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SEIS PASOS PARA ESCRIBIR CON CLARIDAD
Alejandro Rafael Retegui

Especialista en Derecho Tributario (UBA). Coordinador del Ateneo de Lenguaje Claro del Poder Judicial de Corrientes. Capacitador en lenguaje claro en los poderes judiciales de la Nación y de las provincias de Buenos Aires, La Pampa y Misiones. Secretario de la Asociación Argentina de Lenguaje Claro. Twitter: @ARetegui.
I. SOMOS ESCRITORES PROFESIONALES
Tal vez no hayas reparado en que las abogadas y los abogados somos escritores profesionales. Nos pagan por escribir. Redactamos contratos, dictámenes, demandas, alegatos, resoluciones judiciales, leyes y otros tantos géneros de textos jurídicos. Nuestro sustento proviene de producir miles de caracteres de prosa jurídica. No escribimos ficción. A no ser que pensemos —extrapolando a Borges— que el derecho sea un capítulo de la literatura fantástica.
Pese a que es una habilidad crucial para el trabajo profesional, no estudiamos formalmente cómo escribir. Las técnicas de redacción no figuran en los planes de estudio de las Facultades de Derecho del país. ¿Y cómo aprendimos a escribir prosa jurídica? Principalmente, imitando el estilo de los tratados, de la jurisprudencia, de las revistas especializadas. Estilo que se remonta a los autores decimonónicos. Y quizá a los glosadores medievales. Según el Libro de estilo de la Justicia de la Real Academia Española dirigido por Santiago Muñoz Machado, “[e]l lenguaje jurídico utiliza con frecuencia términos arcaicos, expresiones añejas y formulismos que no pertenecen al lenguaje común”, y tiende a ser “…pesado, farragoso, oscuro e incluso críptico”.
Nuestra comunicación críptica no era cuestionada. Hasta que vino el lenguaje claro y nos despertó de nuestro feliz sueño dogmático. El lenguaje claro es un estilo de comunicación. Su propósito es que el destinatario del texto comprenda fácilmente el mensaje la primera vez que lo lee. Según la International Plain Language Federation, “[u]na comunicación está en lenguaje claro si el lenguaje, la estructura y el diseño son tan claros que el público al que está destinada puede encontrar fácilmente lo que necesita, comprende lo que encuentra y usa esa información”.
Además de esos pilares, para escribir con claridad es bueno contar con un método. Cada uno tiene sus propias estrategias para escribir; lo que le sirve y se adapta a su personalidad. Es cierto. No obstante, los 6 pasos que desarrollaremos a continuación quizá te ayuden a escribir mejor.
II. ESCRIBIR ES UN PROCESO
La escritura es un proceso que se divide en etapas. Cada etapa tiene su propia función y requiere de un tipo de mentalidad diferente. Pensá que es como cocinar un pastel. Se siguen los pasos de la receta hasta obtener el dulce. En nuestro trabajo sucede algo parecido. Pasamos por una serie de fases hasta llegar al escrito final que debemos presentar.
Aquí propongo dividir el proceso en los 6 pasos siguientes:
1. Definir el caso jurídico.
2. Investigar los hechos y el derecho.
3. Planificar la estructura y el contenido.
4. Escribir un borrador.
5. Revisar el documento.
6. Presentar el escrito.
III. CADA PASO, UNA DESTREZA
Cada etapa del proceso de escritura requiere una destreza intelectual distinta. Para definir el caso, investigar y revisar se necesita una mente analítica. En cambio, para crear enfoques alternativos y redactar, una mente creativa. Betty S. Flowers en “Madman, Architect, Carpenter, Judge: Roles and the writing process” propuso cuatro tipos de energías para es- cribir. El insensato, para idear; el arquitecto, para planificar; el carpintero, para construir; y el juez, para corregir. Por ello, conviene tener presente en qué etapa del proceso estás para ver qué tipo de mentalidad resulta adecuada a ella; si es analítica o creativa.
