Iniciamos este mes, alentadas por el fervor patriótico que brota al celebrar el 191 aniversario de nuestra Independencia Nacional, ocasión por demás especial para agradecer a Dios por las maravillas y las riquezas que nos ha regalado y principalmente por el sentimiento de unidad, de pertenencia y de colaboración que surge entre los que deseamos un Perú más grande, donde la vida plena sea cada vez más posible para todos. Nuestra tarea es entonces aprender a construir nuestro País y a hacerlo con esperanza, dejándonos sensibilizar por la realidad, al punto que podamos mirarla, y hacernos cargo de ella. Asumir esta tarea, que nos corresponde e involucra a todos, nos hace crecer en humanidad y en conciencia y responsabilidad ciudadana. Parafraseando uno de los documentos de nuestra Congregación, podemos decir “La suerte de nuestro País está en nuestras manos”. Agosto también nos propone, la celebración y el reconocimiento de las poblaciones indígenas, la reincorporación de Tacna al Perú y el noveno aniversario de la entrega del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación al País. Que su conmemoración nos lleve a fijar la mirada especialmente en los más vulnerables, a estar atentas ante cualquier atropello a la libertad y los Derechos Humanos y sobre todo, nos comprometa a seguir trabajando por un país con menos brechas sociales y económicas, donde todos nos sintamos más hermanos evidenciando así la tan ansiada reconciliación. Pidamos a Santa Rosa de Lima, la ciudadana que miró la realidad de su pueblo, en especial el dolor y la necesidad de los más pobres y respondió con prontitud, ingenio y generosidad, que nos ayude a cada una de nosotras/os, a hacer cada vez más real el deseo que Dios tiene para con su Pueblo.
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