Cuando/cuándo es amor

(CUANDO/CUĂ NDO ES AMOR) rel atos de mujer es

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(CUANDO/CUร NDO ES AMOR) relatos de mujeres Ediciones violentas.

Ediciรณn y diagramaciรณn digital: Vivian Violenta.

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No vamos a decir qué es amor, cada una lo sabe en su interior, lo que podemos testificar es cuándo lo es para cada una.

Cada mujer ha tenido una experiencia sobre el amor, lo ha sentido en diferentes partes de su cuerpo, en diferentes partes del mundo, lo hemos declarado en diversos papeles, partiendo por las esquelas.

Aquí verán tres textos sobre cuando/cuándo es amor.

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“Es amor cuando alguien te invita a tomar once y en la mesa te espera un glorioso pancito con palta�.

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¿Cuándo es amor?

El amor pareciera estar en todas partes y se hace muy presente en las relaciones que tenemos con otro -entendiendo por “otro” a una persona, animal o cosa-.

Me gustaría decir que el amor solo existe entre seres vivos, pero también podría estar en la conexión que tengo con un chaleco especial. Aunque claro, jamás superaría el amor que siento por ciertas vidas.

Si hablamos del amor entre seres vivos, muchos crecimos con la caricaturización de las mariposas revoloteando en el estómago. Sin embargo, ahora pienso que también es amor cuando las mariposas se transforman en una explosión de polillas que se comen las paredes de tu interior por pena. Cuando el amor te provoca algo; por lo tanto, sientes, estás vivo.

Es amor cuando al escuchar La vie en rose -a quien sea que la versione- imaginas un escenario amoroso.

Es amor cuando buscas amor saludable, Namasté y amor propio, pero también fue amor cuando te viste diciendo frases tipo “yo por esa persona hasta a la China”, “daría mi vida”, “contigo todo”, “jamás le dejaría” o el famoso “me muero de pena”. Extremos que al parecer el “amor” te permitió plantearlos.

Es amor cuando los límites que te pusiste se expanden y te das cuenta de que la paciencia será un aliado.

Es amor igualmente cuando adoptas y heredas costumbres que no creíste posibles. Mis amores me recordarán por haberles dejado el legado del agua mineral con gas y el método de la lechuga bien aliñada. Yo los recordaré al escuchar ciertos discos…hasta los más experimentales de los Beatles.

Es amor cuando piensas “da lo mismo lugar, si estoy con esa persona todo es perfecto”.

Es amor cuando no puedes dormir porque te duele hasta la cutícula de la uña debido a una “traición”. Sí, ¿por qué no? No pretendo idealizar el amor como algo perfecto. Pero si mi madre cuando chica me retó por algo que “creía mejor para mí”, quiero creer que lo hizo en base al amor. Y si lloré por algún amor perdido, creo que fue en base al amor. El amor duele a veces, por eso las polillas...

Es amor cuando alguien te invita a tomar once y en la mesa te espera un glorioso pancito con palta.

Es amor cuando te vas flotando a tu casa después de una buena junta.

Es amor cuando te ríes estúpidamente por cosas estúpidas, pero te ríes con tu persona amada.

Es amor cuando sientes que de alguna u otra forma estás vivo -por júbilo o por desgarro-. Es amor cuando te mata* la vida del amor. Cuando te da vida la muerte del amor para seguir luchando.

Y también es amor cuando simplemente miras a otro, cualquiera sea su especie, y lo quieres en tu vida.

El amor es amplio, tan amplio como la vida y el infinito; por lo tanto, el “cuándo es amor” es solo el espacio de un lugar que no puede ser completamente comprendido. Para mí, amor es cuando es amor, cuando tú sabes. Especies. Mariposas o polillas. *En el sentido de llenar, rebalsar de amor.

Por Andrea Hoces Maldonado

“Porque aunque suene lógico si no hay amor dentro, afuera tampoco ¡PUTAMADRE qué ganas de haberlo COM-PREN-DI-DO veinte años antes!”

¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? It´s such a cliché pero puta, es todo lo que necesitamos. Pero… ¿cómo es ese amor cuándo es amor? Creo en la imposibilidad de definir con certeza, de buenas a primeras, que si es o no amor cuando uno hace ese click con esa persona… porque…finalmente… ¿es apego o es amor? ¿Es una muleta o una compañía? ¿Nace de una necesidad o de una opción?