IV. LAS CARACTERÍSTICAS DEL PROCESO DE ESCRITURA
Antes de que pasemos a desarrollar cada paso, quiero contarte las características del proceso de escritura. El proceso es:
• Iterativo: escribir no es un proceso lineal, en el que avanzás sin poder retroceder. Por el contrario, podemos regresar a cualquier de las etapas, o pasar por ellas más de una vez. Es posible que al terminar el borrador final regreses a ajustar la definición del caso o necesites investigar algún punto flojo. Es decir que llegamos al escrito final mediante aproximaciones sucesivas.
• Flexible: el proceso puede llevarte a soluciones impensadas. Durante la redacción tal vez descubras que el enfoque del caso es totalmente erróneo y tengas que probar con otro. Además, podés arrancar por la fase que más te resulte cómoda en el momento.
• En equipo: por lo general, escribir no es una tarea solitaria. Es un trabajo en equipo. Cada etapa del proceso se puede distribuir entre las personas integrantes del grupo. Una investiga, la otra escribe, una tercera corrige.
• Sujeto a plazos: nuestro calendario es implacable. Está llenos de vencimientos. Debemos entregar nuestros documentos en término. Los 6 pasos nos ayudan a manejar el tiempo y a lidiar con esa sensación de parálisis abrumadora ante la pila de trabajo.
Aunque el proceso sea iterativo y flexible, te recomiendo seguir el ciclo completo hasta llegar al primer borrador del escrito. Es que no podrás investigar si ignorás de qué trata tu caso. O escribir sin saber por dónde comenzar. Una vez que finalices, repasá el escrito a través de los 6 pasos nuevamente.
EJERCICIO:
Hacer un esquema distribuyendo los pasos del proceso de escritura en los 5 días que tenés para expresar los agravios de un recurso de apelación (pista: día 1: definir el caso).
V. PASO 1: DEFINIR EL CASO
Nosotros trabajamos con casos jurídicos. A nuestro despacho vienen clien- tes con problemas concretos que involucran cuestiones jurídicas. Nos plantean el desalojo de un inquilino, un reclamo de alimentos, un amparo por cuestiones de salud. Lo mismo les sucede a los jueces. Cada causa para resolver es un caso.
Entonces, antes de comenzar a escribir, debemos preguntarnos: ¿de qué trata el caso? ¿Cuál es el asunto sobre el que tenemos que dictaminar? ¿Cuál es el problema jurídico que involucra al cliente?
¿Qué pregunta intentamos responder?
¿A qué rama del derecho corresponde? Tenés que precisar cuál es el núcleo del caso, el tema central que gobierna a los demás y que subyace a lo largo del escrito.
Saber de qué trata el caso contribuye a la claridad del documento. Según Roy Peter Clark, en Help! For Writers, “la claridad de la expresión proviene sobre todo de una clara comprensión del tópico sobre el que escribimos”. En cambio, si la tesis es brumosa, el texto será vago en consecuencia.
Además, ese conocimiento facilita la toma de decisiones en las etapas posteriores del proceso de escritura: por dónde emprender la investigación, qué redactar, qué borrar, qué dejar, qué resaltar, cuál es el orden más adecuado para los argumentos.
Una de las técnicas para precisar el caso consiste en redactar un resumen de 2 a 3 frases. Ejemplos:
• Una persona quedó discapacitada al nacer por una mala praxis médica. Luego de 13 años se obtuvo la indemnización por daños. La clínica deudora cayó en quiebra. Se pretende verificar el crédito como acreedor privilegiado y no como acreedor común. Es inconstitucional la Ley de Concursos y Quiebras que no prevé el crédito de una persona con discapacidad como crédito privilegiado (Fallos: 342:459, “Institutos Médicos Antártida”).
• Un municipio acordó con los supermercados de la localidad no abrir los domingos. El acuerdo se plasmó en una ordenanza municipal. Un supermercado que no participó en el acuerdo pidió la inconstitucionalidad de la ordenanza. (Fallos: 344:1151, “Shi, Jinchui c. Municipalidad de Arroyitos”).
V.1. La definición es provisional
Aun así, en esta instancia la definición del caso es provisional. Es una hipótesis de trabajo que puede ajustarse posteriormente. Como decía Genaro Carrió en Cómo estudiar un caso, la médula de la cuestión radica en formular una solución provisional y ponerla a prueba. Sue- le suceder que a medida que avanzamos en el ciclo pueden aparecer nuevas facetas del asunto que nos obliguen a redefinir el caso. Hay que estar abiertos a esa posibilidad.
