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200 Años de Relacoines Binacionales México-Estados Unidos
El Presidente López Obrador sostuvo una relación de simpatía mutua con el Presidente Trump, pero este no cejó en sus agresiones verbales al pueblo mexicano y en sus presiones y exigencias al gobierno de nuestro país, con amenazadoras disertaciones y actitudes en materia de aranceles y de migración, más con el tema del famoso muro en la frontera de EEUU con México, usado como ardid electoral para motivar a la ciudadanía conservadora. Con la llegada del Presidente Biden, la situación bilateral ha sido muy sinuosa, sobre todo en el discurso del presidente mexicano, no obstante las buenas maneras y los buenos oficios del ex Canciller Marcelo Ebrard Casaubon.
Por Lic. Heriberto M. Galindo Quiñones
La relación entre México y los Estados Unidos de América ha sido mucho más que un acontecimiento jurídico, diplomático histórico, político, económico, financiero, social, demográfico y cultural de la mayor importancia, no solamente para los dos países, para nuestro continente, y también para el mundo, donde vivimos un régimen de interdependencia en todos los aspectos
Evocación del pasado:
La reducida y naciente población estadounidense observó con cierto interés la lucha por la independencia nacional mexicana iniciada en 1810 por los valerosos insurgentes encabezados por el Cura Miguel Hidalgo y Costilla, acompañado por un valioso grupo de inteligentes pensadores y valientes y decididos luchadores, como José María Morelos y Pavón, Ignacio Allende, Ignacio Aldama, Josefa Ortiz de Domínguez y muchos más.
El interés del vecino país subió de tono tras la consumación de nuestra independencia, la cual ocurrió en 1821 a la luz de los acuerdos firmados por Agustín de Iturbide y por Vicente Guerrero, integrante de la segunda generación de luchadores independentistas mexicanos.
Después de innumerables vicisitudes producto de la recién obtenida independencia, nuestro país tuvo infinidad de presidentes, algunos que duraban meses y cuando mucho escasos un año, y se repetían mediante reelecciones discontinuas; hasta que se configuró la Constitución de 1824 y más tarde la Constitución de 1857 que nos dio la categoría de República soberana.
La dolorosa pérdida de la mitad de nuestro territorio ocurrió en 1848, luego de las desiguales y cruentas batallas ocurridas durante dos años, habiendo logrado EEUU que el nefasto e infame presidente Antonio López de Santana cediera, ante amenazas y firmas forzadas, la entrega del territorio que hoy ocupan los Estados de California, Texas, Arizona y Nuevo México; esa costosísima perdida dejó heridas y cicatrices imborrables en nuestros cerebros, en nuestros corazones y en nuestros sentimientos.
En esos años de tanto pesar, lógicamente que el odio y el desprecio de la mayoría del pueblo mexicano hacia los Estados Unidos de América se fue acrecentando, y más aún al verse invadido por el ejército estadounidense que osó colocar su bandera en el Palacio Nacional, y combatió en el Castillo de Chapultepec, donde nuestros históricos Niños Héroes ofrendaron sus vidas en defensa de la patria frente al invasor.
Superada en apariencia la crisis, y después de que López de Santana ocupara seis veces la presidencia de México, en 1855 fue derrotado y abandonó el país refugiándose en Cuba. Lo sucedió el General Vicente Guerrero.
A partir de entonces se fueron fijando las bases para el nacimiento de la nueva República soberana de México.
Durante la etapa caracterizada por las Leyes de Reforma impulsadas por la pléyade de patriotas liberales liderados por don Benito Juárez se consolidó la definición y el concepto de la República, aunque en medio del también dolorosísimo acontecimiento que fue la presencia de Maximiliano de Habsburgo al imponernos un pretendido imperio con el apoyo del más rancio conservadurismo mexicano de aquella época, quienes se oponían a las leyes juaristas y apoyaron al austriaco concediéndole categoría de Emperador.
Benito Juárez recorrió el país y también visitó los Estados Unidos, y así obtuvo la simpatía de innumerables patriotas mexicanos y también del gobierno estadounidense, sobre todo del presidente Abraham Lincoln, quien dio todo su apoyo al presidente Juárez ante la invasión francesa que enfrentó, incluso para proteger en Nueva York a su esposa e hijos, además de reconocer a Juárez como el presidente legítimo mexicano y brindar a su gobierno un crédito financiero importante.
Las relaciones diplomáticas tomaron un curso positivo y de respeto desde los gobiernos liberales hasta el gobierno encabezado durante treinta años por el General Porfirio Díaz.
Surgió la revolución mexicana y algunos sectores estadounidenses se pusieron nerviosos e incómodos, y entonces las relaciones bilaterales volvieron a enrarecerse y a complicarse, con el añadido de la participación activa de los embajadores estadounidenses quienes se entrometían demasiado en las instancias y en los asuntos de poder político, económico financiero de nuestro país, con notable acercamiento con la alta burguesía y la aristocracia mexicana.
