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¡Y fue declarado Culpable!

*Francisco Casanova

Qué García Luna haya resultado culpable de los 5 delitos por los que se le juzgó en la Corte de Nueva York en Estados Unidos es, para la política de México, como un parteaguas.

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Primero, porque con ese juicio se puso en juego la credibilidad de la oposición al tratarse de un personaje que trabajó en los sexenios de Fox y Calderón, en los que creció notablemente el narcotrafico, pero también la violencia y las pandillas de narcotraficantes.

Y, segundo, porque habría sido muy distinto si la suerte de García Luna hubiera estado marcada con un Not Guilty del jurado estadounidense a favor del ex Secretario de Seguridad Pública, en la época en que la delincuencia logró pasar miles de toneladas de droga inundando las calles de aquel país.

Pero no fue así. Y de esta manera, en lugar de fortalecerse la oposición, fue el movimiento de transformación impulsado por el presidente López Obrador el que se fortalece, por su lucha contra la corrupción.

Sobre todo, porque sigue avanzando la posibilidad de que en México los funcionarios públicos ya no vuelvan a involucrarse con delincuentes que hagan daño a la paz y tranquilidad mexicana, como lo hicieron desde hace mucho tiempo.

A García Luna, después de encontrarlo culpable se le dictará sentencia el próximo mes de junio. Y esta puede ser de 20 años de cárcel a cadena perpetua.

Y en ese ínter, él tiene la opción de decidir si acaso quiere lograr la pena mínima, si colabora o no con las autoridades estadounidenses para informar todo lo que sabe sobre el porqué México se convirtió en un país de narcos junto con toda una red de complicidades, incluyendo una red delincuencial en los Estados Unidos. En ese tiempo el envío de drogas era cosa de todos los días de esta actividad ilícita que deja muchos millones de dólares de manera ilegal, pero a costa de mucha sangre y una juventud dañada.

El caso García Luna aún tiene mucho que dar, pues significa todo un hilo conductor para alcanzar la verdad sobre tantas fechorías hechas al amparo del gobierno mexicano, cuando su deber constitucional es trabajar por el bien de la gente.

Y García Luna tiene ante si, una posibilidad enorme de hacerle finalmente un gran bien al país al actuar como un testigo protegido.