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REPORTAJE / Emérito Astuy

La vida de Emérito Astuy Argos, nacido hace 86 años en Isla, ha estado irremediablemente vinculada a la hostelería y restauración. Lejos de quedarse quieto o limitarse a conservar el imperio que habían iniciado sus padres, él siempre tuvo claro que había que seguir luchando y ampliar horizontes en el terreno para el que sabía que había sido llamado. Hoy en día el sello Astuy es sinónimo de calidad indiscutible.

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Su abuelo, vizcaíno de la localidad de Bermeo, ya se dejaba caer por la costa oriental cántabra a pescar en su propio barco, entrando con frecuencia

en Isla, en el barrio de Quejo, “porque aquí encontró una entrada fácil en unos tiempos difíciles”. Y es que la zona entre Ajo y Noja le servía como refugio.

Se inició construyendo viveros de langosta, dada la cantidad y calidad de esta exquisita especie, además de comprársela a otros pescadores. Después las vendía especialmente a Bilbao en enormes cantidades y en menor medida a algún bar del puerto de Santander.

Y ya en Isla nació su padre, colocando los cimientos de lo que hoy es el complejo hostelero que lleva su apellido. Después de estudiar mecánica en

Bilbao, aquel comenzó a trabajar en las almadrabas además de pescar langosta durante la friolera de 56 años. En la temporada que pasaba en estas costas isleñas se dedicaba a preparar los tres barcos que tenía para la pesca de este delicioso crustáceo por el sistema de nasas que él mismo fabricaba con varas de avellano y las dejaba operativas para los seis meses que permanecía fuera, en Marruecos ocupado en la pesca del atún. El mar, siempre el mar presente en la vida de Feliciano Astuy, aunque en un momento dado junto a su mujer decidieron emprender un negocio más “terráqueo”. En Isla abrieron su primera fonda con el nombre de Hostal Residencia Rosario, en honor a la esposa, para ir progresivamente ampliándola comprobando que el negocio no se les daba mal. Después vendría Hotel

Heredó el negocio de la hostelería de sus padres y sus hijos aún continúan ampliándolo

Residencia Astuy, con 18 habitaciones hasta las más de 50 de que dispone en la actualidad.

ENTRE LA LANGOSTA DE ISLA Y LAS ALMADRABAS DE MARRUECOS Para entonces Emérito ya tenía 18 años y comenzó a colaborar con ellos siempre que su afición por el fútbol se lo permitía, fichando por equipos como el Santoña o el Racing. También debutó en el Baracaldo e incluso vistió la camiseta de un equipo de Tánger en su etapa marroquí, a donde había viajado con un contrato de trabajo para una empresa de almadrabas, dedicadas a

la pesca de atún. Nos recuerda que en una ocasión, jugando un partido en la playa de aquella localidad africana junto con otros chavales, fue “fichado” por un cazatalentos de la Policía local, que curiosamente era quien dirigía el conjunto tangerino y con ellos jugó el tiempo que permaneció allí.

En aquella ciudad se dedicaba a administrar el sistema de pesca de almadrabas, un arte fijo que se instala perpendicularmente a la costa planteando trampas para el atún que llega a desovar a la zona. Todo un maravilloso espectáculo para la vista que todavía se conserva en la actualidad. De allí los atunes, espléndidas piezas de más de 200 kilos, eran transportados para la Península, Ceuta o Melilla, donde hubiera fábrica de conservas.

En el año 1960 se vino definitivamente para Isla, donde le esperaba su novia para casarse, y con ella fundó una familia con cinco hijos, uno de los cuales, el único varón, es quien regenta ahora los negocios junto con un primo suyo. Otra de sus hijas lleva otro hotel en Berria, Santoña, igualmente propiedad familiar.

En épocas pasadas Emérito Astuy se encargaba con dos socios de la restauración de la Casa de Cantabria en Madrid, aunque finalmente tuvo que dejarlo por no poder atenderlo debidamente. El tiempo y las distancias no daban para más.

Permaneció durante 35 años al frente del Hotel Astuy hasta la edad reglamentaria de jubilación aunque de alguna manera siempre ha estado vinculado con el

negocio ayudando a su hijo. Además el holding familiar integra dos lotes de apartamentos completamente equipados, con 24 por un lado y 18 por otro.

Respecto a la plantilla experimenta enormes oscilaciones dependiendo de la época del año, ya que puede alcanzar hasta las 90 personas durante los meses estivales, mientras que en invierno apenas tienen que mantener a los 20 fijos. Es lo que tiene la estacionalidad de la hostelería en Cantabria.

La pesca de la langosta, sin embargo, se ha ido diezmando. Cada vez hay menos barcos y con menores capturas, pero aún así su hijo se las ha ingeniado para crear un negocio de venta y transporte, tanto viva como cocida, en cajas de poliespan a lo largo y ancho de toda la geografía española. Siempre ampliando, siempre innovando. Es lo que distingue a un auténtico emprendedor.

Además han adquirido otro establecimiento en la playa de Berria, que actualmente está en obras de restauración y acondicionamiento que se lla-

Como futbolista llegó a vestir la camiseta del Racing de Santander y de un equipo de Tánger que pertenecía a la Policía

mará restaurante El Paraíso. Nombre premonitorio para un enclave privilegiado en primera línea de playa.

Emérito Astuy ha sido un pionero en el mundo de la hostelería en Isla, nada se le ponía por delante y siempre ha mirado con optimismo al futuro. Aunque para ello tuviera que matricularse, ya de adulto, en la Escuela de Turismo de Madrid, con otro gran empresario como es Zacarías Puente, teniendo que acudir a clases y exámenes para obtener el título de director de hotel, algo que generaciones venideras ya pudieron hacer en la Escuela de Turismo Altamira de Santander. Suma y sigue, como los grandes emprendedores. LUZ NEBREDA AGUIRRE