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Astronomicum Caesareum: El Universo en papel

«El contenido recoge, fundamentalmente, la explicación del uso del astrolabio y otros instrumentos utilizados para calcular la posición de los planetas. Para ello. Apiano recurrió al diseño de discos móviles de papel, coloreados a mano, que crean impresionantes ilustraciones simulando verdaderos astrolabios, siendo el aspecto más llamativo de la obra. Una belleza visual, que se construye sobre el complejo mundo de las matemáticas». Exposición La belleza del Cosmos: Astronomicum Caesareum

Esther Plaza Alba

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Todo está en los libros. También el Universo. Por extraordinario que parezca ya en 1540 el cosmos tuvo cabida en una obra impresa, una joya que posee entre sus fondos la Biblioteca Nacional y que ha decidido tomar como motivo de exposición en la antesala del Salón de Lectura y a lo largo del vestíbulo y escalinata: Astronomicum Caesareum. Este libro dedicado a la astronomía y cosmología fue escrito por Petrus Apianus, nombrado matemático del emperador Carlos V, a quien dedicó dicha obra, reconocida mundialmente como uno de los mejores tratados astronómicos del siglo XVI, publicado previamente al de Copérnico: De revolutionibus orbium coelestium (1543). Permaneciendo el ejemplar original en la Biblioteca Nacional Central de Florencia, la Biblioteca Nacional de España (BNE) es de los pocos archivos del mundo que conserva una de las escasas copias que se llevaron a cabo, la misma a la que podemos acercarnos a través de la exposición La belleza del Cosmos: Astronomicum Caesareum. Esta coqueta muestra, abierta hasta el 9 de enero, permite aproximarse a la evolución de la representación del Universo, así como, las leyes que lo rigen, a la misma vez que traslada al visitante a una época en la que la ciencia comienza a fusionarse con el arte, creando auténticas bellezas impresas como la que nos ocupa. Un verdadero punto de inflexión histórico en la visión sobre el Universo, dando lugar a la revolución científica que se extenderá durante los dos siglos posteriores en los que se desafiará al pensamiento dominante cercano a las leyes divinas y sus efectos en la Tierra y el hombre.

Fusión de contenido y continente Al igual que la obra maestra de Apianus, la exposición comisionada por Carmen García Calatayud, jefa del servicio de cartografía de la BNE, se divide en dos partes. La primera versa sobre el tratado y el contexto en el que se lleva a cabo, otorgando merecido protagonismo al autor y a su pensamiento vanguardista, contextualizado en el conocimiento sobre el cosmos del siglo XVI, bautizado como el ‘Siglo de las Colonias’, en alusión a la conquista y sometimiento de los imperios Azteca, Muisca, Maya e Inca, así como a la extensión del dominio de España con posesiones por todo el mundo. La segunda parte de la exposición discurre por la entrada y la escalinata de la BNE, a través de paneles en los que poder contemplar algunos de los discos móviles, utilizando la imagen del astrolabio, coloreados a mano y cosidos con hilos de seda, incluidos en la obra del matemático del nieto de los Reyes Católicos. Así, los discos móviles de papel simulan la posición del Sol, la Luna y los cinco planetas conocidos en dicha época: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Cinco siglos después, sumados tres planetas oficiales más y tras meses de noticias en las que el protagonismo absoluto lo tenía el avance de una pandemia mundial, el Universo volvía a colarse en los telediarios en forma de posible vida extraterrestre, esta vez, en el objeto más brillante del cielo nocturno, después de la Luna. El descubrimiento de fosfano a partir de la voz de alarma de la astrónoma Jane Greaves, tras observar durante horas dicho planeta a través de un telescopio terrestre en Hawai, pone sobre la pista la posibilidad de vida biológica en Venus. Así, rememorando a la única astrónoma conocida del siglo XVI, María Cunitz, autora del libro Urania Propitia, Greaves logró desviar el foco mediático de Marte a Venus. Este pequeño y ardiente planeta ya fue objeto de estudio en el año 1761, mediante la observación obligada de científicos de países europeos y de las colonias norteamericanas del extraño encuentro celestial entre la Tierra, Venus y el Sol, gracias a lo cual se consiguió calcular por fin el tamaño del Sistema Solar. De esta gesta habla el libro escrito por Andrea Wulf, En busca de Venus. El Arte de medir el Cielo. Vidas distantes en el tiempo que se conectan cuales estrellas en el cielo para dar lugar a un cosmos cada vez menos lejano, no solo físicamente sino y sobre todo eruditamente.

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