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COMUNICADO: SEMINARIO INTERNACIONAL DE INVESTIGACIÓN EN PROMOCIÓN DE LA SALUD Y PREVENCIÓN DE LA ENFERMEDAD
21 de septiembre de 2021
Efectos de la pandemia en Iberoamérica: una mirada universitaria ¡Este jueves, te esperamos! | Anuncio de la Dirección de Internacionalización y Cooperación

Oficina de Comunicaciones - Universidad Simón Bolívar Cra. 54 No. 59-102 - PBX: 3444333 Ext: 216. Barranquilla – Colombia
22 de septiembre de 2021

EFECTOS DE LA PANDEMIA EN IBEROAMÉRICA: UNA MIRADA UNIVERSITARIA VÍA FACEBOOK LIVE, SEPTIEMBRE 23 DE 2021 LINK: https://www.facebook.com/watch/live/?ref=watch_permalink&v=183459717199969

La Universidad de Buenos Aires, Argentina, dio inicio en el mes de septiembre al encuentro internacional Universidades Iberoamericanas Dialogan, con el primer ciclo denominado «Efectos de la pandemia en Iberoamérica: una mirada universitaria», del cual la Universidad Simón Bolívar tuvo especial participación junto a la Universidad de Salamanca, España. El moderador encargado de guiar este espacio de discusión académica fue el Dr. Adrián Scroca, secretario de Posgrado de la Universidad de Buenos Aires.
El encuentro se llevó a cabo de manera virtual a través de la plataforma de Youtube, y fue retransmitida desde de la cuenta oficial de la Unisimón en Facebook Live. Además, contó con la excelente presentación del Dr. José Consuegra Bolívar, rector de la Universidad, y del profesor e investigador, Antonio Acosta Hoyos, quienes durante sus intervenciones aportaron valiosas perspectivas de la acción institucional durante la crisis por pandemia, así como la valoración del panorama nacional en cuanto a la educación superior en Colombia en este mismo contexto.

PRESENTACIÓN DEL DR. JOSÉ CONSUEGRA BOLÍVAR
RECTOR DE LA UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR

Muy buenas tardes, Adrián, y buenas tardes a todos los que nos acompañan en este importante encuentro académico que damos inicio hoy con la denominación sumamente amable y cercana, como es Universidades Iberoamericanas Dialogan. Quiero iniciar con mis palabras agradeciendo a la Universidad de Buenos Aires y a la Universidad de Salamanca, sin duda, dos emblemáticas instituciones de educación superior a nivel mundial, por esta bella oportunidad de compartir con ustedes este loable propósito de continuar educando y promoviendo actividades y oportunidades para salir adelante en estos momentos de crisis sanitaria a nivel mundial. Saludo también con cariño a Nicolás Rodríguez, vicerrector de posgrados de la Universidad de Salamanca, y a los distinguidos académicos y científicos del área de la Biología Molecular y la Virología, Antonio Acosta y Jorge Geffner, que nos acompañan esta tarde.
Este es un tema de suma actualidad. Hoy todavía estamos inmersos en los avatares y atropellos que la humanidad ha recibido por esta pandemia de Covid-19, y no nos hemos podido levantar totalmente, en cuanto a la referencia de universidades y educación superior, para poder sobrepasar las limitaciones y afugias que nos ha traído esta crisis sanitaria.
Quiero conversar entonces acerca de la realidad colombiana en cuanto a cómo se modularon las oportunidades de continuar con su responsabilidad educativa en las universidades colombianas, pero antes me encantaría poder hacer un intróito muy general que pueda cubrir la realidad de lo que nosotros, los académicos, le denominamos el espacio iberoamericano del conocimiento.
Sin duda, la pandemia por Covid-19 ha provocado en Iberoamérica, y el mundo, por supuesto, una crisis sin precedentes, no vista en los últimos 100 años, en todos los ámbitos de la sociedad. La conmoción ha sido demoledora, teniendo mayor impacto negativo en ámbitos, como por ejemplo, el sanitario, el social, el económico, el cultural, el empresarial; la pobreza, donde se han aumentado los indicadores a nivel orbital; igualmente, los indicadores de desempleo, y ha impactado el sector de la educación, que es el área nuestra y es el área en el que queremos que gire este conversatorio. Igualmente, en lo personal, nos encerró, nos aisló, nos enfermó, nos arrebató a familiares y amigos y atropelló en sumo nuestra salud mental. Hoy seguimos bajo esa presión sobre nuestro bienestar social, nuestro bienestar físico y el mental.
En particular, haciendo referencia a la esfera de la educación, esta emergencia sanitaria motivó el cierre masivo de las actividades presenciales en las instituciones educativas de más de 190 países en el mundo, medidas que se tomaron con el objeto de evitar la propagación de la enfermedad y mitigar su impacto en la morbimortalidad. Según la UNESCO, en el mundo se enviaron para su casa a mediados del año pasado, más o menos entre marzo y junio, a más de 1200 millones de estudiantes de todos los niveles educativos, incluyendo el de la educación superior, por supuesto; de este total, más de $175.000.000 corresponden al espacio iberoamericano del conocimiento.

