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Herramientas ONG en alerta
Cómo sobrevivir a la crisis
En los últimos años, muchas de las más de 100 mil organizaciones sociales que existen en el país debieron reducir sus equipos e incluso endeudarse. Ahora, con la pandemia como escenario, reclaman medidas de apoyo para poder continuar con su acción de atender a los sectores más vulnerables.
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TEXTO EDUARDO SANTACHITA H ace casi cien años, Albert Einstein escribió: “La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura”. Las organizaciones de la sociedad civil conocen de creatividad y de luz, pero también de angustia y de oscuridad. “Las entidades de este sector siempre han sufrido, más allá de las crisis. Les resulta muy difícil recaudar lo que necesitan para subsistir”, reflexiona el consultor impositivo Pedro Gecik, que se especializa en fundaciones y asociaciones civiles desde hace casi 50 años y fue, entre otras cosas, presidente de la Comisión de Actuación Profesional en Entidades sin Fines de Lucro, del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA). “Aquel que tiene su negocio cerrado por la cuarentena no factura y no
Pedro Gecik
“Con la legislación vigente, un pequeño emprendimiento que quiere dar de comer a diez chicos en situación de calle debe cumplir con las mismas exigencias que una fundación internacional.” Pedro Gecik, consultor impositivo de OSC.
dona, porque prioriza el pago de sueldos”, agrega. “La caída de la economía y la pandemia actual hacen que las ONG tengan más trabajo, menos recursos y más costos”, describe Mario Burgos, secretario ejecutivo de Sociedad Civil en Red (SCR), un espacio que nuclea a las seis federaciones más importantes de entidades sin fines de lucro de todo el país.
“Las dificultades tienen principalmente tres razones –dice Gecik–: lo económico, que últimamente se ha profundizado; la falta de incentivos y la obligación de cumplir con demasiadas formalidades. Por otra parte, la normativa para paliar los efectos económicos de la emergencia sanitaria está orientada a empresas y se olvida de las organizaciones sociales”. Burgos acompaña este razonamiento y comenta que SCR emitió un comunicado para solicitar al Gobierno Nacional medidas que permitan asegurar la contención y asistencia a los grupos más vulnerables. “Esto no puede quedar al libre arbitrio de un funcionario; la normativa debe ser explícita y destinada a todas las organizaciones o, al menos, a las que prestan servicio dentro de una política pública”, señala.
Por su parte, Gustavo Curcio, director ejecutivo de Consultora Asociactiva, que brinda asistencia profesional a más de quinientas entidades, analiza: “Cuando un miembro de una ONG tiene que elegir entre pagar la luz de su casa o hacer el aporte a la organización, decide seguir pagando las tarifas y comiendo”.
El riesgo de la informalidad
El papel del Estado tampoco ha podido compensar la necesidad del sector. "El aporte bajó. Ningún ajuste interanual de ningún programa público acompañó el proceso inflacionario”, describe Curcio. Según Gecik es fundamental una segmentación del sector para adecuar las normas, que hoy son “de talla única”. “Con la legislación vigente, un pequeño emprendimiento que quiere dar de comer a diez chicos en situación de calle debe cumplir con las mismas exigencias que una fundación internacional", explica. Aproximadamente, el 80 por ciento de estas entidades son pequeñas y muchas no logran cumplir con lo

