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Service Leaflet - October 18, 2020 (La Santa Eucaristía)

Catedral de San Felipe La Santa Eucaristía en Distancia Social por el Bien Común

Vigésimo después de Pentecostés • Propio 24 Año A

18 Octubre 2020

Celebrante: La Rev. Cathy Zappa

El Rev. Diácono Juan Sandoval

¡Gracia y paz para tí! Somos el Cuerpo de Cristo, conectados espiritualmente, incluso cuando no podemos reunirnos en persona. Preparada en la distancia social para el bien común, esta liturgia honra los patrones de nuestra tradición y está destinada a facilitar nuestra oración común continua, mientras compartimos la comunión espiritual.

PALABRA DE DIOS

Celebrante: Bendito sea Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Pueblo: Y bendito sea su reino, ahora y por siempre. Amén.

Celebrante: Dios omnipotente, para quien todos los corazones están manifiestos, todos los deseos son conocidos y ningún secreto se halla encubierto: Purifica los pensamientos de nuestros corazones por la inspiración de tu Santo Espíritu, para que perfectamente te amemos y dignamente proclamemos la grandeza de tu santo Nombre; por Cristo nuestro Señor. Amén.

Colecta

Celebrante: El Señor sea con ustedes.

Pueblo: Y con tu espíritu.

Celebrante: Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que en Cristo has revelado tu gloria a todas las naciones: Mantén las obras de tu misericordia; a fin de que tu Iglesia, esparcida por todo el mundo, persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu Nombre; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

La Epístola: 1 Tesalonicenses 1:1–10

Lectura de la primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses

Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la comunidad de los creyentes de la ciudad de Tesalónica, que están unidos a Dios el Padre y al Señor Jesucristo. Que Dios derrame su gracia y su paz sobre ustedes.

Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, y los recordamos en nuestras oraciones. Continuamente recordamos qué activa ha sido su fe, qué servicial su amor, y qué fuerte en los sufrimientos su esperanza en nuestro Señor Jesucristo, delante de nuestro Dios y Padre. Hermanos amados por Dios, sabemos que él los ha escogido. Pues cuando nosotros les anunciamos el evangelio, no fue solamente con palabras, sino que lo hicimos también con demostraciones del poder de Dios y de la actividad del Espíritu Santo, y con una gran abundancia de gracias. Bien saben cómo nos portamos entre ustedes, buscando su propio bien.

Ustedes, por su parte, siguieron nuestro ejemplo y el ejemplo del Señor, y recibieron el mensaje con la alegría que el Espíritu Santo les daba en medio de grandes sufrimientos. De esta manera llegaron a ser un ejemplo para todos los creyentes en las regiones de Macedonia y Acaya. Partiendo de ustedes, el mensaje del Señor se ha extendido, no sólo por Macedonia y Acaya, sino por todas partes, y se sabe de la fe que ustedes tienen en Dios, de manera que ya no es necesario que nosotros digamos nada. Al contrario, ellos mismos hablan de nuestra llegada a ustedes y de cómo ustedes abandonaron los ídolos y se volvieron al Dios vivo y verdadero para servirle y esperar que vuelva del cielo Jesús, el Hijo de Dios, al cual Dios resucitó. Jesús es quien nos salva del terrible castigo que viene.

Palabra del Señor.

Demos gracias a Dios.

El Evangelio: San Mateo 22:15–22

El Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo

¡Gloria a ti, Cristo Señor!

Los fariseos fueron y se pusieron de acuerdo para hacerle decir a Jesús algo que les diera motivo para acusarlo. Así que mandaron a algunos de sus partidarios, junto con otros del partido de Herodes, a decirle: Maestro, sabemos que tú dices la verdad, y que enseñas de veras el camino de Dios, sin dejarte llevar por lo que diga la gente, porque no hablas para darles gusto. Danos, pues, tu opinión: ¿Está bien que paguemos impuestos al emperador romano, o no? Jesús, dándose cuenta de la mala intención que llevaban, les dijo: Hipócritas, ¿por qué me tienden trampas? Enséñenme la moneda con que se paga el impuesto. Le trajeron un denario, y Jesús les preguntó: ¿De quién es ésta cara y el nombre que aquí está escrito? Le contestaron: Del emperador. Jesús les dijo entonces: Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios. Cuando oyeron esto, se quedaron admirados; y dejándolo, se fueron.

El Evangelio del Señor.

Te alabamos, Cristo Señor.

Sermon: Diácono Juan Sandoval

El Credo Niceno

Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador de cielo y tierra, de todo lo visible e invisible. Creemos en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo: por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre. Por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato: padeció y fue sepultado. Resucitó al tercer día, según las Escrituras, subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre. De nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creemos en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Reconocemos un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

Oración de los Fieles: Fórmula IV

Oremos por la Iglesia y por el mundo, diciendo, “Señor, en tu misericordia, Atiende nuestra súplica.”

