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JUSTICIA Y PAZ La sinodalidad

en una mentalidad verdaderamente sinodal, entrando con audacia y libertad de corazón en un proceso de conversión sin el cual no será posible la perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad» (DP, 9).

Al tomar como base la doctrina fundamental del Concilio, se afrma: «Aun cuando algunos, por voluntad de Cristo, han sido constituidos doctores, dispensadores de los misterios y pastores para los demás, existe una auténtica igualdad entre todos en cuanto a la dignidad y a la acción común a todos los feles en orden a la edifcación del Cuerpo de Cristo» (Lumen gentium [LG] 32). Por tanto, «todos los bautizados, al participar de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, en el ejercicio de la multiforme y ordenada riqueza de sus carismas, de su vocación, de sus ministerios, son sujetos activos de evangelización, tanto singularmente como formando parte integral del pueblo de Dios» (LG, 12).

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Sin embargo, para alejar temores de democraticismo, de que se quiera llevar a la Iglesia a un populismo, a un parlamentarismo, donde se perdiera el ministerio jerárquico, asimilando la Iglesia a una asamblea donde todo se decide por mayoría de votos, la misma comisión dice: «Los Pastores, como auténticos custodios, intérpretes y testimonios de la fe de toda la Iglesia, no teman disponerse a la escucha de la grey a ellos confada: la consulta al pueblo de Dios no implica que se asuman dentro de la Iglesia los dinamismos de la democracia radicados en el principio de la mayoría, porque en la base de la participación en cada proceso sinodal está la pasión compartida por la común misión de evangelización y no la representación de intereses en conficto. En otras palabras, se trata de un proceso eclesial que no puede realizase sino en el seno de una comunidad jerárquicamente estructurada. Cada proceso sinodal, en el que los obispos son llamados a discernir lo que el Espíritu dice a la Iglesia no solos, sino escuchando al pueblo de Dios, que “participa también de la función profética de Cristo” (LG, 12), es una forma evidente de ese “caminar juntos” que hace crecer a la Iglesia» (LG, 14).

«Cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fel, colegio episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo, el “Espíritu de verdad” (Jn 14,17) para conocer lo que Él “dice a las Iglesias” (Ap 2,7). El Obispo de Roma, en cuanto principio y fundamento de la unidad de la Iglesia, pide a todos los obispos y a todas las Iglesias particulares, en las cuales y a partir de las cuales existe la Iglesia católica, una y única, que entren con confanza y audacia en el camino de la sinodalidad» (LG, 15).

vaticannews.va

Actuar

Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a los clérigos a ser sencillos, humildes y receptivos de los carismas de religiosas y laicos, para que, en participación y comunión eclesial, nuestra Iglesia sea fel a la misión que le encomendó Jesús. Y que ellos asuman su vocación, no con altanería y con luchas de poder, sino colaborando generosamente en lo que les corresponde, en las instancias eclesiales y en las estructuras temporales.

Contactando con el mundo desde las TIC

En nuestro servicio misionero, las combonianas trabajamos específcamente con niñas y mujeres, constatando a diario la brecha digital y los estereotipos de género que les impiden participar en carreras tecnológicas. Por tanto, como Iglesia tenemos como tarea pendiente la promoción de iniciativas que permitan su acceso a las TIC como un recurso que aporte frescura, cambio de actitudes y valores en la tarea evangelizadora.

Durante más de 15 años, ocupé puestos de liderazgo en los medios de comunicación en Sudán y Sudán del Sur. Los medios de comunicación y la Iglesia siguen siendo sectores dominados por varones, y por algunos años era la única mujer presente en las reuniones y conferencias de medios del país. Por tanto, debido a la gran disparidad de género, tomé como misión promover a las mujeres para puestos de liderazgo y de toma de decisiones en el campo de las comunicaciones. El primer paso fue facilitarles el acceso a la educación. Por eso, cuando se abrió la Universidad Católica de Sudán del Sur, mi equipo, formado principalmente por mujeres, integraron el primer grupo universitario. Cuando dejé Sudán del Sur, mi puesto de directora de la primera radio católica y otros cargos directivos que había creado en los departamentos de comunicación fueron ocupados por mujeres sursudanesas competentes y creativas, con mentalidad empresarial y valientes. Con el paso de los años, muchas de ellas se han ido abriendo camino en otros ámbitos, y aún si queda mucho camino por recorrer para salvar la brecha de género, este grupo de mujeres pioneras de la universidad y medios de comunicación, se están convirtiendo en una fuerza poderosa y dejará su huella en la historia de la Iglesia y en la vida del país.

Hace poco, las combonianas de habla hispana participamos en un taller de social media, guiado por jóvenes expertos en las TIC. Como comunicadora, creía que había incursionado lo sufciente en este campo. Sin embargo, la frescura y profesionalidad de los jóvenes ponentes me hizo darme cuenta que se requiere una preparación sólida y constante para adentrarse en el continente cibernético, en el cual viven muchas de las personas a quienes servimos y quienes en un futuro próximo nos relevarán en la causa misionera.

Desde niña me fascinó El diario de Ana Frank, la chica judía que a tan corta edad fue capaz de acercarse a un mundo de incertidumbre y maldad para pintar una realidad, manteniendo un optimismo radical con resiliencia y gozo. Su diario sigue cultivando y encontrando eco en los corazones de generaciones de todos los tiempos y continentes. Si Ana Frank viviera hoy, abierta e inquieta como era, estaría ya, sin duda, adentrada en el mundo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).