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LA CARTA La esperanza de la Resurrección

Pascua

Renacer a una nueva vida

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LA ESPERANZA DE LA RESURRECCIÓN

P. Ismael PIÑÓN, mccj

En el momento de cerrar la edición de este número de Esquila Misional, nos siguen llegando noticias trágicas de la guerra en Ucrania, donde los bombardeos continúan matando a gente inocente y el número de refugiados que huyen del país para salvar sus vidas no para de aumentar. Por otra parte, aún están frescas en nuestra retina las tristes imágenes de lo que sucedió en el estadio de futbol de Querétaro. Todos los días hay balaceras, asesinatos y feminicidios, y en otras partes del mundo siguen vivos muchos conflictos de los que ya ni siquiera se habla. Es como si la muerte y la violencia se hubieran adueñado de nuestra vida cotidiana. ¿Qué nos está pasando? Da la impresión de que los seres humanos hemos olvidado o, lo que es peor, renegado de ese maravilloso don que Dios nos dio, que es la vida. ¿Acaso nos hemos olvidado de que Dios puso en nuestro corazón la capacidad de amar? ¿Por qué nos seguimos empeñando en matarnos unos a otros cuando el Creador ha hecho todo lo que estaba en su mano para que pudiéramos vivir en un mundo en el que reinen la paz y la justicia?

El tiempo litúrgico de Cuaresma culmina con la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Para los cristianos es un tiempo de conversión, de penitencia, de buscar lo negativo y lo oscuro de la vida humana para cambiarlo y transformarlo en luz renovadora, porque sabemos que el centro del acontecimiento pascual no es la muerte de Jesús, sino su resurrección. Todo el camino cuaresmal está enfocado hacia una realidad: la de la vida del Resucitado que, con su triunfo sobre la muerte, devuelve la esperanza a la humanidad. Cuando todo parecía perdido y la humanidad pensaba que la muerte había vencido, Dios puso las cosas en su sitio. No, no es la muerte la vencedora, es la vida la que al final triunfa sobre ella. Puede que los conflictos que nos muestran los medios de comunicación –que son bien reales y no podemos ocultar ni ignorar–, nos hagan pensar que el mundo sigue caminando por senderos de muerte y violencia. Pero a pesar de ello, existe otra realidad, la de la esperanza, la de millones de hombres y mujeres que quieren y desean la paz, la de grupos, asociaciones, Iglesias, líderes religiosos y políticos que día a día se siguen esforzando por la paz y la reconciliación. Ellos encarnan en el mundo de hoy esa esperanza que nació con la resurrección de Jesús en Jerusalén.

Jorge Decelis