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Editorial
Mimbres para una buena añada
Con el mosto apenas recién fermentado en los depósitos, las tinajas regurgitando aromas, las capachas, inactivas e inertes, con “relejes” de mosto y barro, y las lonas todavía escurriendo el fruto de todo un año de trabajo y espera, llega el otoño a La Mancha.
Son días de leve pausa, sinónimo de receso viticultor y descanso para la vid; jornadas de cristal, vaho, lluvia y espera. El mercurio dicta reposo y atrás, muy atrás, quedan ya las tórridas calendas del riguroso verano manchego, aderezado con tormentas en agosto y lluvias a mediados de septiembre. Es momento para el temple de quién sabe aguardar, con días de paciencia, pipeta y bata entre lagares de bodega.
En el horizonte, se desnuda la vid; pierden color sus cabellos hasta reducir su presencia a un letargo susurrante de madera y sarmiento. Surgen preguntas, se deshojan margaritas. Fluyen, prolí icos, los contactos comerciales, mientras el vino dormita, se despereza y estira con nervio de fruta. Su juventud exacerbada, su dureza, su rostro sincero y varietal en los tintos requiere doma, que después el tiempo sujeta y la madera, quizás, educa hacia modales terciarios. En blancos, loral, jovial y también frutal, su lozanía se festeja y su perfume de aromas regala experiencias, recuerdos, milagro y vida, la misma que cada año, cada otoño resurge para ofrendar sus vinos jóvenes de la añada al consumidor.
Así es La Mancha; así son los vinos que este año, muchos aguardan. Ha sido una campaña breve, mucho más corta que la anterior, y eso, avala visos de nueva esperanza en calidad para la añada 2021. Un año extraño, quizás bisagra de nuevos tiempos.
En ilamos la recta inal del año con la mente inquieta y el ánimo todavía en vilo. Hay quién había vislumbrado el 2021 como un año transitorio, de transformación; como un periodo de adaptación hacia nuevas rutinas, escenas y pautas de comportamiento, de las que nadie, aún, tiene de inidas las nuevas líneas en la deriva que nos lastra.
No es, ni está siendo, ni mucho menos, un año fácil y asequible para el conjunto mundial de la economía. La humanidad requiere una rehabilitación social, psicológica y económica para volver a los ritmos productivos de inales del 2019, entonces con un ritmo de crecimiento a velocidad de crucero. Los contactos comerciales prosperaban, y ciertos sectores, verdaderos termómetros de la bonanza como el turismo, re lejaban una línea de progresión constante.
De hecho, los vinos con Denominación de Origen La Mancha, a la vanguardia de los vinos de calidad castellanomanchegos, sellaban en aquel 2019 un año histórico con nuevo techo en el embotellado (más de 85 millones de botellas con tirilla DO La Mancha).
Pero entonces llegó la COVID para cambiarlo todo.
En el pasado 2020, las sucesivas oleadas del coronavirus transformaron radicalmente diferentes conceptos de ocio. El canal Horeca sufrió más directamente las consecuencias lastrando indirectamente las ventas de aquellas bodegas más vinculados a la hostelería.
Precisamente, un reciente informe del OeMv, desarrollado por la Interprofesión del Vino y publicado a inales del verano del 2021, mostraba como había sido la evolución de los canales de venta del vino tras la irrupción de la COVID en 2020. La adaptación ha sido distinta y la “alegría ha ido por barrios”. La respuesta parece de initoria según el tamaño productivo de cada bodega, y así aquellas más pequeñas, por ejemplo con menos de 500 mil litros anuales “vieron reforzada su venta directa y algo las ventas en alimentación aunque no lo su iciente para compensar las pérdidas en su canal prioritario, el canal Horeca.” Por el contrario, las más grandes (más de 10 millones de litros anuales) se bene iciaron del auge de las ventas en el canal de alimentación compensando las caídas en Horeca, canal relativamente minoritario para ellas”.
En este tramo inal del año, vital para el desarrollo de las ventas de las bodegas, será fundamental el comportamiento del consumidor sin demasiadas vacilaciones. Con el “turismo en cabestrillo” en el conjunto de la economía española, todavía pesa la espada de Damocles para los desa íos que gravitan en el sector: las restricciones pandémicas a la movilidad, la todavía lenta seducción del vino para la generación millennial, el posicionamiento internacional de los vinos españoles y un largo etcétera en desvelos y preocupaciones.
Cada reto en su justa medida y tiempo. Aguardemos el momento, descorchemos lo inmediato. Brindemos, aquí y ahora, en la dulce espera de los nuevos vinos de nueva Añada.