Chasqui Perú Año 40 – 341 Octubre 2011
Octubre mes de celebraciones importantes, comenzamos con la fiesta del Señor de los Milagros, que nos remite a la fe de nuestro pueblo, devoción que expresa su confianza en el Dios que camina entre los sufrimientos, las búsquedas y las alegrías del pueblo peruano. Un Jesús atento a nuestras realidades y necesidades, deseoso de permanecer en nuestras vidas. Mes, que como Sociedad del Sagrado Corazón evocamos a Mater, la Virgen de lo invisible y lo esencial, que en el silencio de la oración, todo lo acoge, lo reflexiona, lo contempla. Ella medita en su corazón lo que Dios le va diciendo a través de personas y acontecimientos. Nada de lo que sucede en su entorno, deja de tener importancia en su corazón. El calendario cívico peruano nos propone reflexionar sobre nuestro planeta, como la casa de todos al recordar el día mundial del hábitat; nos invita a ser más conscientes del problema del hambre en el mundo, en el día mundial de la alimentación y dirige nuestra mirada de modo especial a las personas discapacitadas o con capacidades diferenciadas. Uniendo la reflexión de la dimensión eucarística de nuestra vida, que hemos realizado este año, pidamos al Señor de los Milagros que siga animando nuestra esperanza de que nuestro mundo sea un gran banquete, una mesa abierta, en la que se comparte el pan y la palabra, en la que el Señor enjuga las lágrimas que surgen ante tantas situaciones de muerte que hoy vemos y que cada día vivamos en actitud de confianza y compromiso por lograr el gran milagro de la vida, abundante para todos, trabajando juntos en la construcción de un mundo más habitable. (Cap. 1994) En este mes en que se realiza el Congreso Juvenil, acudamos a Mater, la Virgen joven, para que sea ella quien vaya hilando fino el camino que vamos haciendo con las/os jóvenes del Sagrado Corazón, para que en una relación de reciprocidad, sigamos compartiendo nuestra espiritualidad, porque estamos convencidas que tiene algo importante que decir al mundo de hoy. Que aprendamos de Mater, su capacidad de contemplación, esa cualidad que nos hace pasar por el corazón todo lo que vamos viviendo.