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La de Suchitlán osada

- LA LEYENDA DE LA CUEVA DE LA HEDIONDA -

Cuenta la leyenda que los españoles después de la conquista, habidos por el oro, prometieron a los indígenas darles la libertad a quienes supieran donde podrían encontrar el precioso metal.

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Había un indígena que, por amor a su libertad, les cuenta el secreto de un tesoro escondido, y que el dueño era el poderoso Cacique de la Comarca. No se hizo esperar Don Jorge Alvarado, que comandaba el pequeño ejército español, y lo mandó a llamar para que los guiara adonde se encontraba el deseado tesoro.

Antes de partir llegaron al acuerdo que solo un soldado iba a penetrar a la cueva y recibir toda la oculta riqueza. Varios días después parten con un grupo de los más fornidos soldados españoles y los condujeron al misterioso escondite, que se encontraba cerca del poblado llamado “el sitio”.

Aquellos días caminaron muchas horas atravesándose el Rio Sihuehuet y con muchos esfuerzos subieron la pendiente entre inmensos peñascos y espesa y frondosa vegetación tropical; a medida que se acercaban, cientos de murciélagos volaban alrededor de ellos.

Finalmente llegaron a la cueva pestilente, donde tuvieron que entrar con antorchas, las cuales alumbraban maravillosamente toda la sala donde se encontraba escondido el tesoro. El pánico les invadió al ver a una inmensa serpiente que se deslizaba entre los húmedos muros de la cueva, la legendaria serpiente era tan grande que tenía un cuerno en la cabeza, el cual estaba cargado de poderosa energía; cegada por el impacto de la luz, a la que no estaba acostumbrada, chocó con aquel maravilloso metal, la cueva se estremeció y una terrible explosión se produjo, toneladas de piedras sepultaron aquel increíble tesoro.

De ellos jamás… se volvió a oír ni saber…

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