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El Herrero de Wootton Mayor

El Herrero de Wootton Mayor de J.R.R. Tolkien

Adaptado para su narración por Alejandra María Betancur Pérez

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Había una vez 1 un pueblo que se llamaba Wootton Mayor, era un pueblo bastante peculiar pues las personas que vivían allí se distinguían por la destreza para realizar sus oficios y por el arte culinario.

Allí había un Cocinero Mayor, él era el encargado de cocinar para cada una de las reuniones y festejos en el pueblo.

En Wootton Mayor, cada veinticuatro años durante el invierno se hacía una fiesta llamada la Fiesta de los Niños Buenos. Era una fiesta muy selecta, por lo que solo se escogían a veinticuatro niños de todo el pueblo para participar de ella.

Ese día también era muy especial para el Cocinero Mayor, pues todos esperaban que se luciera con sus preparaciones. Pero en una ocasión el Cocinero Mayor anunció que se iba de vacaciones y se marchó…

Unos meses después regresó bastante alegre y con un aprendiz, lo cual sorprendió a todo el pueblo. El muchacho era educado, con voz suave, pero todo el pueblo pensaba que era demasiado joven.

Después de tres meses con su nuevo aprendiz, un día el Cocinero Mayor sin más ni más se quitó su delantal y se despidió diciendo: «¡Hasta pronto Alf! Súpleme lo mejor que puedas y dile a todos que me voy y ahora sí no volveré.»

Este acontecimiento alborotó a todos en el pueblo y decidieron acudir a Nokes, el antigüo ayudante del Cocinero Mayor. Nokes quedó muy complacido ya que deseaba el trabajo y por esos días se acercaba la fiesta de los veinticuatro así que había que pensar en la preparación de la tarta y de todo lo que implicaba la Fiesta.

Tenía que pensar cómo la iba hacer, qué ingredientes le iba a poner, cómo sería su

1 Esta fue la versión narrada del cuento durante la Fiesta de los Veinticuatro. Procuré conservar los hechos más importantes de la historia con el fin de hacer amena la narración y apta para los niños, público objetivo de la actividad. decoración. Nokes pensó que sería buena idea hacerla como un cuento de hadas, con su respectiva hada y un letrero que dijera: “La reina de las hadas”, pero cuando iba a iniciar a hacer la tarta, Nokes se dio cuenta que no tenía ni la menor idea de qué le iba a colocar adentro. Así que recordó que el último Cocinero había dejado una cajita negra donde guardaba todas las especies y otros objetos para realizar las tartas especiales.

Cuando Nokes encontró la cajita se dio cuenta que las especies estaban secas, pero al lado encontró una estrellita diminuta. A Nokes le pareció muy curiosa, pero a Alf, el aprendiz no. —¡Es mágica¡ ¡viene del país de la fantasía! — dijo.

El cocinero se echó a reír y Alf en ese momento le preguntó: «¿Qué va hacer con ella Maestro?» A lo que el Cocinero Nokes respondió: «Colocarla en la tarta.»

Alf fue el que hizo toda la tarta. La preparó, la horneó y la decoró. Cuando los niños la vieron quedaron asombrados: ¡Es preciosa! ¡Parece un cuento de hadas!

El Cocinero les explicó a los niños todo lo que tenía la tarta por dentro y que solo uno podría encontrar una estrellita dentro de ella. Pero cuando todos terminaron de comer su pedazo, ninguno había encontrado la estrella y pensaros que se había ido al país de la Fantasía.

Pasó el invierno y llegó junio...

Un niño se levantó en su Décimo cumpleaños y pensó: “Todo se me parece al reino de Fantasía”. Comenzó a cantar y de pronto la estrella cayó de su boca. El niño la recogió y se la incrustó en la frente. Este niño llegó a ser conocido en el pueblo por su destreza en el trabajo y por ser el hijo del herrero. Disfrutaba cantar mientras hacía su oficio y las personas lo escuchaban con agrado.

El herrero, había visitado al reino de la Fantasía en varias ocasiones y disfrutaba de todo lo que

veía allí: sus árboles, flores, lagos, montaña, playas y el mar.

Allí vivió muchos sucesos en muchas ocasiones. En una ocasión vio a unos elfos con espadas y lanzas que de repente empezaron a entonar un himno de triunfo. Ese día, de regreso al pueblo vio a una doncella que le pidió bailar con él. El Herrero muy amablemente lo hizo y cuando terminaron la doncella se agachó y recogió una flor blanca hermosa y se la colocó en la cabeza. Después de su encuentro no recordaba nada al regresar a su pueblo.