Diácono: Oremos por la Iglesia y por el mundo. Omnipotente Dios, concede que cuantos confesamos tu Nombre estemos unidos en tu verdad, vivamos unánimes en tu amor y manifestemos tu gloria en el mundo. Silencio Señor, en tu misericordia Pueblo: Atiende nuestra súplica. Diácono: Dirige al pueblo de este país y de todas las naciones por caminos de justicia y paz, para que nos respetemos unos a otros y procuremos el bien común. Silencio Señor, en tu misericordia Pueblo: Atiende nuestra súplica. Diácono: Danos reverencia por la tierra, que es creación tuya, para que utilicemos debidamente sus recursos en servicio de los demás y para tu honra y gloria. Silencio Señor, en tu misericordia Pueblo: Atiende nuestra súplica. Diácono: Bendice a aquéllos cuyas vidas están unidas a las nuestras, y concede que sirvamos a Cristo en ellos y nos amemos unos a otros, así como él nos ama. Silencio Señor, en tu misericordia Pueblo: Atiende nuestra súplica. Diácono: Consuela y sana a todos aquéllos que sufren en cuerpo, mente o espíritu; en sus tribulaciones dales valor y esperanza, y llévalos al gozo de tu salvación. Silencio Señor, en tu misericordia Pueblo: Atiende nuestra súplica. Diácono: Encomendamos a tu misericordia a todos los difuntos, para que tu voluntad se cumpla en ellos; y te pedimos que nos hagas partícipes con todos tus santos de tu reino eterno. Silencio Señor, en tu misericordia Pueblo: Atiende nuestra súplica.

El ministro añade una Colecta final. Omnipotente y eterno Dios, que gobiernas todas las cosas en el cielo y en la tierra: Acepta misericordiosamente las oraciones de tu pueblo y fortalécenos para hacer tu voluntad; mediante Jesucristo nuestro Señor. Amén.

El Diácono dice: Confesemos nuestros pecados contra Dios y contra nuestro prójimo.

Puede guardarse un período de silencio.

Ministro y Pueblo: Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

El Sacerdote dice: Dios omnipotente tenga misericordia de ustedes, perdone todos sus pecados por Jesucristo nuestro Señor, les fortalezca en toda bondad y, por el poder del Espíritu Santo, les conserve en la vida eterna. Amén.

La Paz

Celebrante: La paz del Señor sea siempre con ustedes.

Pueblo: Y con tu espíritu.

Avisos

Aquellos por quienes se han pedido oraciones:

Para necesidades inmediatas: Harris Allen, Jr., Judith Borden, Robyn Kim Crennan, Charles Griffin

Oraciones a largo plazo: R. Huntley Allen, Dr. T. Mayo Atkins, Edgar & Judith Beach, Perry Benton, Virginia Bicksler, Bernice Burton, Heather Clark, Sharon Crews, Terry Dornbush, Sarah duBignon, Deborah Ellington, Dan Elson, Randy Farmer, Jenny Ham, Louise Kan, Del King, Lisa Krysiak, Sandy Land, Elaine Lyon, Carol McDonald, Glenn Miller, Ashley Minear, Royce Mitchell, Laura Moore, Susan Myers, Charlie Neal, Linus Nickel, Marion Palmore, Beth Pitzer, Garry Pryor, Rowland Radford, Rubye & Wayne Reid, Tommy Ripley, Agnes Elizabeth Robertson, Fred Rudolph, Louis “Skip” Schueddig, Julie Thompson, Tommy Truesdale, Faye Van Winkle

Para familiares y amigos: Eileen Abeyesundere, Carolyn & Stan Barnwell, Bettina Bass, David Bond, Lynn Chandler, Andrew Clark, Carleton Fuller, Jean Hand, Andrea Hollis, John Jackson, Stephen Jones, Robin Kemp, Pete Livezey, Pat Martin, Marge Massey, Michelle Maxwell, Steven Norman, Richard Pinney, James Sands, Jordan Sloan, Caroline Southerland, Tina Susco, Yvonne Tate, Pierson Thames, Jeffrey Thomas, Roger Traylor, Laura & Mike Treacy, Ron M. Wallace, Whit A. Wright, Hollis Youngner

Santa Comunión

Versículo para el Ofertorio

Anden en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios. Efesios 5:2

En el momento del ofertorio, puedes ofrecerle a Dios lo que tengas. Cada uno de nosotros tiene algo que ofrecer, y Dios acepta cada una de esas ofrendas. En unos minutos, cuando el celebrante reza la Plegaria Eucarística, Dios bendice todas esas ofrendas, estén donde estén hoy.