EJERCICIOS:
1. Hacer un sumario de tres oraciones de Fallos: 344:3011 y Fallos: 345:76. No vale leer los sumarios del buscador de Fallos.
2. Contar a un familiar o amigo de qué trata un caso en menos de un minuto (es la técnica elevator pitch, en inglés. Buscar en internet).
VI. PASO 2: INVESTIGAR
Una vez definido nuestro caso —aun provisoriamente—, es momento de investigar sobre él. En un caso jurídico se investigan los hechos y el derecho. Los hechos determinan el derecho aplicable. Y este nos brinda la solución legal al entuerto que pretendemos resolver. Como dice Fred Friendly, en Writing News for Broadcast, “[a]ntes de que podamos explicar debemos comprender. Antes de que podamos comprender, debemos investigar”.
VI.1. Averiguar los hechos
Para investigar el contexto en el cual surge el caso, hay que saber qué sucedió, quiénes participaron, porqué actuaron así, cuándo y dónde se desarrollaron los acontecimientos. Son las preguntas que habitualmente usa el periodismo (las “5W”, en inglés, what, who, why, when, where).
En la pesquisa nos valemos de entrevistas al cliente y a testigos, reportajes a expertos, pericias técnicas, noticias de la prensa, búsquedas en internet, conte- nido en redes sociales. También se usa la imaginación, las suposiciones inteligentes, el pensamiento abductivo. ¡Cual Sherlock Holmes!

VI.2. Examinar el derecho aplicable
Para investigar el derecho aplicable, detectá cuáles son las palabras clave del caso. Estas constituyen pistas para iniciar la búsqueda del material de referencia e identificar las fuentes de estudio. Por ejemplo, en el caso “Institutos Médicos Antártida”, las palabras clave podrían ser “persona con discapacidad”, “mala praxis”, “quiebra”, “privilegios”, “acreedores quirografarios”, etc. Una buena base de palabras clave es el tesauro que indexa el contenido de La Ley Online.
El análisis del derecho comprende la lectura de los repertorios de jurisprudencia y artículos de doctrina; la participación en congresos, jornadas y cursos; la conversación con expertos.
Del material colectado resulta útil identificar las tendencias doctrinarias. ¿Vamos a ser pioneros, sumarnos a una nueva ola, apoyarnos en la opinión mayoritaria o esgrimir concepciones tradicionales? El pionero utiliza terminología nueva y su argumentación será, necesariamente, más extensa. Ello puede comprometer la claridad del texto. En cambio, el tradicional cuenta con un conjunto de argumentos y expresiones bien conocidas.
VI.3. Armar un archivo ordenado
A medida que investigamos, vamos tomando notas y guardando el material de apoyo. Tené a mano una libreta para anotar las ideas que se te ocurren, pues a menudo se nos evaporan. Me cuenta el Dr. Claudio Mazuqui, juez cordobés, que él graba sus reflexiones en un audio en el celular y se lo envía a sí mismo. También confeccionemos fichas de lectura y reseñas de los libros que consultamos.
Hay que guardar el material de apoyo con un criterio uniforme, para recuperarlo rápidamente cuando lo necesitamos. ¿O durante horas revolvés tus pilas de papeles buscando aquel fallo que te venía como anillo al dedo? Evitá que el repositorio de datos se transforme en un pantano ( data swamp , en inglés).
Finalmente, debemos evaluar las fuentes según su vigencia, fiabilidad, autoridad, exactitud y punto de vista. No querrás pasar el bochorno de citar una ley derogada. La abundancia de información no curada en internet puede llevarte a cometer ese error.
EJERCICIOS:
1. Mirar varios capítulos de La ley y el orden y anotar las 5W en una libreta. (Para que no te miren raro, avisá a tu familia que estás haciendo un ejercicio).
2. Escribir las palabras clave del caso “Shi, Jinchui c. Municipalidad de Arroyitos” (Fallos: 344:1151). Si es necesario, armar un glosario.
