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HABLEMOS DE NUESTRAS VIDAS

La tuya, eran dibujos de líneas rectas, ciencias abstractas. Con bondad me regalaste un trozo. La mía la pinté de diversos colores. En un suspiro te dije: ¡Seré poeta! Maestro de adolescentes ¡Ayúdame!

Fueron instantes difíciles. Ordenaste los puntos, las comas… letras cambiaste, oraciones que habían escapado inquietas de mi cerebro acelerado, sin tiempo fijo.

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Tú hacías clases compartiendo a raudales conocimientos con tus alumnos.

Fue allí, donde apresurada me fui adueñando de tus espacios, horas libres. Corregías mis poemas. Tecleabas mis sueños sin quejarte. Yo, en eterna búsqueda, sin remordimiento, me fui con una bandada de pájaros. A los niños escribí cuentos.

Al duende Ra-Ra le pinté su callampa. A los cóndores los anidé en mi pecho.

Entre las pinceladas de letras con los ojos abiertos observábamos a tus alumnos graduados.

Pasaron años tras años y aún nos amamos.

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