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Service Leaflet - October 11, 2020 (La Santa Eucaristía)
Catedral de San Felipe
La Santa Eucaristía en Distancia Social por el Bien Común Fiesta del San Felipe – Diacono
Año A
11 Octubre 2020
Celebrante: La Rev. Lauren Holder
El Rev. Diácono Juan Sandoval
¡Gracia y paz para tí! Somos el Cuerpo de Cristo, conectados espiritualmente, incluso cuando no podemos reunirnos en persona. Preparada en la distancia social para el bien común, esta liturgia honra los patrones de nuestra tradición y está destinada a facilitar nuestra oración común continua, mientras compartimos la comunión espiritual.
PALABRA DE DIOS
Celebrante: Bendito sea Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pueblo: Y bendito sea su reino, ahora y por siempre. Amén.
Celebrante: Dios omnipotente, para quien todos los corazones están manifiestos, todos los deseos son conocidos y ningún secreto se halla encubierto: Purifica los pensamientos de nuestros corazones por la inspiración de tu Santo Espíritu, para que perfectamente te amemos y dignamente proclamemos la grandeza de tu santo Nombre; por Cristo nuestro Señor. Amén.
Colecta
Celebrante: El Señor sea con ustedes.
Pueblo: Y con tu espíritu.
Celebrante: Oremos. Padre celestial, Pastor de tu pueblo, te damos gracias por tu siervo Felipe, quien fielmente estuvo al cuidado y formación de tu grey; y te suplicamos que, siguiendo el ejemplo y la enseñanza de su santa vida, crezcamos por tu gracia a la estatura de la plenitud de nuestro Señor y Salvador Jesucristo; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 67
Deus misereatur
1 Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga, * haga resplandecer su rostro y venga a nosotros. 2 Sean conocidos en la tierra tus caminos, * en todas las naciones tu salvación. 3 Te alaben los pueblos, oh Dios; * todos los pueblos te alaben. 4 Alégrense las naciones y aclamen con júbilo, * porque juzgas los pueblos con equidad, y diriges todas las naciones de la tierra. 5 Te alaben los pueblos, oh Dios; * todos los pueblos te alaben. 6 La tierra ha dado su fruto; * nos bendiga Dios, el Dios nuestro. 7 Dios nos bendiga; * témanlo todos los confines de la tierra.
La Epístola: Hechos 8:26-40
Lectura de Los hechos de los apóstoles.
Después de esto, un ángel del Señor le dijo a Felipe: «Levántate y vete al sur, por el camino de Jerusalén a Gaza.» Este camino pasa por el desierto. Felipe se levantó y se fue; y en el camino se encontró con un hombre de Etiopía. Era un alto funcionario, tesorero de la reina de Etiopía, el cual había ido a Jerusalén a adorar a Dios. Iba de regreso a su país, sentado en su carro y leyendo el libro del profeta Isaías. El Espíritu le dijo a Felipe: «Ve y acércate a ese carro.» Cuando Felipe se acercó, oyó que el etiope leía el libro de Isaías; entonces le preguntó: ¿Entiende usted lo que está leyendo? El etiope le contestó: ¿Cómo lo voy a entender, si no hay quien me lo explique? Y le pidió a Felipe que subiera y se sentara junto a él. La parte de la Escritura que estaba leyendo era ésta: «Fue llevado como una oveja al matadero; como un cordero que se queda callado delante de los que lo trasquilan, así tampoco abrió él la boca. Fue humillado, y no se le hizo justicia; ¿quién podrá hablar de su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra.» El funcionario etiope le preguntó a Felipe: Dime, por favor, ¿de quién dice esto el profeta: de sí mismo o de algún otro? Entonces Felipe, tomando como punto de partida el lugar de la Escritura que el etiope leía, le anunció la buena noticia acerca de Jesús. Más tarde, al pasar por un sitio donde había agua, el funcionario dijo: Aquí hay agua; ¿hay algún inconveniente para que yo sea bautizado? Entonces mandó parar el carro; y los dos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó. Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó a Felipe, y el funcionario no lo volvió a ver; pero siguió su camino lleno de alegría. Felipe se encontró en Azoto, y pasó de pueblo en pueblo anunciando la buena noticia, hasta llegar a Cesarea.
Palabra del Señor. Demos gracias a Dios.
El Evangelio: San Mateo 28:18-20
El Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo
¡Gloria a ti, Cristo Señor!
Jesús se acercó a ellos y les dijo: Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.
El Evangelio del Señor.
Te alabamos, Cristo Señor.
Sermon: Diácono Juan Sandoval
El Credo Niceno
Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador de cielo y tierra, de todo lo visible e invisible. Creemos en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo: por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre. Por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato: padeció y fue sepultado. Resucitó al tercer día, según las Escrituras, subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre. De nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creemos en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Reconocemos un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Oración de los Fieles: Fórmula IV
Oremos por la Iglesia y por el mundo, diciendo, “Señor, en tu misericordia, Atiende nuestra súplica.”
