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Manejo del duelo durante la pandemia

Manejo del duelo durante la pandemia Autor: Psic. Cristina Figueroa Quirino Tel: 01 246 4580393 | psicologiaclinicaintegral@gmail.com

Etimológicamente, el término duelo proviene del latín y significa “dolor”.

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Una etapa de duelo es aquel proceso por el que cursa una persona después de haber sufrido una pérdida. Cuando se habla de pérdidas, puede ser, por supuesto, el fallecimiento de una persona cercana, familiar o no, con quien se haya tenido una relación emocional significativa. Sin embargo, una pérdida también puede ser un cambio de vida, como sería el haberse quedado sin trabajo; la migración o cambio de lugar de residencia (ya que se dejan atrás amistades, familiares y redes de apoyo); un divorcio o separación de pareja; la jubilación; pérdida de un bien físico; una enfermedad, ya que es pérdida de la salud; e incluso la muerte de una mascota puede desencadenar que la persona experimente un proceso de duelo, es decir, dolor, tristeza.

Entonces, la muerte no es la única pérdida que un ser humano puede llegar a sentir; de igual forma, los cambios antes mencionados (que pueden ser de tipo social o emocional), pueden implicar el experimentar el duelo.

En términos psicológicos se habla de elaborar el duelo, esto quiere decir que la persona invierte sus mecanismos emocionales de manera inconsciente y a través del tiempo en superar la tristeza, reorientar su actividad mental y recomponer su mundo interno. Para esto último, se ha encontrado que los rituales brindan gran ayuda, no sólo a nivel social y cultural, sino también en la terapia como una técnica de intervención. ¿Cuánto dura el proceso de duelo? No

existe un tiempo específico, aunque se puede mencionar que dos años es el tiempo aproximado promedio para la resolución e integración del mismo en la esfera emocional. El primer año se suelen experimentar los denominados “picos de duelo”, ya que es el año de muchas situaciones. Por ejemplo, la primera Navidad. Este primer año suele ser especialmente difícil.

William Worden propone en su obra “El tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y terapia” (1997), que el duelo implica un proceso activo en donde la persona requerirá pasar por las siguientes etapas: 1. Aceptar la realidad de la pérdida. En ocasiones esta etapa puede ser difícil debido a que la persona puede negar la situación, es decir, no querer verla. La persona puede experimentar sensaciones de aturdimiento e irrealidad momentáneas. Aquí es importante el ritual social y/o cultural que permite que el doliente acepte lo sucedido. Cuando el ritual no se efectúa por cualquier circunstancia, la persona presentará dificultad en su proceso de duelo, ya que esta primera etapa quedará bloqueada. 2. Trabajar las emociones y el dolor de las pérdidas. En esta etapa es importante aceptar las emociones y sensaciones corporales. Así como combinar el sentir con el hacer. Aquí, la persona retorna a sus actividades y rutina habitual, poco a poco, dándose tiempo para sentir. 3. Adaptación. Esta etapa nos habla del reajuste del núcleo familiar y social.

ción con la pérdida. Darle un significado.

Como se puede observar, en una situación de pandemia como la que estamos viviendo, la primera etapa no se implementa, lo cual dificulta el restablecimiento emocional de las personas que han perdido a seres queridos. Y esto conlleva una dificultad en su proceso de duelo; les será difícil, especialmente la adaptación y la reconstrucción.

Por otra parte, es importante mencionar que cada persona puede superar estas etapas por sí misma, sin embargo, hay algunas situaciones en las que es imprescindible que se busque ayuda profesional para transitar de la mejor manera posible el duelo.

Estas situaciones son las siguientes: • Cuando la persona se encuentra insensible, como si estuviera bloqueada y con imposibilidad de experimentar emoción alguna, incluso meses después. • Por el contrario, cuando la persona se siente muy abrumada, con sentimientos de desesperanza extrema, manifestando una depresión y ansiedad prolongada, de tal manera que sea incapaz de cuidar de sí misma o de aquellas personas a quienes tiene bajo su responsabilidad. • Cuando manifieste sentimientos de culpa o de ira extrema. • Cuando inicie o incremente el abuso de sustancias. • Cuando transcurre el tiempo,

por ejemplo, cuatro años y no se logra cerrar la pérdida, a este tipo de duelo se le denomina crónico. • Cuando hay síntomas físicos o emocionales, pero la persona no es consciente de que se encuentren relacionados con la pérdida, se le denomina duelo enmascarado.

Todo lo anterior son indicadores de duelo complicado y requieren un tratamiento profesional. Este último implica el trabajo de emociones y el dolor de la pérdida, así como el acompañamiento psicoterapéutico con técnicas específicas a través de las etapas ya mencionadas.

Por otra parte, la misma pandemia está provocando un duelo colectivo, el cual terminará si es que se trabaja adecuadamente, con la última etapa, es decir, la reconstrucción. De no transitarse de la mejor manera, corremos el peligro que, como sociedad nos quedemos “atascados en el proceso de duelo”.

Como dijera Bowlby (1980) “el duelo nunca acaba, sólo que a medida que pasa el tiempo, irrumpe con menos frecuencia”.

Attig (1996) expresa “tratemos intelectual y espiritualmente, emocional y psicológicamente, conductualmente, socialmente y biológicamente con nuestras mayores pérdidas mientras vivamos”.

Recuerde. No todos los duelos requieren atención especializada, pero cuando se complican, el no brindar el tratamiento requerido puede hacer la diferencia.