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Recurso de alambrar

F.Pistorius. El retorno a su rutina por los mismos lugares era algo sacramental, ya que después de tantos años de rumbos obligados por las vías, era inevitable cierta paciencia, en sus procesos internos, la vida en el villorio era como la esperanza en alguna variable. En algún compás de cajita de música. Hay circunstancias en que la proximidad especular pude provocar la necesidad de un desvío, cumplió funciones alguna vez como funcionario den la “Yatay”, de camino se tomaba una amarga con jerezano en el “Bar de Vida” que había quedado debajo del viaducto. La gente común de vez en cuando rodaba por las vías, otras cruzaban y los menos, las pérdidas aceptables, buscaban el sueño en ellas. Siempre existieron desvíos , en la mente, en las palancas, en los adioses definitivos.

­ Pero amigo Pedro, esto no es novedad, el primer corresponsal del diario “The Triumph” ya en 1942 había hablado algo de eso – este diario barrial fundado por Vladimir Choff, primer comerciante del pueblo “Las Lanza”, cofundador del “Movimiento Nacionalista Patria de Todos , seguidores de Aparicio ­, en el número 13 año 2 publica en titulares, “Quien apretó el gatillo el día que el padre Pedro volvía del via crusis”, “Suena igual pero no es los mismo”,”La luz de nadie”.No recuerda?

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­ Don Alberto, recuerda detrás de los robles de la casa rosada, donde encontraron la enorme caja de Doña Marta la mujer del Coronel Medina, allí donde están las canchas de tenis de los ingenieros ingleses que vinieron a poner el tren, bueno las lenguas dicen que “adentrada” la noche una imprevista luz aparece, los perros de Pascualito enloquecen y cuando salen es como si nada.

… en el bar, la destruida fachada vende la última gaseosa, burbujeante recreo para las miradas pasivas del conglomerado congreso “paredón del sol”, estatuas signadas a la ventura de cualquier cambio, condenados a suertes pasajeras que no han podido con el negro destino de pizarrón, “hoy cazuela”, menú intuido por cualquier mortal en la comarca. Pedro Javier Casas, jubilado de la Administración de Ferrocarriles del Estado, bautizado en la iglesia del lugar y asiduo colaborador del mimado “cofre diezmario” del padre Pedro, status que le permite tomar la palabra, trata de recordar la anécdota por vaya saber que penúltima vez, del relato del recurso de alambrar.

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