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La Casa De La Mona Lisa Que Inspiró a Da Vinci

Todos conocemos a la Mona Lisa. Algunos de nosotros incluso hemos viajado al Museo del Louvre para observar de cerca la famosa obra de arte de Leonardo da Vinci de principios del siglo XVI. La misteriosa sonrisa de la mujer hizo del cuadro uno de los más famosos del mundo, y por tanto también una de las obras más protegidas. Hace unos años, se reveló el secreto sobre la identidad de la bella mujer. Resultó ser Liza Giardini, la esposa de un comerciante de Florencia, Italia. Ahora, la impresionante casa de Giardini está a la venta. Las siguientes fotos te permitirán echar un vistazo al interior de la casa de la mujer que intrigó a millones de amantes del arte y la historia en todo el mundo. https://www.todo-mail.com/ content.aspx?emailid=26469

Esta villa, donde vivía Lisa con su marido, que era comerciante de telas, se encuentra en la campiña toscana, a unos tres kilómetros de Florencia, y está rodeada de verdes jardines. La propiedad fue propiedad de la pareja entre 1498 y 1517 y actualmente se ofrece en venta por aproximadamente 20 millones de euros.

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Actor de cine estadounidense de origen británico, de verdadero nombre James Leblanche Stewart, nacido el 6 de mayo de 1913 en Londres (Inglaterra) y fallecido el 16 de agosto de 1993 en Los Ángeles (California, Estados Unidos).

Vida do villano, o César y Cleopatra (1945), en la que encarnó al mercader Apolodoro, le permitieron forjarse una imagen de galán de recia masculinidad ideal para películas de aventuras románticas.

Formado en la prestigiosa WebberDouglas School of Dramatic Arts, renunció pronto a un modesto trabajo de comparsa teatral para intervenir como extra en varios largometrajes que le permitieron ir ascendiendo a papeles de mayor relevancia. Con todo, fue en los escenarios teatrales donde lograría darse a conocer trabajando junto a Vivien Leigh en la obra Serena blandís, uno de los indiscutibles éxitos londinenses de 1939.

En el mundo cinematográfico, por su parte, alcanzó la popularidad gracias a So This is London (1939), filme que también le abrió las puertas a un contrato de siete años con Arthur Rank. Títulos como La Madona de las siete lunas (1944), donde interpretó a un pérfi

Su debut allí no pudo ser más afortunado, puesto que la MGM (véase Metro Goldwyn Mayer) les puso el vehículo idóneo a sus características con Las minas del Rey Salomón (1950). La belleza paisajística del continente africano (donde se rodó parte del largometraje), el esplendor del sistema Technicolor y una historia apasionante prendaron a la audiencia, y Granger se convirtió de inmediato en un ídolo erótico para infinidad de espectadoras trayectoria cinematográfica de Granger, quien por otra parte ya se había convertido para entonces en uno de los mayores inversores inmobiliarios de la Costa del Sol española. En 1993 falleció de cáncer.

Con todo, los largometrajes de esta primera mitad de los cincuenta que arrasaron en las taquillas y más contribuyeron a engrandecer la fama como galán de Stewart Granger fueron Scaramouche y El prisionero de Zenda (ambas de 1952). En las dos encarnó a la perfección el prototipo de aventurero atlético que se enfrenta a la adversidad, dentro de la mejor línea de los caballeros andantes.

Evidentemente, la Metro Goldwyn Mayer se dispuso a explotar este filón, situándole como explorador antártico en Norte salvaje (1952), rudo aventurero en Tres soldados (1951), ballenero en Todos los hermanos eran valientes (1953) o atractivo centurión romano enamorado de la explosiva Rita Hayworth en Salomé (1953).

Su contrato con la MGM expiró en 1957, después de una serie de fracasos consecutivos por seguir explotando ese perfil en cintas de argumentos cada vez más rutinarios y con un Granger demasiado maduro para interpretar convincentemente su personaje habitual. La Twentieth Century Fox le ofreció dos nuevas oportunidades en sendos títulos crepusculares del género aventurero: Harry Black y el tigre (1958) y Alaska, tierra de oro (1960). Pero el fracaso de estas cintas, así como una calamitosa selección de proyectos (cabe recordar que en esta época rechazó el papel de Mesala en la multioscarizada Ben-Hur que dirigió William Wyler), le mandaron de vuelta a Europa, donde participó en diversos peplums rodados en el seno de las industrias cinematográficas italiana, alemana e incluso yugoslava. Únicamente esporádicas intervenciones en largometrajes de cierto éxito, como El último Safari (1967), dirigida por Henry Hathaway, le devolvieron de forma fugaz un brillo que estaba perdiendo a marchas forzadas.

Así las cosas, desde la segunda mitad de la década de los sesenta Stewart Granger se limitó apenas a poner su nombre como actor invitado en numerosas series televisivas, caso de El perro de Baskerville, espaciando sus apariciones en el cine durante lustros. En ese sentido, Patos salvajes (1978) fue el definitivo canto de cisne para un actor venido ya a menos pero que había ejercido durante un tiempo como encarnación misma del cine de aventuras. Oro fino (1987), dirigida por José Antonio de la Loma como reclamo publicitario de la ciudad andaluza de Jerez, cerró la https://www.mcnbiografias.com/ app-bio/do/show?key=granger-stewart

El porte atlético, la elegancia innata y un acusado espíritu cínico fueron características fundamentales de uno de los más grandes actores que jamás haya dado el género de aventuras, cuyo estilo interpretativo supo moldear a la perfección esa mezcla de virilidad a flor de piel y cortesía sensible ante el sexo femenino. Stewart Granger disfrutó de una enorme popularidad como sucesor de otros grandes del cine, caso de John Barrymore o Errol Flynn, y alcanzó el estrellato dentro de una productora de extenso firmamento: la Metro Goldwyn Mayer. Sin embargo, y quizás como consecuencia de una prolongada carrera que al final discurrió por subproductos de escasa categoría, su nombre no ha acabado de formar parte de la gran mitología de Hollywood salvo cuando se aborda la década de los cincuenta, en la que Granger reinó sin ningún tipo de discusión.

La Novena sinfonía o Sinfonía nº 9 es una de las composiciones más emblemáticas de Ludwig van Beethoven, quien la llevó a cabo entre 1818 y 1824 por encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres. Su importancia es tal que fue declarada patrimonio de la humanidad en el año 2002.

Cuando la obra se estrenó, Beethoven estaba sordo. Cuentan que dirigió la Novena sinfonía valiéndose de su estupenda lectura, aunque cuando el último movimiento acabó, incapaz de escuchar los aplausos del público, tuvo que ser alertado por los músicos de la orquesta para que se diera la vuelta.

Esta, que fue su última aparición pública, fue también el nacimiento de una leyenda: el hombre que cambió la histo- ria de la música había quedado sordo, y estando sordo esto sí que fue un acto de genialidad , escribió la Novena sinfonía que constituyó, sin ninguna reserva, una auténtica revolución musical.

La Novena sinfonía y sus innovaciones

En apariencia, Ludwig van Beethoven desarrolla la Novena sinfonía siguiendo la estructura convencional: cuatro movimientos. Sin embargo, estos movimientos son desarrollados de tal manera que abren paso a una nueva percepción fenoménica de la música y extienden su duración hasta unos sesenta minutos aproximadamente, un cambio sensible en las costumbres de la música y el espectáculo.

https://www.culturagenial.com/ es/novena-sinfonia-de-beethoven/

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