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Psicología Qué se juega en el juego del Poder?

Poder significa autoridad, dominio, imperio de una cosa. Todos sabemos que el juego del poder mueve al mundo, muchas veces de manera despiadada. Este juego, en sus más altos niveles de perfección prescinde de las personas como tales y las convierte en piezas del juego mismo, piezas que a veces son útiles y otras conviene eliminar.

Pero caemos en un grave error si pensamos que el juego del poder es exclusivo de los poderosos. Pensemos en nuestra vida cotidiana. El niño al ir creciendo cuestiona la autoridad de sus padres dando paso a una de las formas del juego del poder que es el juego generacional. El poder bien ejercido por los adultos consiste en la contención con límites que permitan la seguridad y al mismo tiempo los espacios de crecimiento. La ternura, la comprensión y la firmeza son formas diferentes y sublimadas del poder.

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Poder y sociedad

En la historia de la especie existe también otra forma relacionada al dominio de familias y pueblos sobre otras familias y pueblos, ejerciendo unos, derechos sobre los bienes, el trabajo y hasta las personas de los minio de una raza sobre otra, de países o grupos económicos internacionales sobre pueblos enteros o clases dominantes sobre el resto de la población. que quedan bajo su dominio con la consecuente lucha de los sometidos para recuperar sus derechos. Esta forma universal de la lucha por el poder tiene sus variantes: el do-

Este juego de predominio tiene su expresión casera en las luchas entre hermanos, entre compañeros de escuela, de trabajo, entre vecinos.

Otro cruce histórico y no menos cargado de importancia es el de la lucha por el poder entre los sexos y que no deja de tener su peso en la vida de toda pareja.

Vista así, la especie humana se nos presenta con una fuerte dosis de agresividad de casi todos contra casi todos, desde lo íntimo de la pareja y el grupo familiar, pasando por grupos intermedios como clubes o empresas hasta llegar a los or-

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Juego del poder.. viene de pág. 4 ganismos de gobierno y a las luchas internacionales, diplomáticas o no. Todo para ganar el juego de dominar al otro o de que el otro no nos domine al punto de la aniquilación. Y tanto es así, que desde las declaraciones internacionales de derechos hasta los estatutos societarios, pasando por constituciones y códigos, hemos tenido que ir creando cotos para los abusos del poder en todos los ámbitos.

Jugar a tener más poder que el otro parece ser la regla fundamental. Sin embargo, encontramos en esto la gran paradoja que Francis Bacon, filósofo inglés del siglo XVI, resumió genial y exclamativamente: “¡Qué extraño deseo el de buscar el poder y perder la libertad!”. La idea de que el juego de poder entrañe la pérdida de la libertad no es difícil de entender si nos imaginamos a un ejecutivo exitoso, enchufado las 24 horas del día con su empresa, pegados a su cuerpo los cuatro teléfonos celulares.

En su libro “El poder, cómo obtenerlo y cómo emplearlo”, Michael Korda escribe por los años sesenta, en esta guía para el éxito, que: “junto con el sexo y el dinero, el deseo de poder es una de las motivaciones básicas del ser humano”. Según Korda es necesario manejar los mecanismos del poder para obtenerlo y emplearlo debidamente, so pena de ser víctima del poder de los otros. Y esto sonaría totalmente lógico si no se perdiera la libertad y toda la lógica jugando el juego del poder.

Lo que se juega en este juego está ligado al deseo y el deseo, como impulso humano vital, no tiene fin mientras la persona viva. Y hay deseos y deseos; si quién detenta el poder es una persona inmadura, dominada por deseos infantiles o destructivos, su forma de ejercer su poder va a adquirir esas características.

El síntoma innegable de la perversión en el uso del poder (perversión significa cambio del bien en mal) es la pérdida de los objetivos para los cuales se obtuvo ese poder.

El poder del padre debe estar al servicio de la protección de su prole y el abuso sobre el hijo transgrede este principio y lo vuelve inepto para el objetivo de la paternidad.

Justamente por su conexión con la fuerza primitiva del deseo, el ejercicio del poder, en todos los ámbitos posibles, puede ser distorsionado si no va acompañado de una permanente reflexión.

El juego atrapa fácilmente, puede volverse irracional, primitivo, loco, tanto en una pareja como en las relaciones internacionales, con costos extremos que no tienen retorno si entre sus reglas no figuran una ética, una revisión de los valores en las relaciones humanas y la comprensión del sentido profundo del juego mismo.

Zona Norte

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