El Chasqui sigue recorriendo las comunidades llevando el mensaje primaveral del mes de setiembre. El editorial de este mes quiere recoger en sus líneas dos aspectos sumamente importantes: la juventud y la educación que se cohesionan en una preocupación nacional, después de casi dos meses de huelga del magisterio en diferentes regiones del país. Las políticas del Estado buscan ampliar las oportunidades de desarrollo a los jóvenes de nuestro país ofreciéndoles Beca 18 para aquellos que se esfuerzan por crecer académicamente y se habla de convenios con el extranjero para seguir especializaciones en universidades de prestigio. Todo ello es digno de aplauso; pero lamentablemente muchos jóvenes que se educan en el sector público y al interior de nuestro país no podrán llegar a ser parte de ese sueño. Todos hemos sido testigos que este año ha rebalsado la paciencia de los docentes y han tenido que tomar las calles y atrincherarse a las afueras de la sede del Ministerio de educación para exigir una promesa que data desde hace años. Me tomo la libertad de compartir con ustedes un fragmento de FORO EDUCATIVO publicado el 6 de agosto de este año en el Diario la Primera, que a la letra dice así: “…La Ley de Desarrollo Docente está en camino. Los argumentos para defender la anterior que no dio frutos ya están desfasados. Luego de un debate serio y amplio, podremos tener una Ley para la carrera magisterial, pero queremos también tener maestros reconocidos que se sientan parte del cambio educativo. Esto exige en primer lugar rechazar tajantemente los comentarios ofensivos a los maestros que los trataron de burros y flojos (Correo), así como antes los tacharon de comechados (Alan y Chang). Otros no los insultaron pero se escandalizaron que se les dé un aumento salarial “a cambio de nada” olvidando que el país tiene una enorme deuda histórica con ellos que apenas podría empezar a pagar con un aumento flat que los saque del nivel de sobrevivencia al que han sido sometidos…” El desafío de la educadora RSCJ, es demostrar en las aulas que no tememos a las evaluaciones; que amamos educar y a nuestros educandos; que el talante educador está en nuestro ser y nos permita seguir esforzándonos en nuestra misión educadora, sin dejar de lado la solidaridad con aquellos colegas que les mueve su celo apostólico y no los tintes políticos y partidarios y que esperan un trato justo y digno. Que este tiempo primaveral el Señor siga haciendo salir el Sol para todos y podamos florecer con su ternura, que la juventud que educamos nos contagie su dinamismo y esperanza para seguir aceptando el desafío de nuestro ser educador legado por Magdalena Sofía.
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