que se les exige. “Desarrollan sus actividades en forma irregular, hace años que no cierran un balance”, reconoce Gecik. Burgos coincide en este punto y agrega: “Cuando no tienen sus papeles en regla, no pueden recibir fondos del Estado ni de empresas y tienen que desviar recursos para sostener la formalidad”.
Reservas solidarias
“La crisis golpeó a las organizaciones sociales en dos sentidos”, analiza Oscar García, director de la carrera de Dirección de Organizaciones de la Sociedad Civil de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). “Por un lado, dañó la calidad de vida de los beneficiarios que atienden, ya que la mayoría trabaja con poblaciones vulnerables, y por otro, deterioró el funcionamiento concreto de las ONG, porque el tarifazo y la suba en el costo de insumos fue brutal”, señala. Respecto de las consecuencias del coronavirus, García habla de un doble juego: “Si bien la pandemia nos iguala, porque todos podemos contagiar y ser contagiados, también desnuda las desigualdades económicas y sociales que ya existían”. El académico compara la actividad del sector social con las pymes: “Una ONG tiene un componente económico, pero no es económica su razón de ser. Si uno presta atención a los medios de comunicación, se habla del cierre de empresas pero no de entidades sociales, porque éstas no quiebran, no bajan las persianas. Por ejemplo, un indicador de la crisis es que abren más comedores, ¿y cómo hacen los comedores para sostenerse?”, se pregunta. La respuesta es la solidaridad, que García denomina “reserva de energía del voluntariado”. “En las crisis aparecen las microdonaciones populares, cotidianas y extendidas. La capacidad de ayudar del pueblo argentino se multiplica en las malas”, destaca.
Unirse para crecer
Financiada por la Unión Europea, Sociedad Civil en Red funciona justamente como una “red de redes" que representa a cientos de entidades en el país. Desde allí, Burgos concuerda en la necesidad de una segmentación y milita en favor de que las ONG con menor patrimonio enfrenten menor cantidad de exigencias legales y fiscales. “Llamamos a las organizaciones de la sociedad civil a adherir a la declaración de emergencia y solicitarle al Gobierno, la flexibilización de obligaciones, subsidios de emergencia y el fortalecimiento de las entidades que trabajan en salud”, sostiene.
García propone la creación de un fondo único para las organizaciones sociales como política de financiamiento y analiza la readaptación a la que tendrán que someterse las ONG a causa del Covid-19: “La grupalidad dejará de ser central, no vamos a poder juntarnos, habrá que pensar formas nuevas de solidaridad donde lo mediatizado tenga un rol más importante… pero también es una oportunidad para visibilizar a los millones de argentinos que practican el voluntariado, que no es heroísmo trágico, es una actividad que necesita infraestructura y recursos”.
Creada en 1991, la Fundación Tzedaká está integrada por 95 profesionales y 600 voluntarios. Logró sobreponerse a sucesivas crisis, gestionando los recursos necesarios para multiplicar su acción comunitaria.
“La base filosófica de Tzedaká, que significa justicia y solidaridad, es restituir la dignidad del semejante”, comenta Ruth Heymann, directora de comunicación de la Fundación.
El Banco Comunitario de Medicamentos, un programa único en el país, llega a más de 35 mil personas, gracias al trabajo conjunto de farmacéuticos y voluntarios en campañas nacionales de recaudación de fármacos. “Teción laboral, acceso a la vivienda, campañas de salud y becas educativas. Debido al cierre de las escuelas primarias y sus comedores reforzó la ayuda económica y una psicopedagoga se dedica a contener a las familias de los niños. “Los acompaña y baja la tarea de los que no tienen conexión a internet”, cuenta Heymann.
Si bien la crisis económica golpeó a la fundación, sus recursos provienen de fuentes bien diversificadas. “Siempre hicimos eventos para distintos públicos y diferentes bolsillos, galas anuales, actividades al aire libre. Hoy eso está todo parado, pero mantenemos activas las campañas de marketing directo”, detalla Ruth.

Fundación Tzedaká
nemos una red de distribución formada por 190 organizaciones. A partir de la pandemia armamos una logística nueva para llevar los medicamentos a domicilio, ya que el 89 por ciento de los beneficiarios son adultos mayores”, destaca Heymann.
“Un profesional entrevista a cada persona que pide ayuda y evalúa qué necesita. Muchas veces alguien solicita alguna medicina y la trabajadora social detecta que detrás hay un nudo socioafectivo que desatar”, relata. A partir del aislamiento obligatorio, Tzedaká lanzó una guardia rotativa de profesionales que atienden desde sus casas por WhatsApp. “Les explota el celular; la gente, lo que más valora es que la escuchen”, asegura Heymann.
Además, Tzedaká lleva adelante programas de forma
La última estrategia exitosa surgió de un acuerdo con la fábrica de electrodomésticos Newsan. La fundación recibe donaciones de mercadería devuelta por consumidores y locales de venta. Un grupo de técnicos electrónicos reacondiciona estos artefactos, que son vendidos a un 50 por ciento de su valor comercial. “Es un proyecto hermoso, porque involucra inclusión de personas que estaban marginadas del mercado de trabajo”, relata Heymann. El dinero recaudado financia programas asistenciales y educativos donde participan 149 alumnos, de los cuales, 125 son primera generación de universitarios. “Cada vez que se recibe un chico, cambia la perspectiva de vida de él y de toda su familia”, se emociona Ruth.

Preservar la Memoria. Siempre.
El 24 de marzo encontró a los argentinos cumpliendo el aislamiento obligatorio. En muchos hogares la cuarentena se vivió como una oportunidad para el encuentro, para compartir nuevos aprendizajes. Y para recrear la memoria colectiva.
Agradecemos a Fundación PH15

✱ PH15 se propone utilizar los recursos de las artes visuales –especialmente la fotografía– para fomentar nuevas capacidades expresivas, comunicacionales y técnicas en niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad, a través de la realización de talleres y actividades destinadas a favorecer la integración social y la socialización de la experiencia artística. Para más información: www.ph15.org.ar/

