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Desde las emociones De viaje

Desde que la conocí, hace ahora casi dos años y medio, mis viajes sin ella han tenido siempre un sabor agridulce. Viajar es una de mis actividades favoritas. Tanto como comer, beber, hacer el amor, hacer deporte, y algunas otras que llenan mi vida. Sin duda ella llegó para rellenar esos huecos que me quedaban para completar mi felicidad. Una felicidad completa, ¿Existe o siempre queremos más?

Los viajes son sin duda una fuente de mi placer. Conocer lugares nuevos. Cierto grado de tranquilidad, romper la rutina. Aunque tengo que reconocer que mi vida no es nada monótona, sino todo lo contrario. Quizás cuando hablo de rutina, hablo más de repetir lugares, situaciones, acciones. Sin embargo, desde que llegó, me embarga en esos viajes sin ella momentos de tristeza que no puedo evitar. En unos viajes y no sé por qué, más que en otros. Puede ser que por los momentos que pasa en ese instante nuestra relación y por los mensajes que recibo a lo largo de ese tiempo de su móvil o porque hay situaciones que me llevan a otras situaciones con ella. Eso hace que pueda sentirme mejor o peor. En mi sensibilidad transparente cualquier señal hace mella. Muchas veces de forma errónea. Pero no deja de afectarme, de forma que pueda pasar de una emoción extrema a otra, en el extremo contrario. Lo que tengo claro es que antes de ella esto no me pasaba. Podía pasarlo mejor o peor, pero solo por las sensaciones del viaje en sí. No me planteo si lo que hoy siento es mejor o peor e incluso si en términos cuasi económicos compensa. Si reflexionando se puede plantear algo así. Pero como observador que soy de mí mismo, es lo que siento.

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Influye sin duda las fases por las que hemos pasado. Sembradas por un grado de incertidumbre, curioso, pensando en todo el amor que nos profesamos. Pero mi situación y la suya, y no estar unidos al cien por cien, hace que en mí viva esa situación de inestabilidad y me provoque un cierto desequilibrio. Y hoy más que nunca, mi carga de culpabilidad por mi promesa incumplida. No miro al futuro, y realmente hoy estoy a lo que pueda decidir ella sobre nosotros.

En este viaje la he sentido lejos. Alejada y nada cariñosa. Por desgracia para mí eso no consigo controlarlo y me afecta sin duda más de lo que desearía. A mis cincuenta y diez, como dice Sabina, ya sabe uno que desaparecerá de este mundo con alguna asignatura suspensa. Y aunque repita y repita curso, no llego ni a un aprobado por los pelos. Tengo que reconocer, aunque también me duela, que ella sigue influyendo demasiado en mi vida. Tanto que debo corregir el rumbo de esa influencia, porque creo que nadie debe de influir en nadie tanto. Si dejas, porque eso depende de uno mismo, que eso pase, una parte de uno deja de serlo y se convierte en una parte inerte que ya no te pertenece y creo que uno tiene que ser coherente y buscar las herramientas para que eso no se convierta en algo permanente.

Después de Navidad venía para mí una actividad que esperaba con cierta necesidad e incluso anhelo, me inscribí allá por principios de noviembre a un retiro de silencio. La organización que desarrolla esta actividad, además de forma permanente y en muchos puntos de la geografía nacional, es la de AMIGOS DEL DESIERTO. Una organización que impulsó Pablo d´Ors; escritor y sacerdote, del que he hablado alguna vez en estos artículos por su maravillosa “Biografía del Silencio”, donde relata su experiencia con la meditación y el silencio, y a partir de aquí se plantea la organización de grupos de personas interesados en esta actividad en algunos puntos de España para que organizaran este tipo de eventos.

Es la cuarta experiencia que tengo cercana a este tipo de retiros, unos respecto a otros tienen alguna diferencia, pero el núcleo común es el SILENCIO. El silencio te lleva a un choque frontal con uno mismo. Sin móvil y sin conexiones externas y en absoluto silencio con los que te acompañan, no te queda más remedio que hablar contigo, no te queda otra que la reflexión, no te queda otra que luchar y convivir de lleno con tus pensamientos, con tus emociones que vienen y van, y con el desarrollo de tu autoconocimiento. En esta actividad es imposible, aunque no lo quieras, que te sirva sin duda para conocerte mejor. Es cierto también que los que nos embarcamos en

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