Diácono: Oremos por la Iglesia y por el mundo. Omnipotente Dios, concede que cuantos confesamos tu Nombre estemos unidos en tu verdad, vivamos unánimes en tu amor y manifestemos tu gloria en el mundo. Silencio Señor, en tu misericordia Pueblo: Atiende nuestra súplica. Diácono: Dirige al pueblo de este país y de todas las naciones por caminos de justicia y paz, para que nos respetemos unos a otros y procuremos el bien común. Silencio Señor, en tu misericordia Pueblo: Atiende nuestra súplica. Diácono: Danos reverencia por la tierra, que es creación tuya, para que utilicemos debidamente sus recursos en servicio de los demás y para tu honra y gloria. Silencio Señor, en tu misericordia Pueblo: Atiende nuestra súplica. Diácono: Bendice a aquéllos cuyas vidas están unidas a las nuestras, y concede que sirvamos a Cristo en ellos y nos amemos unos a otros, así como él nos ama. Silencio Señor, en tu misericordia Pueblo: Atiende nuestra súplica. Diácono: Consuela y sana a todos aquéllos que sufren en cuerpo, mente o espíritu; en sus tribulaciones dales valor y esperanza, y llévalos al gozo de tu salvación. Silencio Señor, en tu misericordia Pueblo: Atiende nuestra súplica. Diácono: Encomendamos a tu misericordia a todos los difuntos, para que tu voluntad se cumpla en ellos; y te pedimos que nos hagas partícipes con todos tus santos de tu reino eterno. Silencio Señor, en tu misericordia Pueblo: Atiende nuestra súplica.
El ministro añade una Colecta final. Omnipotente y eterno Dios, que gobiernas todas las cosas en el cielo y en la tierra: Acepta misericordiosamente las oraciones de tu pueblo y fortalécenos para hacer tu voluntad; mediante Jesucristo nuestro Señor. Amén.
El Diácono dice: Confesemos nuestros pecados contra Dios y contra nuestro prójimo.
Puede guardarse un período de silencio.
Ministro y Pueblo: Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazó n; no hemos amado a nuestro pró jimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdó nanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.
El Sacerdote dice: Dios omnipotente tenga misericordia de ustedes, perdone todos sus pecados por Jesucristo nuestro Señor, les fortalezca en toda bondad y, por el poder del Espíritu Santo, les conserve en la vida eterna. Amén.
La Paz
Celebrante: La paz del Señor sea siempre con ustedes.
Pueblo Y con tu espíritu.
Avisos
Aquellos por quienes se han pedido oraciones:
Para necesidades inmediatas: John Jackson, Laura Moore, Richard Pinney, Fred Rudolph Oraciones a largo plazo: R. Huntley Allen, Dr. T. Mayo Atkins, Edgar & Judith Beach, Perry Benton, Virginia Bicksler, Judith Borden, Bernice Burton, Heather Clark, Sharon Crews, Terry Dornbush, Sarah duBignon, Deborah Ellington, Dan Elson, Randy Farmer, Jenny Ham, Louise Kan, Del King, Lisa Krysiak, Sandy Land, Elaine Lyon, Carol McDonald, Glenn Miller, Ashley Minear, Royce Mitchell, Susan Myers, Charlie Neal, Linus Nickel, Marion Palmore, Beth Pitzer, Garry Pryor, Rowland Radford, Rubye & Wayne Reid, Tommy Ripley, Agnes Elizabeth Robertson, Charlie Roper, Marty Ruegsegger, Louis “Skip” Schueddig, Julie Thompson, Tommy Truesdale, Faye Van Winkle Para familiares y amigos: Eileen Abeyesundere, Carolyn & Stan Barnwell, Bettina Bass, David Bond, Billy Campbell, Lynn Chandler, Andrew Clark, Carleton Fuller, Jean Hand, Andrea Hollis, Stephen Jones, Robin Kemp, Beth & Al Levine, Pete Livezey, Pat Martin, Marge Massey, Michelle Maxwell, Steven Norman, Gina Rosa, James Sands, Jordan Sloan, Caroline Southerland, Tina Susco, Yvonne Tate, Pierson Thames, Jeffrey Thomas, Roger Traylor, Laura & Mike Treacy, Ron M. Wallace, Whit A. Wright, Hollis Youngner
Santa Comunión
Versículo para el Ofertorio
Anden en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios. Efesios 5:2
En el momento del ofertorio, puedes ofrecerle a Dios lo que tengas. Cada uno de nosotros tiene algo que ofrecer, y Dios acepta cada una de esas ofrendas. En unos minutos, cuando el celebrante reza la Plegaria Eucarística, Dios bendice todas esas ofrendas, estén donde estén hoy.