VII. PASO 3: PLANIFICAR
Escribir requiere planificar. Antes de largarte a redactar, tomate unos minutos en imaginar a tu audiencia; en crear enfoques alternativos del asunto; y en diseñar una línea argumental.
Hay quienes prefieren saltear este paso. Sostienen que con un esbozo del tema es suficiente para encender la máquina de la escritura. Bien por ellos. A mí, en cambio, me funciona contar con un mapa bien detallado de adónde quiero llegar; abierto a que en algún punto del trayecto mi GPS repita “recalculando”.
VII.1. Conocer a tu lector
Para el lenguaje claro, el texto tiene que ser comprendido por el destinatario. Por ello debemos saber: ¿quién es?, ¿qué rol juega en el proceso judicial?, ¿cuáles son sus necesidades?, ¿qué conocimientos tiene del tema?, ¿cuáles son sus sentimientos respecto del asunto?, ¿de dónde proviene?
Armá un buen perfil. Imaginar el auditorio es importante porque, según Daniel Cassany en Afilar el lapicero, “el estilo del documento está determinado por el destinatario”.
En un proceso judicial, conviene perfilar el tribunal que leerá nuestro escrito. ¿Es un tribunal unipersonal, colegiado, por jurados, lego? ¿Es innovador o tradicional? ¿Existe presión de la opinión pública sobre el caso? En cambio, conforme a María E. Sierra, en Los destinatarios del texto y el lenguaje claro, las juezas y los jueces enfrentan un auditorio más heterogéneo: las partes, los letrados, los colectivos involucrados, los tribunales de revisión, la prensa, la ciudadanía en general.
Por último, hay que prestar atención a la situación comunicativa, es decir, al contexto social, económico, histórico, geográfico en el cual el documento va a ser leído o escuchado por el destinatario.
Escribir requiere
VII.2. Crear enfoques alternativos
A un caso podemos aproximarnos desde distintos puntos de vista. Los hechos y el derecho admiten múltiples interpretaciones. Busquemos esos enfoques alternativos. Como dice el Premio Nobel Linus Pauling, la mejor manera de tener una buena idea es tener muchas ideas.
La creatividad es intuitiva y difusa. En algún punto, inasible. Sin embargo, tenemos varias maneras de fomentarla. Con el tema en mente, hacé una tormenta de ideas, dibujá mapas mentales y conceptuales, extrapolá conceptos, sacá de contexto los hechos, marcá los contrastes. El objetivo es ampliar las posibles miradas sobre el caso y estar abiertos a lo inesperado.
VII.3. Elegir una solución plausible
Con las perspectivas colectadas, armemos una lista en orden de importancia respecto de la solución del problema. Con ella hablemos con el cliente. Según Genaro Carrió, “…hay que ver cómo encaja la solución definitiva que proponemos en los otros problemas del cliente”.
A veces sucede que la respuesta jurídica a nuestro parecer más adecuada no es del agrado del cliente. Por ejemplo, ante una crisis financiera no siempre la persona querrá presentarse a un concurso de acreedores. Por eso, el enfoque del caso que vamos a desarrollar en el escrito debe ser consensuado con el cliente.
VII.4. Diseñar una línea argumental
Pues bien, hemos elegido el enfoque del caso. Es momento de armar la línea argumental que mejor lo sustente. Hacer un entramado con las premisas, las razones y pruebas, y la conclusión. Resaltar los temas principales de los secundarios. Advertir los contraargumentos que podrían refutar los nuestros. Bosquejar un esquema básico del escrito que agrupe en un orden lógico los puntos a tratar.
El escrito debe tener un comienzo, un desarrollo y un cierre. Seguir determinadas secuencias: de general a particular, de regla a excepción, de pasado a presente, de causa a efecto. No lo compliquemos con un guion rebuscado.
Conocer a tu lector
Asimismo, existen estructuras prefabricadas que nos pueden servir de molde. Por ejemplo, tenemos los modelos:
• PRAC: problema, regla, aplicación y conclusión.
• TREACC: tesis, regla, explicación, aplicación, contraargumentos, conclusión.
