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En Recuerdo de Adalberto Moreno Castillo

*Mujer y Poder

El pasado día 20 de abril falleció, en la CDMX el conocido y apreciado hermosillense, el multifacético -economista, politólogo, asesor de dirigentes y sindicalistas, cantante, declamador, poeta y más- Adalberto Moreno Castillo, siendo traídas sus cenizas y depositadas en un nicho de la capilla de la Santísima Trinidad, en la colonia Pitic de la capital sonorense.

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Sus exequias, de cuerpo presente se realizaron primero en el Memorial San Ángel en la capital del país en una emotiva ceremonia en que su hijo, Yasser, resaltó las virtudes y cualidades de su padre, honrándolo además con la lectura de una de las poesías de Don Adalberto, y dándosele el último adiós con un efusivo aplauso por parte de los asistentes, para posteriormente trasladar sus cenizas e Hermosillo

Adalberto Moreno Castillo fue entrañable tío de la comunicadora Sylvia Duarte Moreno , integrante del Consejo Editorial de Mujer y Poder, siendo acompañada en la Ciudad de México por la Directora General de la revista Natalia Vidales Rodríguez, quien fuera, además, amiga del hoy finado, extendiéndole el pésame al esposo de Sylvia, don Ricardo Acedo Samaniego.

La familia editorial de Mujer y Poder -miembros del Consejo, articulistas, personal de redacción y diseño- se solidariza en estos momentos con la pena que embarga a los parientes y amigos de don Adalberto Moreno Castillo, particularmente con nuestra compañera Sylvia Duarte, con quien el hoy finado mantuvo una relación de hermano.

Un Adiós en el periódico La Jornada

Su amigo, el periodista de La Jornada Maya, Fabrizio León Diez le dedicó a Adalberto un adiós en su columna titulada Adalberto, ¿qué hay, loco?, del cual aquí reproducimos un extracto:

Hombre lúcido e inteligentísimo que usaba acertadamente al saludar la palabra “loco” en su argot norteño, acento que permaneció hasta el final de su vida, no obstante los años en que vivió en la capital de México.

Lector profesional de la prensa diaria; sus disciplinas históricas fueron la base para los análisis que culminaron en acicaladas notas impresas en tarjetas o discursos, cuyos mensajes en papel pautado eran joyas para sus suscriptores.

Pudoroso él, hombre invisible, caminaba elegante y fragante; exploró la belleza, la estética de la razón y con mucha seriedad también lo que genera la maldad en el poder, la historia de la inmundicia, lo infecto, la enfermedad y el dolor.

Intelectual sarcástico, irónico e incisivo, su humor podía confundir, pero al percatarse de ello, sobre todo si los oyentes se descolocaban, en un instante paraba y reposaba en goce con la mirada encendida.