Esta decisión de ordenar el aislamiento social y la cuarentena motivaron la respuesta inmediata de los gobiernos y de los sistemas nacionales de educación basados principalmente en cuatro campos de acción. El primero, la implementación y consolidación de modalidades de enseñanza y aprendizaje a distancia mediante la utilización de un amplio arsenal de formatos y plataformas mediados por tecnologías de la información y la comunicación. Segundo, el apoyo de medios tecnológicos y conectividad a las comunidades educativas: profesores, investigadores, estudiantes, personal académico administrativo y directivos. Tercero, dirigir todas nuestras posibilidades, espacios y recursos a la atención de la salud mental y el bienestar integral de nuestros estudiantes ante el cambio brusco que los atropellaba. Y, por último, el apoyo económico y financiero que tuvimos que brindarles, tanto entes gubernamentales, entes privados, como las universidades a sus estudiantes para evitar la deserción. Este apoyo económico no solamente iba dirigido a matrícula y manutención, sino también a poder suplir las necesidades de conectividad y de medios computacionales para poderse comunicar y conectar.
La totalidad de las universidades colombianas, y de manera similar a lo que se dio en Iberoamérica, optaron por la continuidad del proceso formativo mediante la telepresencia, recursos en línea y el uso del internet. En buena hora todos ellos han ofrecido grandes oportunidades por la existencia de múltiples recursos pedagógicos y educativos disponibles, así como también diversas herramientas y plataformas virtuales que se volcaron de manera inmediata hacia los procesos educativos.
A pesar de esta riqueza de medios de enseñanza virtual, los países de América Latina y el Caribe tienen grandes carencias y desigualdades en su educación, también en cuanto a las habilidades y recursos para la digitalización, lo que impactó en las oportunidades del alumnado matriculado en esas instituciones. Igualmente, al interior de cada país de América Latina, se da esa inequidad y esos recursos limitados para cubrir necesidades perentorias de sus alumnos en temas fundamentales, como la dotación de computadores, la conectividad y el acceso a bases de datos; situación que promovió el aumento de esas brechas de diferenciación entre clases sociales y entre universidades.
Aunque nuestro país ha avanzado de manera significativa en la reducción de la cobertura de la educación superior, siguen las brechas de acceso al mundo digital por la incapacidad de cobertura de conectividad domiciliaria o móvil en las zonas urbano marginadas y en las zonas rurales. El acceso al internet domiciliario en nuestros grupos poblacionales privilegiados en lo económico y en lo social llega a casi el 100%, en la llamada clase media y baja, solo a un 42%, y en la población rural y clase de estrato 1, apenas llega al 10%. Esta desigualdad en el acceso a oportunidades educativas en la educación superior por la vía digital aumentó esas brechas preexistentes en materia de acceso a la información, al conocimiento y la cultura.
En cuanto a estas desigualdades e inequidades, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, definió de manera categórica lo siguiente:
«Es preciso entender estas brechas desde una perspectiva multidimensional, porque no se trata solo de una diferencia de acceso o equipamiento, sino también del conjunto de habilidades que se requieren para poder aprovechar estas oportunidades que son desiguales entre estudiantes, docentes y familiares a cargo del cuidado y la mediación de este proceso de aprendizaje que hoy se realiza totalmente en el hogar. Por lo mismo, es central que las políticas de promoción de un acceso más igualitario a la tecnología comiencen por reconocer estas diferentes dimensiones que estructuran las desigualdades sociales en la región y trabajar intencionalmente para revertirlas y superarlas.
Ante las restricciones de tiempo que tenemos, en esta parte final me encantaría conversar de manera sucinta sobre la realidad de nuestro país en temas trascendentales como las medidas tomadas por el gobierno Nacional y las instituciones de educación superior en cuanto a su respuesta, de manera propositiva, para atender a la enseñanza superior por telepresencia para poder contrarrestar la afectación que daba la pandemia. Se definieron unas políticas y normativas a través de decretos ministeriales que permitieron y autorizaron el desarrollo de la actividad de la educación superior a través de la telepresencia. Aquellas instituciones, como es el caso de nuestra universidad, cuyos programas eran esencialmente presenciales, fueron autorizados para desarrollarse de manera virtual sin que eso significara que la universidad ocupara un espacio para el que no tenía autorización.