• Triángulo Minto: exponer los puntos de mayor a menor.
En definitiva, como aconseja Anthony Weston en Las claves de la argumentación, “…plantee sus ideas en el orden que más claramente ayude al lector a seguir su línea de pensamiento”.
EJERCICIOS:
1. Pensando en las personas con discapacidad, ¿qué estrategias podemos utilizar para que nuestro texto sea más comprensible? (Buscar en internet).
2. Analizar el caso “Etcheverry” (Fallos: 344:3011) utilizando el modelo
TREACC.
VIII. PASO 4: REDACTAR
Y ahora, por fin, estamos listos para empezar a redactar, a tipear palabra tras palabra, a armar las frases y oraciones, construyendo los párrafos y apartados; dejando que las ideas fluyan a los dedos, al teclado, que aparezcan poco a poco en la pantalla; sin prestar atención a la ortografía, a la gramática, a la sintaxis, o a si la prosa es imprecisa, carente de nitidez, nada satisfactoria. Continuamos redactando hasta llegar al primer borrador.
VIII.1. Redactar sin detenerse a corregir
Tené en cuenta que redactar y corregir son tareas inconciliables. No esperes componer una frase perfecta en una sentada. Ni crear un párrafo satisfactorio para avanzar al siguiente. No te detengas por buscar la palabra precisa. Hay que mantenerse en movimiento, escribiendo.
Por eso, olvidate de corregir por ahora y enfocate en poner por escrito tus pensamientos. Como señala Frank L. Cioffi, en The Imaginative Argument, “[s]olo una regla: no puedes detenerte a pensar o revisar lo que escribes, solo abre el grifo de tu conciencia y deja que fluya a través de tu pluma”.
VIII.2. Seguir (sin seguir) el plan
La hoja de ruta para comenzar a redactar es la línea argumental. Sabemos de dónde partir y qué tópico desarrollar en cada punto. Sin embargo, recordá que el proceso de escritura es flexible. Se puede arrancar por cualquier parte del documento. Por ejemplo, escribiendo los contraargumentos.
Es más, a menudo sucede que estamos sentados frente a la pantalla en blanco. Nuestra mente luce igual. En blanco. No se nos cae una idea. Las musas no vienen al auxilio. Cunde el desánimo. Para evitar el bloqueo del escritor, no sigamos el plan que nos hemos trazado. Escribí aquello que más fácil te sale en ese momento. Por ejemplo, los conceptos más complejos se acometen sin mucho esfuerzo temprano por la mañana; y los menos, se dejan para la tarde. Depende. ¿Sos búho o alondra? Si el bloqueo persiste, es recomendable hacer una pausa.
VIII.3. El primer borrador apesta
Claro que, si tipeamos y tipeamos a lo bestia, el primer borrador del documen- to resultará un espanto. No importa. Por suerte no tenés que mostrarle a nadie. Ese párrafo que te deslumbra de tu escritor favorito es un texto pulido una y otra vez. Por eso aceptemos que el primer borrador necesariamente apesta. Ya lo mejoraremos cuando pasemos a la siguiente etapa.
EJERCICIOS:
1. Escribir sin parar lo primero que se te viene a la mente durante 10 minutos. Sin importar la ortografía, la gramática, el orden lógico. Tratar de captar el flujo de la conciencia y las asociaciones libres.
2. Escribir una frase que cuente una historia usando tan solo 6 palabras.
IX. PASO 5: REVISAR
Cuando finalices el primer borrador, tomate un descanso. Dejá pasar unas horas para comenzar a revisar. Si es posible, esperá hasta el día siguiente. Podrás ver tu escrito con la cabeza fresca bajo una nueva luz.
En esta fase hay que elegir las palabras, borrar lo que no sirve, reformular pasajes poco entendibles y rearmar el cuadro general de nuestro escrito. Es como si fuéramos escultores que tallamos la madera hasta dar con la figura deseada a través de un proceso de sustracción. Para ello, conviene editar el documento desde una micro y una macro mirada.
IX.1. Microedición
En la microedición revisamos la ortografía, la gramática, la puntuación; y prestamos atención a la elección de las palabras y a la construcción de oraciones y párrafos. En esta instancia aplicamos las recomendaciones del lenguaje claro.
