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Editorial

Brotes de vid(a) hacia la nueva Añada

Desperezados de un letargo invernal, por lo demás perezoso en su llegada y “remolón” en su salida pero bendito en las ansiadas lluvias, entramos en un nuevo equinoccio de primavera. La vid(a) responde a los estímulos y al cariño de temperaturas más benignas, y arranca un nuevo ciclo de añada para el vino.

Para aquellos que incluso lo contemplan como una pura renovación anímica y espiritual, la primavera marca una tabula rasa, un volver a empezar en los biorritmos de la propia vida. La imagen no puede ser más gráfica y visual, cuando a finales de marzo, de aquellos cortes de la poda invernal emergen primero aquellas lágrimas de savia, para después insinuar la vida con el desborre de las yemas.

Emergen los nuevos brotes, tiernos y sensibles, muy sensibles a los rigores del frío invierno. Nada más temido para el viticultor que un retorno indeseable de las gélidas heladas de mayo (o un granizo a destiempo). El buen ritmo de las precipitaciones puede incluso insinuar las primeras previsiones de una cosecha, que solo los más audaces se atreven a vaticinar en La Mancha, donde la canícula es soberana en los meses centrales del estío para los climas de interior.

Son meses vitales en el más sentido literal para la planta, como también importantes son los meses primaverales en la promoción. Con el buen tiempo, afloran los instintos más sociales. El espíritu mediterráneo invita a la calle. Frecuentamos terrazas, paseos e incluso en aquello que llaman enoturismo, sentimos una atracción más cercana por visitar las bodegas, conocer mejor sus secretos y pisar in situ la matriz del vino en los propios viñedos.

También se multiplican las citas y eventos para el Consejo Regulador. Primero en el exterior donde marzo se cerró con balance positivo en lugares de primera relevancia mundial como ProWein (Alemania), China o Japón. Pero ahí no acaba todo. Mayo nos descubre un periodo clave para el mercado anglosajón ya que los vinos manchegos pasan por London Wine en la capital británica y el World Wine Meeting en Chicago (EE.UU).

Antes, en pleno mes de abril, cuando La Mancha, precisamente exhibe su propio ADN cultural con el mes dedicado al Quijote (Día del Libro), los vinos DO La Mancha mostraron en Madrid todo su potencial de paso por madera como ‘aquella Mancha Excelente’. Porque ese es el adjetivo que acertamos a definir cuando describimos un periodo del año, un momento del día para degustar La Mancha en paciente trago largo: un atardecer vital de primavera asomando el sol de ocaso en la llanura, regurgitando en la memoria las palabras de aquel hidalgo caballero: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre”.

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