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Promoción de la lectura: Los círculos o clubes de lectores

Los círculos o clubes de lectores: una estrategia para formar lectores autónomos

Para formar lectores y escritores en una institución educativa, es necesario recurrir a estrategias variadas que susciten el interés de los estudiantes, respeten sus procesos de aprendizaje y propicien su autonomía como lectores. Una de las estrategias que se desarrollan en bibliotecas públicas o escolares y que cada vez se utilizan más en las aulas, son los círculos o clubes de lectura. Un círculo o club de lectura lo conforman aquellas personas que les gusta leer. Leen para divertirse, informarse y aprender, pero principalmente, para compartir sus lecturas con otros lectores. Leen en cualquier lugar y en cualquier momento, pero también acuerdan con los miembros del club un momento del día o de la semana para encontrarse y para realizar distintas actividades en torno a la lectura. Como sucede en todo club, los socios o miembros tienen actividades de las que son libres de participar y proponer; también un reglamento para ingresar que los orienta para actuar dentro del club.

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Los clubes de lectura sirven para:

• Potenciar el desarrollo de la escucha, la oralidad, la escritura y el juego desde la automotivación. Organizar encuentros reales y significativos entre los niños, los jóvenes y el texto escrito, que favorecen la autonomía de los lectores. No siempre se necesita la presencia de un adulto.

• Formar lectores integrales que encuentran en la lectura compartida la superación de necesidades de conocimiento, emocionales, recreativas y esporádicamente, necesidades escolares.

• En estos espacios se respetan distintos niveles de lectores. Principiantes o avanzados, y todos participan de variadas formas: hablando, leyendo, escribiendo. Se busca que cada lector lea y pueda hacerlo cada vez mejor, descubriendo que leer servirá para mil cosas en su vida, en esta sociedad que cada vez demanda que todos seamos lectores.

• Desarrollar la capacidad de enfrentar no sólo la lectura con uso funcional (instrucciones, formularios, listados, etc.), sino en especial la lectura para el saber a través de la información, cualificar el conocimiento y formarse una opinión; y, también, la lectura estética, es decir, la literaria.

• Potenciar la “lectura gratuita”, es decir, actos lectores para construir significado, compartir, extender la lectura a otros textos y conectarla con la vida; una actividad que convoca desde el interés y el compromiso de todos. Sin obligaciones posteriores, como hablar de lo leído o escribir, sólo busca disfrutar la lectura para sí mismo o para compartir, pero porque se siente la necesidad de hacerlo.

Las normas para un club de lectura

Todo club para su buen funcionamiento necesita unas normas básicas que debe conocer y aceptar cada miembro, a partir de las cuales se construyen nuevas normas:

- Se pertenece al club en forma libre, sin imposición de otros, es decir se forma parte de él porque se quiere y se disfruta de leer.

- Se tiene un horario para realizar los encuentros, el cual se debe cumplir. Esto crea disciplina y periodicidad en el proceso de lectura.

- Se participa en los encuentros para disfrutar la lectura. (Más que utilizarla con otros fines como tareas o investigaciones pedidas por personas que no son miembros del club).

- Se respetan las normas de la conversación: pedir la palabra, escuchar, participar de forma efectiva y precisa, sin abusar del uso de la palabra. Es necesario callar para oír al otro; pero se habla y se comentan las opiniones de otros frente a un libro o lectura, sin temor.

- Siempre se debe haber leído en forma individual para interactuar desde la lectura. Cualquier miembro puede iniciar la discusión o la lectura mediada en voz alta, para propiciar el diálogo, pero esta lectura requiere haber sido preparada para que se adquiera seguridad al leer.

- Quien lea en “voz alta” debe estar conectado con el texto y con los otros lectores, pues se asiste a ese espacio para compartir a viva voz. Lo importante es que en esa voz se sienta la fuerza o tono, las breves pausas o el cambio de ritmo según lo marque la historia, para poder adentrarse en el texto. No son necesarias las voces fingidas o los silencios largos que tratan de crear suspenso.

Debe predominar la comprensión de lo que se lee, sobre la oralización de un texto, aunque no es necesario el formular preguntas constantemente para cerciorarse que los demás están comprendiendo. Niños y adultos tienen los mismos derechos si pertenecen al club. El adulto puede leer en voz alta a los otros, pero frecuentemente, esa lectura podrá estar a cargo de los niños cuando ellos así lo pidan o cuando la dinámica del encuentro lo determine.

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