La Gran Plegaria Eucarística

Celebrante: El Señor sea con ustedes. Pueblo: Y con tu espíritu. Celebrante: Elevemos los corazones. Pueblo: Los elevamos al Señor. Celebrante: Demos gracias a Dios nuestro Señor. Pueblo: Es justo darle gracias y alabanza.

(El Celebrante continua) En verdad es digno, justo y saludable, darte gracias, en todo tiempo y lugar, Padre omnipotente, Creador de cielo y tierra. Por nuestro Señor Jesucristo, quien el primer día de la semana venció a la muerte y al sepulcro, y por su gloriosa resurrección nos abrió el camino de la vida eterna. Por tanto te alabamos, uniendo nuestras voces con los Angeles y Arcángeles, y con todos los coros celestiales que, proclamando la gloria de tu Nombre, por siempre cantan este himno:

(Celebrante y Pueblo)

Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

(El Celebrante continua) Padre Santo y bondadoso: En tu amor infinito nos hiciste para ti, y cuando caímos en pecado y quedamos esclavos del mal y de la muerte, tú, en tu misericordia, enviaste a Jesucristo, tu Hijo único y eterno, para compartir nuestra naturaleza humana, para vivir y morir como uno de nosotros, y así reconciliarnos contigo, el Dios y Padre de todos. Extendió sus brazos sobre la cruz y se ofreció en obediencia a tu voluntad, un sacrificio perfecto por todo el mundo. En la noche en que fue entregado al sufrimiento y a la muerte, nuestro Señor Jesucristo tomó pan; y dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, y dijo: “Tomen y coman. Este es mi Cuerpo, entregado por ustedes. Hagan esto como memorial mío.” Después de la cena tomó el cáliz; y dándote gracias, se lo entregó, y dijo: “Beban todos de él. Esta es mi Sangre del nuevo Pacto, sangre derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Siempre que lo beban, háganlo como memorial mío.”

Por tanto, proclamamos el misterio de fe:

(Celebrante y Pueblo) Cristo ha muerto. Cristo ha resucitado. Cristo volverá.

(El Celebrante continua) Padre, en este sacrificio de alabanza y acción de gracias, celebramos el memorial de nuestra redención. Recordando su muerte, resurrección y ascención, te ofrecemos estos dones. Santifícalos con tu Espíritu Santo, y así serán para tu pueblo el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, la santa comida y la santa bebida de la vida nueva en él que no tiene fin. Santifícanos también, para que recibamos fielmente este Santo Sacramento y seamos perseverantes en tu servicio en paz y unidad. Y en el día postrero, llévanos con todos tus santos al gozo de tu reino eterno. Todo esto te pedimos por tu Hijo Jesucristo. Por él, y con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo, tuyos son el honor y la gloria, Padre omnipotente, ahora y por siempre. AMEN.

Celebrante: Oremos como nuestro Salvador Cristo nos enseñó.

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo, Danos hoy nuestro pan de cada día, Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, tuyo es el poder, Y tuya es la Gloria, ahora y por siempre. Amen

Fracción del Pan

(El Celebrante parte el Pan consagrado. Se guarda un período de silencio.)

Celebrante: ¡Aleluya! Cristo, nuestra Pascua, se ha sacrificado por nosotros.

Pueblo: ¡Celebremos la fiesta! ¡Aleluya!

(De cara al pueblo, el Celebrante hace la siguiente Invitación)

Celebrante: Los Dones de Dios para el Pueblo de Dios.

Durante estos próximos momentos de meditación, dondequiera que esté, por favor reciba cualquier regalo que Dios le ponga a su disposición, en cualquier forma que Dios le ponga a su disposición. Hoy compartimos la comunión espiritual.

La Comunión

La Musica de Meditacion

Después de la Comunión, el Celebrante dice: Oremos.

Celebrante y Pueblo: Eterno Dios, Padre celestial, en tu bondad nos has aceptado como miembros vivos de tu Hijo, nuestro Salvador Jesucristo; nos has nutrido con alimento espiritual en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre. Envíanos ahora en paz al mundo; revístenos de fuerza y de valor para amarte y servirte con alegría y sencillez de corazón; por Cristo nuestro Señor. Amén.

La Bendición

Y la bendición de Dios omnipotente, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sea con ustedes y more con ustedes eternamente. Amén.

Diácono: Vayan en paz para amar y servir al Señor.

Pueblo: Demos gracias a Dios.

Todos bienvenidos!!! La Iglesia Episcopal, para Usted!

Toda la música se reproduce con permiso de www.OneLicense.net (número de licencia A-717455).

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