Tres son las etapas en las que se funda la existencia de un delito informático: la de su inclusión en los catálogos penales (legislación), la forma en que se debe investigar (forense informática) y la forma en que se acredita ante un juzgado o tribunal (prueba electrónica). Se trata de conductas atopológicas que pueden programarse desde distintas latitudes, por lo que, al tratarse de un problema global, se deben buscar respuestas de ese calado. En ese tenor, este libro tiene la virtud de recoger las distintas visiones del problema y su tratamiento desde España, México, Argentina y Brasil.
desafíos de la justicia penal
Alberto Enrique Nava Garcés Coordinador
Coordinador
Desde hace ya tres décadas las tecnologías de la información han permeado en la vida cotidiana. Su irrupción, sumada al auge de las redes sociales, debe ser estudiada con todo detenimiento, pues no solo contribuyen a mejorar la calidad de vida de las personas, a conectarlas, a proveer información de muy distinta índole, también permiten que ciertas conductas delictivas encuentren su cauce por medios electrónicos, ya sea como meros medios comisivos o bien, como nuevas conductas. Así aparecen los delitos informáticos.
Alberto Enrique Nava Garcés
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Por otra parte, nos preguntamos si es el derecho donde residen todas las respuestas o si acaso la tecnología debe dar una respuesta a lo que se origina justo con el desarrollo de la propia tecnología. Lo hemos señalado antes: “El sueño de un mundo automatizado se puede volver la pesadilla para quienes han puesto sus bienes al alcance de cualquier medio electrónico”.
CIBERDELITOS
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Con este libro pretendemos propiciar el debate en torno a las aristas que trae consigo la tecnología y su íntima relación con las ciencias penales. Se trata pues, de un desafío impostergable para el derecho.
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