¿Qué palabras borrar? Eliminá la jerga, los clichés, los neologismos, los arcaísmos, los términos en idioma extranjero, las expresiones redundantes, las frases formularias, las señalizaciones vacías. ¿Cuáles evitar? Las palabras poco familiares, agraviantes, degradantes, sexistas, sin perspectiva de género, los disfemis- mos. ¿Con cuáles hay que ser cuidadosos? Sobre todo, con los tecnicismos. El derecho es una lengua de especialidad. Pero un escrito cargado de terminología técnica solo será comprendido por otro experto. También ojo con la excesiva nominalización de verbos. El lenguaje abstracto dificulta la legibilidad.
¿Qué hacemos con las oraciones? Las oraciones deben ser cortas; y seguir, en lo posible, la estructura canónica: sujeto, verbo, objeto y complementos. No separes el sujeto del verbo con adjuntos y subordinadas. Generalmente, aquello que queremos resaltar va al final de la frase, en el objeto de la acción. No dejes que tus oraciones se extiendan con aclaraciones y precisiones que pueden ir en otras oraciones. Una idea compleja no tiene por qué complejizar la expresión.
¿Y los párrafos? Los párrafos deben ser breves. De 3 a 4 oraciones. El tópico va al inicio y a continuación el desarrollo. Cada párrafo tiene un propósito: explicar un concepto, narrar un hecho, describir un objeto, brindar una definición, entre otros. Evitá un clásico de la prosa jurídica: el párrafo unioracional que desarrolla el asunto en una oración larga y tediosa, plagada de circunloquios e incisos, difícil de entender en una sola lectura. ¡A veces ocupa una carilla entera!
Finalmente, reescribí las oraciones y párrafos que no reflejen lo que querés decir o que presupongas que no serán entendidos por tu lector. No solo se trata de borrar, sino también de reelaborar. Ernest Hemingway decía que toda escritura es reescritura.
IX.2. Macroedición
En la edición macro comprobamos, principalmente, la coherencia general del escrito. Que los párrafos sigan la línea argumental y estén adecuadamente conectados entre sí. ¿Las razones y pruebas que esgrimimos apoyan la conclusión? Detectá aquellos puntos flacos, poco fundados o innecesariamente detallados. Recordá que un argumento difícil de entender resulta menos convincente.
Hay que cerciorarse de que las transiciones (conectores, demostrativos, conjunciones y señalizaciones) ayuden al lector a entender adónde está yendo. Imaginá que son como las señales de tránsito que avisan al conductor qué es lo que sucederá a continuación. Nadie quiere un lector desorientado.
Verificá que la estructura general del escrito se refleje en los títulos, subtítulos y secciones. Si el escrito es extenso podés acompañarlo de un índice. Con estos marcadores se facilita la navegación del documento y se anticipa el contenido de cada apartado próximo a leer.
Por último, debés considerar que el formato del documento sea visualmente atractivo.
IX.3. Revisar con franqueza
Hay que revisar el texto con franqueza. Borrar palabras, frases o párrafos que abundan, que no agregan valor y que alargan innecesariamente el documento. Quizá tengas que reformular fragmentos enteros. No creas que esas frases plagadas de circunloquios y expresiones pomposas hacen que tu escrito sea más científico.
El antiguo profesor Sir Arthur Quiller-Couch alentaba a sus estudiantes a “matar a los seres queridos” (murder your darlings, en inglés); esto es, a tener el coraje de borrar aquellos pasajes ornamentales que tanto nos gustan, de los que nos hemos enamorado, pero que no suman al argumento central. Si ese fragmento, aunque bello, no suma, apretá “borrar”. ¡Gulp! (Podés guardarlo en un archivo aparte. Son trozos de texto criogenizados a la espera de un futuro mejor).
En definitiva, en todo momento apuntá a ser breve y conciso. El lector tiene poco tiempo para escritos latosos o que hacen un vano alarde de erudición. A medida que corregís te vas desprendiendo de lo que no sirve, estorba, complica. ¡Casi una filosofía minimalista! En toda ocasión pensá si tu destinatario entenderá lo que escribiste.
