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Héctor Daniel Brum
Héctor Daniel Brum14
3 de enero de 1946 - 20 de diciembre de 1974 Olga Eneida Basaldúa15
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Para la libertad sangro, lucho, pervivo. […] Ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada. Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida Porque soy como el árbol talado que retoño.
Miguel Hernández
Diciembre de 1974.
Días de miedos, gritos callados.
Silencio.
Fue un 20 de diciembre cuando la policía de Canelones comunicó la aparición de los cinco cuerpos, cinco cadáveres no identificados encontrados en una ruta cerca de Soca, hoy, «camino de los Fusilados».
Poco después, en los noticieros locales, se daba a conocer la noticia con nombres y filiación de las cinco víctimas. De esa manera, a través de un aparato de televisión y un periodista insensible, lo supimos familiares y amigos. Dos de ellos eran amigos de la infancia y adolescencia: María de los Ángeles Corbo Aguirregaray y su esposo, Héctor Daniel Brum Cornelius. Un fárrago de recuerdos se aglutinó en mi memoria. Si bien ambos eran amigos muy queridos, el vínculo con Daniel era más estrecho y fraternal, al igual que con su hermano Carlos. Habíamos cursado escuela y
14La presentación de Daniel debía hacerla su hermano Carlos María, quien dedicó hasta sus últimos días a mantener vivo el recuerdo de Daniel. Falleció sin conocer la verdad. Carlos, Camba, como le decían, siempre vivió buscando respuestas, hasta el final. 15Amiga de Daniel en la infancia y adolescencia.
liceo juntos. La cercanía de nuestras casas hacía asiduas las visitas de Daniel. Alumno querido de mi madre, en quien se destacaba su espíritu solidario, su gran inteligencia y su humildad.
Minutos luego de conocida la trágica noticia acudieron a saludar a mi madre amigos, exalumnos y compañeros. Esos seis años habían establecido un lazo de afecto recíproco entre maestra y alumno.
Héctor Daniel Brum nació un tres de enero de 1946 en Artigas, ciudad que dio a luz a un presidente mártir, Baltasar Brum. Daniel llevaba su misma sangre. Y como él, también su esposa fue sesgada por un ideal de justicia y dignidad. Daniel y Marisa fueron asesinados, vilmente arrebataron sus sueños de construir un mundo mejor.
Él creía, como Rimbaud, que «À l’aurore, armés d’une ardente patience, nous entrerons aux splendides Villes». Esas ciudades que quería construir para todos, llenar sus manos de flores, de ternura, de justicia y dignidad.
Mi madre solía decirle «Tú serás presidente», a lo que Daniel respondía: «No quiero ser presidente, yo quiero ser pintor». Tenía un don especial para el dibujo. Era un niño generoso, sencillo y muy inteligente. Amaba la pintura y la poesía, amaba la vida.
Dos cambios se sucedieron en la vida de Daniel, ambos dolorosos. El primero ocurrió al finalizar el año 1961. Eran los últimos días de clase y el último año juntos. El siguiente año nos separaríamos de acuerdo a las orientaciones. Esa situación daba lugar a reuniones de despedidas y fotos del grupo.
Una mañana nos tomamos una foto con el profesor de Filosofía, Lidio Ribeiro Riani, excelente docente a quien estimábamos y respetábamos. Daniel aparece en esa foto justamente a su lado. Fue como la última cena con Judas Iscariote. No, no se vendió por 30 monedas. Pero ya estaba en marcha un plan macarthista comandado por el grupo Orpade16 con el fin de expulsar a los profesores de izquierda. Lidio Ribeiro era socialista. Varios profesores fueron perseguidos, acusados injustamente de proselitismo.
16Organización de Padres Demócratas.
Daniel, en plaza pública, incitaba la destitución de aquellos «cretinos útiles». Mi decepción fue enorme, nuestra amistad se rompió. Daniel seguía yendo a mi casa. Yo no le hablé más.
Hoy estoy convencida de que su participación fue producto de su ingenuidad y desconocimiento de la causa. Digo esto porque al llegar a Montevideo a proseguir sus estudios ocurrió su segundo cambio. Ya más maduro y con una visión más lúcida de la realidad, su vida y accionar dieron un vuelco total y tomó partido por la izquierda más radical: se integró al MLN. Participó en acciones audaces y riesgosas, impelido por la consecución de un mundo ideal. Esa utopía impregnada de rebeldía romántica y el convencimiento de que se lograría cambiar el mundo unieron a muchos jóvenes y, como tantos otros, fueron proscriptos y pasaron a la clandestinidad.
Daniel perdió la libertad y fue confinado a la cárcel de Punta Carretas, donde cumplió su condena. Después, de manera cruel, perdería su vida acribillado. Luego de haber sido torturado, fue secuestrado en Buenos Aires y trasladado a Montevideo en el vuelo cero junto a las otras víctimas. Ninguno de ellos estaba requerido.
Privado de la libertad, desde la cárcel de Punta Carretas, enviaba recuerdos a su vieja maestra Eneida Texeira de Basaldúa. Recuerdo un marcador realizado por él. Era de cuero y escrito con un pirograbador, un poema dedicado a mi madre:
Eneida
Mi tierra será tuya yo voy a conquistarla no sólo para dártela sino que para todos, para todo mi pueblo. Todas las flores de la vida crecerán en mis manos acostumbradas antes a la pólvora y sabré acariciar las nuevas flores porque tú me enseñaste la ternura. Daniel Brum Punta Carretas, 1971
Tuve la suerte y la oportunidad de reconciliarme con Daniel un 22 de setiembre. Subíamos ambos las escaleras de la Universidad y nos encontramos en la explanada. Nos saludamos con un abrazo y dándome un beso me dijo: «Este es para tu madre». Era el día del maestro. Fue la última vez que lo vi y esas son las últimas palabras que le escuché decir.
El episodio con el profesor de filosofía merece ser recordado por la nobleza de ese docente. Lidio se exilió en México, donde desarrolló una excelente carrera en el área de Ciencias de la Educación. Ha publicado varios libros.
No hace muchos años llegó a su Artigas natal a presentar su último libro. No pude dejar de emocionarme al leer la dedicatoria impresa en la primera página: A mi exalumno «Pajarito» Brum, quien tuvo la entereza moral de abandonar su actividad macarthista y abrazar la causa de los desheredados y morir de la manera más cruel y macabra en defensa de ese ideal. Con la admiración de su primera víctima de esa etapa superada, L. N. R. R.17
17Ribeiro, Lidio. Tecnociencia para una moral vital: La vida humana como afirmación, desarrollo y plenitud. Montevideo, 2013.