La Gran Plegaria Eucarística
Celebrante: El Señor sea con ustedes. Pueblo: Y con tu espíritu. Celebrante: Elevemos los corazones. Pueblo: Los elevamos al Señor. Celebrante: Demos gracias a Dios nuestro Señor. Pueblo: Es justo darle gracias y alabanza.
(El Celebrante continua) En verdad es digno, justo y saludable, darte gracias, en todo tiempo y lugar, Padre omnipotente, Creador de cielo y tierra. Por el gran pastor de tu rebaño, nuestro Señor Jesucristo; quien, después de su resurrección, envió a sus apóstoles a predicar el Evangelio y enseñar a todas las naciones; y prometió estar con ellos siempre, hasta el fin de los siglos. Por tanto te alabamos, uniendo nuestras voces con los Angeles y Arcángeles, y con todos los coros celestiales que, proclamando la gloria de tu Nombre, por siempre cantan este himno:
(Celebrante y Pueblo) Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo. Llenos está n el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
(El Celebrante continua) Padre Santo y bondadoso: En tu amor infinito nos hiciste para ti, y cuando caímos en pecado y quedamos esclavos del mal y de la muerte, tú, en tu misericordia, enviaste a Jesucristo, tu Hijo único y eterno, para compartir nuestra naturaleza humana, para vivir y morir como uno de nosotros, y así reconciliarnos contigo, el Dios y Padre de todos. Extendió sus brazos sobre la cruz y se ofreció en obediencia a tu voluntad, un sacrificio perfecto por todo el mundo. En la noche en que fue entregado al sufrimiento y a la muerte, nuestro Señor Jesucristo tomó pan; y dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, y dijo: “Tomen y coman. Este es mi Cuerpo, entregado por ustedes. Hagan esto como memorial mío.” Después de la cena tomó el cáliz; y dándote gracias, se lo entregó, y dijo: “Beban todos de él. Esta es mi Sangre del nuevo Pacto, sangre derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Siempre que lo beban, háganlo como memorial mío.”
Por tanto, proclamamos el misterio de fe:
(Celebrante y Pueblo) Cristo ha muerto. Cristo ha resucitado. Cristo volverá .
(El Celebrante continua) Padre, en este sacrificio de alabanza y acción de gracias, celebramos el memorial de nuestra redención. Recordando su muerte, resurrección y ascención, te ofrecemos estos dones. Santifícalos con tu Espíritu Santo, y así serán para tu pueblo el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, la santa comida y la santa bebida de la vida nueva en él que no tiene fin. Santifícanos también, para que recibamos fielmente este Santo Sacramento y seamos perseverantes en tu servicio en paz y unidad. Y en el día postrero, llévanos con todos tus santos al gozo de tu reino eterno. Todo esto te pedimos por tu Hijo Jesucristo. Por él, y con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo, tuyos son el honor y la gloria, Padre omnipotente, ahora y por siempre. AMEN.
Celebrante: Oremos como nuestro Salvador Cristo nos enseñó.
Padre nuestro que está s en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu reino, há gase tu voluntad, en la tierra como en el cielo, Danos hoy nuestro pan de cada día, Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en tentació n y líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, tuyo es el poder, Y tuya es la Gloria, ahora y por siempre. Amen
Fracció n del Pan
(El Celebrante parte el Pan consagrado. Se guarda un período de silencio.)
Celebrante: ¡Aleluya! Cristo, nuestra Pascua, se ha sacrificado por nosotros. Pueblo: ¡Celebremos la fiesta! ¡Aleluya!
(De cara al pueblo, el Celebrante hace la siguiente Invitación)
Celebrante: Los Dones de Dios para el Pueblo de Dios.
Durante estos próximos momentos de meditación, dondequiera que esté, por favor reciba cualquier regalo que Dios le ponga a su disposición, en cualquier forma que Dios le ponga a su disposición. Hoy compartimos la comunión espiritual.
La Comunión
La Musica de Meditacion

Después de la Comunión, el Celebrante dice: Oremos.
Celebrante y Pueblo: Omnipotente y sempiterno Dios, te damos gracias porque nos has nutrido con el alimento espiritual del preciosísimo Cuerpo y Sangre de tu Hijo, nuestro Salvador Jesucristo; y porque nos aseguras, en estos santos misterios, que somos miembros vivos del Cuerpo de tu Hijo y herederos de tu reino eterno. Y ahora, Padre, envíanos al mundo para cumplir la misión que tú nos has encomendado, para amarte y servirte como fieles testigos de Cristo nuestro Señor. A él, a ti y al Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, ahora y por siempre. Amén.
La Bendición
Y la bendición de Dios omnipotente, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sea con ustedes y more con ustedes eternamente. Amén.
Diácono: Vayan en paz para amar y servir al Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.
Todos bienvenidos!!! La Iglesia Episcopal, para Usted!
Toda la música se reimprime con permiso bajo UNA LICENCIA (número de licencia A-717455).