Otro aspecto fundamental de la educación superior es el aseguramiento de su calidad, para lo cual el gobierno Nacional también tomó unas medidas que permitieron que continuara realizándose la evaluación de programas y de instituciones de manera virtual. Se implementaron visitas de verificación de calidad de manera virtual por parte de los pares que evaluaban, tanto la calidad básica a través del registro calificado, como la alta calidad que se reconoce a través de la acreditación. Igualmente, se incrementaron sesiones virtuales de las salas que evalúan la calidad de la educación superior en nuestro país, que son las salas de CONACES y el Consejo Nacional de Acreditación. Así mismo, se hizo un seguimiento permanente por parte del Ministerio de Educación Nacional en la implementación de las estrategias de las universidades para la continuidad del servicio en el marco de la crisis generada por la pandemia.
Con el propósito de lograr una mayor objetividad, se realizaron unas encuestas dirigidas a todas las instituciones para poder hacer un diagnóstico de cómo se había logrado la continuidad de la actividad académica, cómo se había mermado la deserción y cómo se lograba a través de la virtualidad o de la alternancia que la formación de los estudiantes continuara sin ningún contratiempo.
También, quiero mencionar, ya para finalizar, algunas estrategias que definió el gobierno Nacional articuladas con el Ministerio de Educación Nacional y las instituciones de educación superior de Colombia para lograr, a través de otras aristas, impactar en cuanto a lograr permanencia en el estudio por parte de los estudiantes. Por ejemplo, a través del Icetex, que es el organismo oficial que financia económicamente la educación superior haciéndole créditos a los estudiantes, se creó el Fondo Solidario para la Educación con el objeto de atender a aquellos jóvenes de los más bajos recursos que ante la situación social y económica derivada de la pandemia pudieran darles apoyo para continuar. Igualmente, Findeter, que es una banca de desarrollo territorial gubernamental, abrió líneas de crédito para apoyar becas, descuentos, de matrícula, permanencia estudiantil y necesidades de infraestructura de las instituciones de educación superior; y el Fondo Nacional de Garantías destinó 1.5 millones de pesos para colaborar y apoyar a las empresas, incluidas las universidades, a pagar nómina y eventualmente capital del trabajo.
Y, por último, menciono el hecho de que el gobierno Nacional, en todo este periodo de pandemia ha destinado cerca de $895.700 millones (USD$226.9) para el pago de matrícula y sostenimiento de los estudiantes en el todo el país, tanto en universidades públicas como privadas, lo cual ha permitido apalancar a las instituciones de educación superior para evitar cifras de deserción que sacrifiquen oportunidades de educación para los jóvenes.
Esto, considero, es una visión muy amplia de lo que en Colombia ha sido el poder atender los requerimientos de esta pandemia. Muchas gracias.


Antonio Acosta Hoyos, profesor de la Facultad de Ciencias Básicas y Biomédicas de Unisimón, también participó de este foro llevando la conversación hacia una perspectiva más específica, sobre el papel de la Universidad frente al momento de incertidumbre que vivía la región. Acosta mencionó que luego de que la pandemia iniciara a cobrar contagios en Barranquilla, el Instituto Nacional de Salud, ente encargado de monitorear la salud pública en Colombia, creó una red para el diagnóstico que agilizara este proceso desde diferentes frentes a través de todo el territorio nacional, descentralizando la carga. El primer laboratorio en Barranquilla fue el de la Unisimón, que venía preparándose, sin querer, en temas de Biología Molecular y Genética. A la fecha, en el laboratorio, en el cual trabajan arduamente estudiantes de posgrado y profesores investigadores, se han procesado más de 50.000 pruebas, gracias a un proceso de automatización que les permitió pasar de un proceso de manual de procesamiento de 45 muestras diarias a más de 1000.

Cabe resaltar que el laboratorio está clasificado en nivel BSL-3, en el que también se desarrollan Secuenciamiento de virus, Evaluación de compuestos antivirales, descubrimiento de nuevas dianas de drogas, además de soportar el proceso de formación del talento humano de la más alta calidad. Por último, se destacó la creación de un artículo científico, denominado «Anomaly
identification during polymerase chain reaction for detecting SARS-CoV-2 using artifical
intelligence trained from simulated data» , desarrollado de manera conjunta entre las facultades de Ciencias Básicas y de Ingenierías, en el que se usaron recursos de inteligencia artificial para la ayuda diagnóstica.