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Etarra Makazaga: A Lejarza lo torturaron y lo hicieron desaparecer

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»Al día siguiente la agencia Europa Press difundió una extensa noticia, que publicaron la mayoría de los diarios, en la que se decía que “uno de los miembros del comando que sostuvo ayer tarde un enfrentamiento con la fuerza pública” entró por la fuerza en el domicilio de un alto cargo franquista, que habitaba en la zona, “efectuó varias llamadas telefónicas en las que se identificó como Lobo” y, tras permanecer hora y media en dicho domicilio, “salió a la calle no sin antes cortar la línea telefónica de un tirón”. »ETA supo en septiembre de 1975 que la emisión internacional en castellano de la BBC habló de un Lobo que provocó las caídas del 30 de julio, pero al parecer no se enteró de la noticia difundida por Europa Press, que fue sin duda la fuente en que se basó la BBC. En todo caso, es absolutamente falso lo que afirmaron los periodistas Miralles, Arqués y Duque en el reportaje “El Lobo que desgarró a ETA”, publicado en Diario 16. Dichos periodistas pretendieron que “los servicios de información se ocuparon de que la prensa no publicara una sola línea de este incidente, pese a que era conocido en más de una redacción”. Eso hubiera sido, sin duda, lo normal, pero sucedió todo lo contrario, ya que se encargaron de que se publicara en la mayoría de los diarios y de forma destacada. »Lo primero que deduje tras descubrir la noticia divulgada por Europa Press fue que, si se divulgó en pleno franquismo, tuvo que ser porque así lo decidieron los servicios de información franquistas. Era imposible que aquella noticia hubiese escapado a su control, estando como estaban, controlando muy bien todo lo que se publicaba en relación con los tiroteos de la víspera (tardaron más de cinco días en dar el nombre del militante muerto). »También deduje que la noticia no podía ser sino falsa, ya que de ser cierta nunca hubiesen permitido su divulgación, porque iba sin duda a levantar la sospecha de la existencia de un topo que no podía ser sino Mikel Lejarza. Por eso lancé la

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hipótesis de que Lejarza pudo ser detenido el 30 de julio de 1975 y, tras ocultar dicha detención, fue torturado, quebrado y obligado a colaborar.»

Periodista Zuloaga: Empezó a correr el rumor de que el etarra huido era un colaborador

Zuloaga no tardaría mucho en convertirse en uno de los máximos especialistas en el terrorismo de ETA. —Hay que saber cómo funcionaban en esa época los comandos —explica—. Siempre han dispuesto de unas normas de seguridad absoluta y en esos tiempos más. Si éramos dos miembros de ETA y yo te daba una cita en un bar concreto a las 4:30 y otra posterior a las 5, si en ninguna de las dos aparecías, yo y el resto del comando desaparecíamos porque dábamos como seguro que te habían detenido. La dirección en Francia lee varios días después del suceso las noticias de la detención, se enteran de que hay un muerto y dos detenidos. Piensan que les falta uno, que ha desaparecido y que no puede estar escondido en un piso de seguridad porque la Policía los desmanteló. »Hay un detalle sumamente importante del que se enteran por mi noticia cuando la difunde la BBC, con la que ellos mantenían muy buenas relaciones, demostradas porque les mandaban comunicados y los ingleses se los difundían. Entre las medidas de seguridad estaba que ningún miembro de un comando podía llamar a Francia desde un teléfono particular. Debía hacerlo, sin pretexto, desde una cabina telefónica. Cuando leen lo de la llamada, se dan cuenta de que el tío está incumpliendo las normas de la organización terrorista, agravado por el hecho de que nadie en la organización ha recibido esa llamada. ¿Quién coño es ese? Deducen que ha caído el comando y que puede ser por culpa de ese que ha llamado y no ha sido a ellos.

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El periodista interpreta con cierta razón que la salida a la luz de esa llamada de alguien que se identifica como Lobo lo que realmente hace es poner al protagonista en el punto de mira de ETA, lo señala como traidor, un gran peligro para su integridad física. Una opinión que coincide con la del oficial de caso de Mikel Lejarza, que piensa que ETA puede sospechar de él y decide no contarle la noticia difundida por Europa Press y publicada por varios medios. Piensa que así evita que su pupilo entre en pánico. —Yo interpreto que ETA, con los sistemas de seguridad que tenía establecidos, vio que Mikel Lejarza no había acudido a las citas convenidas, no tenía que llamar a quien tenía que llamar, pensaron que había algo, y aparece la noticia de la llamada con un etarra que dice llamarse Lobo, un alias que nadie usa en la organización, y empiezan a sospechar desde el minuto uno. »Al día siguiente de difundir mi reportaje, en la agencia me dijeron: “Ese que tú has dicho que es un etarra puede ser un colaborador”. Corría el rumor, no se publicó, pero es verdad que se comentó. En aquella época tardar cinco días en dar el nombre del militante de ETA muerto era de lo más normal. La Brigada Político-Social lo controlaba todo y decidían si daban la noticia o no se daba, y si no la daban no pasaba nada. Hubo un accidente de tren en León que nunca contaron, está en las hemerotecas, y la opinión pública se enteró al cabo del tiempo. Si Europa Press hubiera tenido la noticia, la habríamos difundido seguro. »Las declaraciones de Quintero señalando que solo había tres terroristas no tienen sentido, excepto que quisiera ocultar a la opinión pública que se le había escapado uno, algo muy habitual en las fuerzas policiales, pues no les gustaba reconocer sus errores. Yo me atrevería a jurar que el SECED no dio a la Policía la información de que Mikel Lejarza era uno de sus agentes, y contárselo posteriormente no tenía sentido.