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Camino Neocatecumenal Francisco celebra con 150.000 fieles el 50º aniversario

FRANCISCO DE CERCA

ENCUENTRO CON LOS NEOCATECUMENALES

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El Camino Neocatecumenal celebró su 50 aniversario “¡ID! Y HACEOS RECONOCER”

150.000

Fieles. En el encuentro han participado unos 150.000 fieles. Con ellos, 16 cardenales y 90 obispos.

Escuchando. Kiko Argüello, Ascensión Romero y el sacerdote Mario Pezzi, los “líderes” del Camino.

por Cecilia Seppia

Para la celebración de sus 50 años de historia, los miembros del Camino Neocatecumenal han celebrado un encuentro multitudinario en el mismo lugar en el que en el año 2000 el papa Juan Pablo II se reunió con los jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud: la gran explanada de Tor Vergata, a las afueras de Roma. Francisco fue acogido por las manifestaciones festivas de casi 150.000 fieles de 134 países, guiados por el entusiasmo de Kiko Argüello, quien –tras una experiencia en las periferias de Madrid– fundó el Camino en una parroquia de Zamora en los años sesenta junto a Carmen Hernández, fallecida en 2016 y recordada a través de una gran fotografía en el inmenso escenario.

LA ENERGÍA DE LAS PALABRAS DEL PAPA

Ante el entusiasmo del ambiente, el Papa respondió con un discurso lleno de invitaciones y, podríamos decir, muy “energético”. “Me alegra encontraros y decir hoy con vosotros: ¡gracias! Gracias a Dios y también a vosotros, sobre todo a aquellos que han hecho un largo viaje para estar aquí”, fueron las primeras paMúsica y fe. Los cantos y música son importantes, Argüello mismo los animó tocando la guitarra.

labras del Papa. A los miembros del Camino, que interrumpieron continuamente con sus aplausos, el Papa les pidió que no estén tristes jamás y les invitó a caminar, a salir, porque la misión es hoy una prioridad de la Iglesia. Dijo: “en la vida es fuerte la tentación de quedarse, de no correr riesgos, de contentarse con tener la situación bajo control. Es más fácil quedarse en casa, rodeado de aquellos que nos quieren, pero no es el camino de Jesús… Él envía. No usa términos medios. No autoriza excursiones cortas o viajes reembolsados, sino que dice a sus discípulos, a todos sus discípulos, una palabra solo: «¡Id!»”. Para ponerse en camino, sin embargo, es necesario ser ágiles y ligeros, hay que estar atentos a no hacer más lento el paso de los demás, prosiguió Francisco: “Para anunciar hay que renunciar. Solo una Iglesia que renuncia al mundo anuncia bien al Señor. Solo una Iglesia liberada del poder y del dinero, libre de triunfalismos y clericalismos testimonia de manera creíble que Cristo libera al hombre. Y quien, por su amor, aprende a renunciar a las cosas que pasan, abraza este gran tesoro: la libertad”. Francisco insistió en una tema que le toca directamente el corazón: ir de misionero no quiere

Desde Tierra Santa. En el escenario se colocó una reproducción del “Juicio Universal” pintado por Kiko Argüello para la ‘Domus Galileae’, en el Monte de las Bienaventuranza (Israel).

Inspiración. El mural está inspirado en un icono del 1400 y está plagado de símbolos.

decir proselitismo ni explicar teorías o esquemas, sino desarrollar gestos concretos llenos de humanidad y alegría: “No cuentan los argumentos que convencen, sino la vida que atrae; no la capacidad de imponerse, sino el valor de servir… Y vosotros tenéis esta vocación para anunciar la vida en familia. Llevad este ambiente familiar a tantos lugares desolados y privados de afecto. ¡Haceos reconocer como amigos de Jesús!”. Simbólicamente Francisco bendijo y entregó 34 cruces a 34 responsables de nuevas misiones ad gentes, es decir misiones de evangelización en lugares donde es necesario el primer anuncio del Evangelio. Serán en Corea, Turquía, norte de África, India e Islandia en las que sacerdotes y familias neocatecumenales vivirán durante un periodo de tiempo para volver a encender la fe en los corazones y construir, con los obispos locales, sólidas comunidades cristianas. Con ellos también estaban otros sacerdotes y laicos que sostendrán, con su oración y ayuda, las actividades de algunas parroquias de las periferias de Roma. Con el canto del Te Deum concluyó esta gran fiesta de la fe, y Francisco concluyó con una nota de alegría y entusiasmo pidiendo: “¡no os olvidéis de rezar por mí, que me quedo aquí!”.

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