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LOS RETABLOS DE LA IGLESIA DE VILLA DEL PRADO


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La iglesia de Villa del Prado se edificó probablemente en el mismo lugar en que debió de existir otra anterior que se construiría en la época en la que esta población perteneció jurisdiccionalmente al Arzobispado de Toledo. El edificio que hoy existe bajo la advocación de Santiago Apóstol es gótico y fue construido en la segunda mitad del siglo XV y primeros años del siglo XVI, coincidiendo con los años en los que fue señora jurisdiccional de Villa del Prado Doña María de Luna, hija de Don Álvaro de Luna y casada con el segundo duque del Infantado. La construcción de una iglesia de considerables dimensiones para la pequeña aldea de El Prado, como se llamaba entonces, con una población de sólo unos cien vecinos, tuvo que haber supuesto un quebranto económico para la Parroquia, como solía ocurrir. Sin embargo, por los pocos datos que de esa época tenemos no fue así, sino que recién terminada la iglesia se encargaron varios retablos, de los que se podía prescindir, hasta tal punto que el Arzobispado de Toledo por medio del visitador eclesiástico ordenó el 1 de noviembre de 1525 al cura párroco, Don Silvestre Martín de Lunar “que no se gastasen los dineros en más retablos de los que hay…”. Es probable por lo tanto que Doña María de Luna como señora jurisdiccional de este pueblo, no sólo autorizase sino también colaborase económicamente en la edificación del templo, y eso explica que lleve el nombre de Santiago Apóstol siendo Don Álvaro de Luna maestre de la Orden de ese nombre y que el escudo de armas del valido estuviera pintado durante siglos en una de las bóvedas de la iglesia, como sabemos. Llegó a tener la iglesia de Villa del Prado, desde pocos años después de su edificación, tres magníficos retablos realizados por grandes pintores y escultores que trabajaron muchos años en la catedral de Toledo principalmente.















El retablo de Nuestra Señora fue pintado por el gran pintor renacentista Juan de Borgoña, que estuvo al servicio del cardenal Cisneros, y las imágenes fueron realizadas por el escultor Diego Copín de Holanda. Fue hecho este retablo entre los años 1518 y 1523 y costó 34.027 maravedíes. El retablo de San Andrés fue obra de Francisco de Comontes, importante pintor y el escultor Diego Copín de Holanda y costó 36.812 maravedíes. El retablo mayor, bajo la advocación de Santiago Apóstol, se hizo también entre 1518 y 1523 por Juan de Borgoña y Diego Copín de Holanda. El importe de este gran retablo fue de 80.750 maravedíes. Estos tres magníficos retablos en los que trabajaron tan grandes artistas no se conservan. El retablo mayor existía aún a principios del siglo XVIII pero estaba ya en tal mal estado que, a pesar de haberle colocado unos hierros para sujetarlo, los sacerdotes decían misa con temor a que se cayera. Como la iglesia parroquial no tenía entonces los fondos suficientes para hacer un retablo nuevo, el 15 de abril de 1703 los hermanos de la Cofradía de Nuestra Señora de la Poveda acordaron prestar por un período de seis años 4.000 reales para ayudar a que se hiciera otro retablo. Gran parte del coste total fue aportado por los vecinos. El 31 de enero de 1704 firmaba una escritura de obligación José Machín Ayuso, vecino de Toledo, en quien remató la obra del retablo del altar mayor, por la que se comprometía a hacerlo y tenerlo acabado el día 1 de septiembre de ese año por el precio de 29.500 reales. Durante treinta años estuvo el retablo en blanco, sin dorar, por falta de medios económicos y se estaba deteriorando por causa de la carcoma. Por fin el 6 de junio de 1735 se firmó una escritura de obligación por la que los maestros Juan Fernández Simal, de Méntrida, y Gabriel Clemente, de Robledo de Chavela, se comprometían a dorar el retablo en dos años por la cantidad de 30.000 reales. Para conseguir el dinero para el dorado del retablo se utilizaron varios medios como fue la venta de una custodia por el cura párroco de entonces, colocar un arca en la iglesia para recoger limosnas, aumentar en dos maravedíes los precios de la libra de carne y el cuartillo de vino, hacer carbón y venderlo en Madrid, sembrar de cereales pequeñas fincas, etc. A pesar de eso la obra quedó interrumpida por no darles dinero para materiales a los maestros doradores y después al enfermar éstos. Por fin en 1739 terminó el dorado del retablo. Este retablo mayor se conserva actualmente como otros más de estilo barroco también del siglo XVIII. El que está próximo a la sacristía es renacentista.