Por último, si trabajamos en grupo, debemos fomentar la honestidad intelectual a la hora de corregir. Nuestro enfoque, lógica o redacción seguramente tendrá demasiados agujeros. Que alguien del equipo haga de abogado del diablo para advertirlos. Las críticas son una oportunidad para mejorar.
EJERCICIOS:
1. Al leer sentencias y artículos de doctrina anotar los clichés, neologismos, arcaísmos, latinismos y expresiones redundantes y formularias que vayas detectando.
2. Escribir un texto utilizando el asistente “ar-Text” de redacción en lenguaje claro (http://sistema-artext.com/).
X. PASO 6: PRESENTACIÓN
Por último, el documento debe ser visualmente atractivo. Que facilite la lectura. Es importante que tenga un diseño limpio y organizado, con una fuente legible y una buena distribución del texto y las imágenes. Por el contrario, tratá de evitar que se vea abarrotado, que el lec- tor se encuentre con un muro de texto en cada página. Un mal diseño puede estropear tus sólidos argumentos.
A continuación, detallaremos algunas sugerencias básicas para tener en cuenta:
• Tipos de letra y tamaños: se recomiendan las letras redondas, sin serifas, de 10 a 12 puntos.
• Negritas, subrayados y cursivas: las palabras clave de un concepto pueden llevar negritas. Generalmente, el subrayado se usa en los títulos y subtítulos. Las cursivas sirven para denotar que una palabra o grupo de palabras tiene un sentido especial. Pero no superpongas estos recursos para agregar énfasis a tus ideas.
• Espaciado: los márgenes de la página deben ser generosos (superior: 4 cm, izquierdo: 4 cm, derecho: 2,5 cm, inferior: 2,5 cm). Con márgenes simétricos si vas a imprimir. Se puede utilizar sangría izquierda en la primera línea de cada párrafo y un espaciado entre estos. El interlineado puede ir de 1,5 a 2 cm. Los espaciados contribuyen a que el texto respire.
• Marcadores textuales: utilizá títulos, subtítulos y apartados que reflejen la línea argumental y describan el contenido de cada sección del documento.
Según Sarah Winter, en Content Design , los lectores pueden entender o predecir qué información encontrarán en la página, ya que los títulos cuentan una historia.
• Enumeraciones y listas: empleá enumeraciones y listas para detallar características, instrucciones o requisitos procedimentales.
• Recursos visuales: podemos incluir recursos visuales (fotografías, dibujos lineales, tablas, gráficos, infografías, cuadros, diagramas) que ayuden a ilustrar o a explicar de manera más clara un concepto o idea y a captar la atención del lector. Hay que tener presente que cada recurso visual tiene una función. Por ejemplo, una fotografía sirve para mostrar una cosa, evento o situación de la realidad; una tabla, para visualizar datos; una línea de tiempo, para narrar acontecimientos.
Algunos poderes judiciales han dictado regulaciones sobre el formato de los documentos. Si es el caso, debemos cumplirlas. Por ejemplo, la Corte Suprema aprobó un reglamento sobre los escritos de interposición del recurso extraordinario y del recurso de queja (acordada 4/2007).
X.1. Tipo de presentación
Por último, tené en cuenta si tu documento va a ser leído en papel o en una pantalla. La lectura en pantalla sigue un “patrón de lectura en F”. Por eso, en el documento electrónico ubicá los elementos para una mayor comodidad de lector. Mantener las cosas lo más simple posible es generalmente una buena idea.
Los 6 pasos también pueden ser usados para para una presentación oral.
EJERCICIOS:
1. Buscar en internet la mejor manera de utilizar los recursos visuales.
2. Investigar sobre el “patrón de lectura en F”.
XI. EL CONSEJO DE PLINIO EL VIEJO
Recapitulando, escribir con claridad requiere comprender el tema que escribimos; imaginar al lector a quien nos dirigimos; armar una línea argumental coherente; y aplicar las recomendaciones del lenguaje claro.
Pero además necesitamos contar con un método que organice nuestra tarea. Sucede a menudo que la falta de organización se vislumbra en los textos. Son desordenados y confusos para el lector. De allí la importancia de seguir una serie de fases concatenadas, como los 6 pasos que presentamos aquí.