Parece inverosímil hacerse tantas preguntas respecto a algo que no se puede definir y que sólo se siente. Pero no seamos ilusas: lo que sentimos nos lo moldearon desde la más tierna infancia, cuando en las putas películas del ratón miguelito ese, nos mostraron que el amor era callar tu voz por un par de piernas, para poder correr tras el mino rico, el amor de tu vida ¡WTF ARIEL, PELÍCULA DE MIERDA TE VI 35 VECES -real- Y NO TE CUESTIONÉ NI UNA SOLA! Y quebrar esos patrones -inverosímiles para nuevas generaciones- fue todo un trabajo. Porque hoy, casi pisando los 40, la re definiciones de amor en mi vida ha ido mutando hasta llegar a la puta meta: ese que sientes hacía ti mismo, que es por lejos el más importante.

Aunque suene lógico si no hay amor dentro, afuera tampoco ¡PUTAMADRE qué ganas de haberlo COM-PREN-DI-DO veinte años antes! Pero no. Cada lágrima y cada “nunca más me enamoro” me hizo darme cuenta. Hizo que cada vez me alejara más de ese formato mainstream de cómo te tenían que querer. Esa vocecita de vieja culiá, un susurro imaginario “no vayas a ser solterona, vas a morir sola. Encuentra el amor, ten hijos, cásate”…¡A LA CHUCHA! Hoy me doy cuenta que he sido afortunada en cuanto al amor y que no por eso, he sufrido poco.

No, no, no, señores. Decidir estar sola a los 30 luego de una década en pareja fue de las decisiones más difíciles que he tomado. Si no la más. Y aunque era amor, para amar hay que decidir hacerlo. Y cuando quieres estar sola y descubrir el mundo en tu propia compañía, no hay vuelta atrás.

Así es el amor, se recibe en la misma proporción en la que lo das según Paul McCartney.

Y de que se sufre, se sufre. Pero puta que es rico cuando te invaden esos nervios, y das ese abrazo, y sientes que todo está bien, esa paz y confort… imagínatelo todo el día, sola, sentir eso hacia ti misma, y todo lo que haces. Debe ser la cagá. En eso estoy.

Por Isidora Jaén Salgado

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“las piernas con los montículos de celulitis que las hacen ideales para un short corto y un reggaeton antiguo”.

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Te levantas, vas rápido al baño, meas el pichí más amarillo, excepto si tomas vitaminaba B12, porque ahí el pichi es amarillo todo el día. Te dan ganas de ducharte con amor. Buscas el celular, una vela, un incienso, cierras la ventana que da al patio y prendes la ducha para que el agua esté perfecta antes de entrar. Buscas el playlist de “chilenas en el pop”, te miras al espejo que solo cubre desde tu rostro a tu ombligo, te sueltas el pelo y sin querer, queda para una foto, con unas ondas perfectas. Te dan ganas de llamar a alguien para que también lo vea pero eliges seguir desnudándote. Te sacas el pantalón y quedas con el calzón como colales.

Juegas con tus caderas, la izquierda un poco más adelante, un tiriton de la muerte y pa’ fuera la camiseta. Ojalá ya fuera verano para salir en bikini con la guata que sobrepasa el límite deseado para el placer visual hegemónico, ojalá ya fuera verano para usar este sostén de peto. Tomas la balanza, la calibras, te subes y no lo puedes creer, te han mentido toda la vida, cómo puede ser que pesar (lo que sea) kilos se pueda ver tan hermoso y sexy, suave y perfecto. Te sacas una selfie, te tocas las tetas, las caderas llenas de estrías como una pequeña gata toyger, las piernas con los montículos de celulitis que las hacen ideales para un short corto y un reggaeton antiguo. Recuerdas que estás ovulando, te ríes porque sabes que tienes el día a tu favor. Te duchas, te encremas, te maquillas y te vistes con el outfit más lindo de tu clóset y ahí, cuando estás saliendo al patio y te miras en algún reflejo, ahí, cuando te reconoces, te invade un calor en el estómago, te dan ganas de gritar, te dan ganas de bailar, te sientes completa, llenita, fabulosa, única, ahí es cuando es amor.

Por Vivian Díaz Lobos

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