de esos estudiantes.

Stokes, que tiene 18 años, asistió a la escuela secundaria de Renaissance hasta su tercer año, el mismo año en que uno de sus maestros la echó de la clase.

“Tenía una bolsa de lápices en mi escritorio con que ella se preocupaba demasiado. Me dijo que la guardara, pero otros estudiantes tenían sus teléfonos en sus escritorios, así que sentí que mi bolsa de lápices no era un problema”, recuerda Stokes en inglés. “Luego me llevó afuera a conversar y me dijo: ‘Nunca vas a ser nada en la vida’”.

Las palabras “me penetraron como un arco y una flecha”, agrega.

Ese incidente pasó en el mismo tiempo cuando Stokes estaba luchando con las responsabilidades en el hogar, incluyendo tener que cuidar a sus hermanos gemelos bebés en las mañanas cuando su madre no estaba en casa o necesitaba su ayuda.

Stokes dice que su padre no ayudaba mucho. También describe que su vida en la casa “falta cariño”. La policía venía constantemente a la casa y su familia pasó por varios casos de trabajadoras sociales que significaban que Stokes y sus tres hermanos menores estaban en peligro de ser puestos en cuidado de crianza.

“El hogar realmente no se siente como hogar”, describe Stokes. “Mi familia siempre está peleando y apenas nos llevamos bien. Mi familia ha tenido varios casos de trabajadoras sociales y mis hermanos pequeños estamos en peligro de ser puestos en cuidado de crianza. Bueno, ahora que tengo 18 años, no tengo que preocuparme por eso, pero todavía tengo que preocuparme por mis hermanos pequeños”.

Todo estas circunstancias contribuyeron a la dificultad que Stokes enfrentó para cumplir con su trabajo escolar, pero ella dijo que no fue eso lo que le impidió a graduarse. En su tercer año, la inscribieron en una clase de geometría, a pesar de que no había pasado el álgebra el año anterior. Geometría también resultó ser la clase donde tuvo más ausencias y dice que su maestra no le ofreció a ayudar. “Cuando pedía ayuda, mi maestra decía: ‘Debes poner más atención’”, recuerda Stokes.

Stokes sintió desanimada y molestada por la maestra. Ella cree que la escuela debería haber ofrecido más recursos y apoyo. Ahora está en la escuela de continuación, siguiendo adelante para graduarse.

Mayra Gonzales, que utiliza el pronombre neutro they en inglés, es un organizador juvenil de Californianos por la Justicia (Californians for Justice) en Long Beach, que aboga por cosas como mejorar el ambiente escolar y la igualdad educativa. Gonzales define el abandono escolar forzado como “un sentimiento constante de no pertenecer o no sentirse digno de apoyo, sintiéndose tonto”. Dice que cuando esto pasa, los estudiantes ven “todas estas formas en las que se sienten mejor no ir a la escuela, como la escuela puede sentirse como lugar tóxico”.

Una parte de este ambiente tiene que ver con las relaciones con los maestros, algo que Gonzales dice que ve mucho en su trabajo con los estudiantes del distrito.

“Las suspensiones y los choques con los maestros son parte del abandono forzado porque un alumno no tiene la misma motivación para ir a la escuela. Podrían decir, ‘Bueno, mi maestra va a echarme, así que no me voy a presentar”, dice Gonzales. “Si no hay motivación y no te sientes apoyado por tu maestro, entonces, ¿por qué ir a la escuela de todos modos?”

Gonzáles explica que cuando se trata de conflictos con los maestros, la culpa no siempre o solo cae con el alumno. Agrega que las soluciones pueden incluir un enfoque de educación centrado en las relaciones, donde los maestros reciben capacitación sobre cómo conectarse mejor con los estudiantes para que tengan la habilidad de conversar con los estudiantes sobre los problemas que afectan a sus vidas.

La tasa de graduación del Distrito Escolar Unificado de Long Beach en el año académico 2015-2016 fue del 84%, más que el año anterior y superior al promedio estatal del 82%. Pero el distrito todavía tenía una tasa de abandono de casi 10% durante el año escolar, y según un estudio de 2016 del Fondo de Defensa Infantil (Children’s Defense Fund), mientras que las suspensiones bajaron un 53% en distrito de Long Beach entre 2011 y 2015, los estudiantes afroamericanos y de educación especial todavía fueron suspendidos “mucho más allá de la tasa de cualquier otro subgrupo de estudiantes”, dice el estudio en inglés.

El estudio señaló que los “estudiantes afroamericanos también son desproporcionadamente expulsados de las escuelas integradoras a entornos alternativos”.

Gonzales dice: “Aunque el distrito dice que no es tan malo como otros distritos, este no es un estándar suficientemente bueno. No deberíamos tener expulsiones escolares en absoluto”.

Para Stokes, su experiencia con su profesor poco comprensivo se ha convertido en una fuente irónica de inspiración.

“Reflejando en mis experiencias pasadas, ahora puedo ver que me ha ayudado a crecer como líder y triunfadora”, dice ella. “Me niego a renunciar a sus bajas expectativas para mí porque soy mejor que eso”.

“Aconsejaría a otros estudiantes que enfrentan desaliento de parte de los maestros, el personal o cualquier otra persona para usar eso como motivación para esforzarse y sobresalir, para mostrar a la gente que son mucho más que los estándares”.

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