Y así llegamos a la invasión que Estados Unidos realizó en el Puerto de Veracruz en 1914, que fue defendido valientemente por los cadetes de la Escuela Naval Militar.
Superadas estas difíciles situaciones, la relación bilateral ha tenido luces y sombras notables:
Los principales problemas de entendimiento y de acuerdos positivos y útiles para ambos países tienen qué ver con la migración, las drogas, las armas, el espionaje, los aranceles, las amenazas intervencionistas y el rechazo del Presidente López Obrador con la consecuente crítica al gobierno de EEUU.
Los aspectos positivos más notables se presentaron: durante la Segunda Guerra Mundial entre los presidentes Franklin D. Roosevelt y Manuel Ávila Camacho; el Programa “Bracero” que se basaba en la contratación documentada de trabajadores mexicanos; posteriormente, también fue muy importante la Alianza para El Progreso, promovida por el Presidente John F. Kennedy, y en nuestro país con el aliento del Presidente Adolfo López Mateos.
De hecho, la relación entre López Mateos y Kennedy tuvo logros importantes para México, como lo que representó el retorno a nuestro país de la porción territorial denominada “El Chamizal” de 177 hectáreas, luego de diversas conversaciones y negociaciones entre ambos presidentes que culminaron en 1964 con la entrega simbólica de ese territorio por parte del presidente Lyndon B. Johnson (pues Kennedy ya había fallecido) a México, en la frontera, con la presencia del presidente mexicano López Mateos.
El Presidente Gustavo Díaz Ordaz pronunció un brillante y vibrante discurso en la sede del Congreso de Estados Unidos en el Capitolio donde hizo muy serios cuestionamientos, y tuvo acuerdos y desacuerdos con el presidente Lindon B. Johnson en la Conferencia continental celebrada en Punta del Este, Uruguay.
El Presidente Carlos Salinas de Gortari logró notabilidad con la firma del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá; y el Presidente Ernesto Zedillo logró apoyos financieros muy importantes con el Presidente William Clinton.
Los Presidentes Fox, Calderón y Peña Nieto, sostuvieron buenas relaciones, pero con situaciones complicadas en materia de seguridad, drogas y armas; con los presidentes estadounidenses William Clinton, George W. Bush y Barack Obama.
No se puede ignorar que el gobierno de Obama expulsó de los Estados Unidos a dos millones setescientos mil latinoamericanos, la mayoría compatriotas nuestros.
Estas expulsiones y la represión de entonces y de la actualidad contra nuestros paisanos me enerva.
Las relaciones del presidente Andrés Manuel López Obrador con los presidentes Donald Trump y Joseph Biden ha tenido innumerables altibajos y luces y sombras que intranquilizan tanto a sectores mexicanos como estadounidenses, incluida de manera notable la población migrante.
Sin embargo se logró la actualización del TLC o NAFTA, que se convirtió en TMEC.
El Presidente López Obrador sostuvo una relación de simpatía mutua con el Presidente Trump, pero éste no cejó en sus agresiones verbales al pueblo mexicano y en sus presiones y exigencias al gobierno de nuestro país, con amenazadoras disertaciones y actitudes en materia de aranceles y de migración, más con el tema del famoso muro en la frontera de EEUU con México, usado como ardid electoral para motivar a la ciudadanía conservadora.
Con la llegada del Presidente Biden, la situación bilateral ha sido muy sinuosa, sobre todo en el discurso del presidente mexicano, no obstante las buenas maneras y los buenos oficios del Canciller Marcelo Ebrard Casaubon.
Hay una nociva guerra de dimes y diretes en temas de actualidad como lo son los que se refieren a drogas, especialmente el fentanilo, seguridad, armas, migrantes, y respeto a los compromisos contenidos en el TMEC (versión actual del antiguo TLC o NAFTA).
Consideramos que no es conveniente ni pertinente sostener una relación de acusaciones mutuas, confrontación y belicosidad. El gobierno estadounidense, que actualmente se encuentra debatiendo sobre la posible calificación de terroristas a los principales narcotraficantes mexicanos, lo que le obligaría a actuar en territorio mexicano, lo cual es inadmisible, y ni el gobierno ni el pueblo mexicano lo aceptarían, ni lo permitirían.
Para llevarnos mejor lo que les urge a ambos países es profundizar en una adecuación y en reformas a las leyes migratorias de ambos países, y adicionalmente tratar a fondo los temas de migración, de estupefacientes y de armas.
* El Lic. Heriberto Galindo Quiñones ha sido Cónsul General de México en Chicago, Embajador en Cuba, además de diputado federal y senador en recientes legislaturas, así como coordinador del grupo parlamentario del Partido Revolucionario Institucional.
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