Para cerrar, te dejo el consejo de Plinio el Viejo: que no pase un día sin que escribas una línea (Nulla dies sine linea, en latín); puesto que escribir es una destreza que mejora antes que nada con la práctica, es decir, escribiendo.
Consejos Para Que Los Abogados Aprovechen Al M Ximo Las Redes Sociales

Yamila Cagliero
Los modos de relacionamiento cambiaron, se expandieron y complejizaron. Mientras que hace unos años primaba lo presencial, actualmente las comunicaciones digitales atraviesan y resignifican también las relaciones comerciales y profesionales. Nótese la rapidez con la que se transforma la cultura de prestaciones de servicios y trabajo del profesional independiente, lo que implica un importante desafío al que adaptarse.
Aquellos que ejercen el derecho tienen que hacer frente a grandes retos para lograr adaptarse al paradigma digital, un camino que puede resultar complejo, pero que es necesario y trae consigo grandes oportunidades para divulgar conocimientos, crear una audiencia, darse a conocer y más.
Para colaborar en este proceso, a continuación, se presentan algunos consejos para orientar en este camino y aprovechar al máximo sus posibilidades:

• Tener una estrategia de comunicación: Para comunicar con eficiencia es indispensable saber que solo publicar no basta. Es esencial establecer un plan de contenidos que parta de una estrategia basada en la identidad y el mensaje que desea comunicar. Dos puntos para resaltar son, por un lado, que los posteos deben ser coherentes a la estrategia en todas las redes sociales donde se tenga presencia, y por el otro, que los perfiles deben mantenerse regularmente actualizados con nuevos contenidos.
• Empezar a pensar como marca: Es necesario considerar que con la presencia en redes y la creación de contenido se presta un servicio a los usuarios. Por eso, como en todo negocio, se debe prestar atención al rendimiento: es momento de fijarse objetivos hacia donde dirigir los esfuerzos comunicacionales y para ello las métricas son herramientas de enorme valor sobre las que apoyarse para analizar y ajustar las acciones que se realizan.
• Entender el uso y lenguaje de la red social que se utiliza: Cada red social es diferente; se hablan lenguajes distintos y la audiencia cambia. Por lo tanto, pretender que un mismo mensaje funcione de la misma manera en una como en otra sería un error. Es preciso conocer las particularidades de contenido y uso de cada plataforma para generar acciones adecuadas. Piénsese que hay redes sociales que son visuales, como Instagram y TikTok, donde se debe priorizar ese formato, comunicar la identidad visual y elaborar un storytelling de los valores de la marca. Diferente es el caso de Twitter, cuya clave es la conversación con la audiencia y donde los mensajes son más sólidos, breves, impactantes y los temas de tendencia influyen mucho. Conocer y entender el canal donde se desea comunicar es clave para que los mensajes funcionen eficientemente.
• Cuenta personal vs. profesional: Lo más acertado es tener separadas la cuenta profesional de la personal. Si bien es positivo mostrar un lado humano de la marca, el propósito debe centrarse en comunicar la identidad del negocio o de la actividad profesional. Además, no es necesario (y en muchos casos, tampoco apropiado) que usuarios y competidores conozcan detalles de la vida personal del profesional.
• Una estrategia de comunicación jurídica ¿sin redes sociales?: Hay que considerar que lo que aparece en el buscador de Google es una presentación ante la sociedad. La presencia en redes sociales debe decidirse en función de los objetivos planteados en la estrategia de comunicación. No es necesario estar en todas las plataformas; puede evitar canales en los cuales no se sienta cómodo. Si se toma la decisión de no tener redes, al menos debería tenerse una página web bien posicionada en Google donde se encuentre toda la información del negocio y tenga buena navegación. La presencia es clave.
En estos tiempos en los que se habla de contenido de calidad, usuarios, audiencias, objetivos claves, comunicación digital, métricas, redes sociales y posicionamiento, la adaptación es clave. Si se aprovechan estos recursos de manera adecuada, aparecerán grandes oportunidades para los profesionales del derecho.