Cuando el Herrero llegó al pueblo, salió a su encuentro su hijo, juntos fueron a casa y al llegar, el Herrero guardó la flor en un cofrecito, le echó llave y la guardó. Este cofre pasó de generación en generación y la flor se conservó intacta.

Habían pasado muchos años desde que el Herrero había recibido la estrella en la Fiesta. El aprendiz Alf se había convertido en Cocinero Mayor y ya se acercaba de nuevo la Fiesta de los Veinticuatro.

Pero en ese año el Herrero recibió una visita inesperada que lo escoltó hasta donde la Reina de Fantasía, que resultó ser aquella Doncella con la que había bailado aquella ocasión hacía muchos años atrás. La Reina le dio una misión al Herrero: Debía llevarle el mensaje al Rey de que había llegado la hora y era tiempo de escoger. «¿Dónde está el rey?» preguntó el Herrero. La Reina le contestó: «Pues tendrás que buscarlo tú y lo encontrarás en el lugar más inesperado.»

De regreso al pueblo, el Herrero escuchó unos pasos y junto a él estaba un hombre alto con una capa verde y una capucha. Caminaron juntos un rato y luego, cuando el hombre se quitó la capucha, el Herrero supo que era Alf el Cocinero.

Alf invitó al Herrero a que fueran a la despensa para volver a colocar la estrella en la cajita negra de donde había salido aquella última vez, ya que se consideraba que era hora que la estrellita regresara a su lugar. Los dos fueron a la despensa y Alf le contó que allí era donde su abuelo había colocado la estrellita con la ilusión de que su nieto la obtuviera algún día. El Herrero se quitó la estrella de la frente y por unos minutos tuvo la mirada nublada y no podía ver en dónde debía colocar la estrellita, así que le pidió ayuda a Alf y al colocarla en la cajita, inmediatamente la estrella perdió su brillo y se apagó.

Es extraño, pero Nokes nunca había podido olvidar aquel suceso con la estrellita en la Fiesta de los Veinticuatro. De esto hablaba con todo el mundo y como Alf sabía que este asunto de cierta forma lo mortificaba, fue y lo visitó. Recordaron aquel acontecimiento incluso con nombres propios de los niños que estaban ese día (Molly, Lily, Harry y por supuesto, el Herrero)… Así que para que se quedara tranquilo, Alf sacó de su capa la cajita negra de las especias y le mostró que allí estaba la estrellita diminuta guardada. Pero también le dijo que era un viejo malagradecido, pues Alf era el que siempre había cocinado por él y Nokes nunca le había agradecido. Además, nunca había aprendido a respetar al Reino de Fantasía y le faltaba un poco de educación.

Nokes empezó a burlarse de Alf pero él le dijo: «¿Tienes un momento para hablar con el Rey de Fantasía?» Nokes se asustó un poco y le pidió que no le hiciera daño. Se quedó dormido en su silla y cuando despertó, pensó que todo había sido un mal sueño.

De nuevo llegó la Fiesta de los Veinticuatro. El Herrero estaba allí con su esposa y estaba muy pendiente de Tim, un niño regordete, torpe para bailar, pero con una voz dulce e incluso muy callado. Cuando llegó la hora de comer la tarta, Tim le pidió al Cocinero un trozo pequeño, pues estaba muy lleno. Mientras los niños comían, el Herrero estaba muy pendiente de Tim y los demás adultos comenzaron a decepcionarse cuando vieron que los niños no encontraban en sus tartas ninguna sorpresa, ni monedas, ni estrella. Pero de un momento a otro Tim empezó a reír y a cantar. Y de esta forma supo el Herrero que Tim era el elegido.

Luego de esto, el Cocinero Alf dijo: «Llegó la hora de partir. Yo regreso a casa, pero les dejo a mi aprendiz Harper.» Los niños despidieron al Cocinero con alegría y le agradecieron la tarta tan linda que había hecho para ellos. Y Harper se comprometió a cuidar cada una de las especias, objetos y pinturas que se empleaban en la realización y decoración de la tarta para la Fiesta de los Veinticuatro.

Y colorín colorado ¡Este cuento se ha acabado!