3 minute read

Síntesis

Autoridades educativas nacionales sostienen que tras el receso de invierno, en el 85% del país se podría regresar a las aulas (exceptuando el Área Metropolitana de Buenos Aires), bajo la premisa de cuidar la salud de los docentes, estudiantes y familias. De esta manera, la educación ha adoptado una nueva modalidad, con sus ventajas y sus desafíos. En primer lugar, podemos destacar algunos beneficios para los estudiantes, como ser, libertad de elección, mayor margen en relación con la autonomía de horarios, ahorro de tiempo y dinero, más tiempo de dedicación y flexibilización del lugar de estudio; mientras que los docentes pueden trabajar desde su casa, tener más tiempo para planificar la clase y no tener que desplazarse hasta el centro educativo. Asimismo, se advierten algunas posibles desventajas, a saber, la brecha digital mencionada, que los estudiantes no puedan cumplir con la carga del ciclo lectivo y que no sean capaces de separar su vida personal del ámbito educativo; mientras que, al mismo tiempo, tanto docentes como alumnos deben aprender a usar nuevas herramientas digitales.

Síntesis

Advertisement

El mundo entero está marcado por la incertidumbre, sin certezas de que pasará en relación con el sector productivo, la educación y la salud. En Argentina se presentan diferentes situaciones dependiendo de cada provincia, sujeta a nuevos casos confirmados de COVID-19 y al contexto en el que la persona se haya contagiado, lo que supone un panorama en constante cambio, que marcha de fase a fase, con idas y vueltas; encontrándonos ante un panorama complejo para las organizaciones y las empresas donde las operaciones son más importantes que nunca y los planes de continuidad del negocio y de recuperación ante desastres se están testeando en escenarios desafiantes que evolucionan muy rápido (Accenture, 2020).

A su vez, contamos con diversos escenarios según el sector productivo: mientras que en algunos casos se retomaron las tareas presenciales, en otros las personas trabajan desde sus casas, y también están aquellos que continúan con sus actividades laborales pausadas. Estas situaciones repercuten, además de en la cotidianeidad de todos los trabajadores, en la productividad y las nuevas formas de trabajo de cada sector, lo que puede llevar a la necesidad de contar con nuevos perfiles profesionales, un mayor desarrollo de habilidades blandas relacionadas al trabajo en equipo, la comunicación y la creatividad, así como competencias digitales necesarias en esta nueva normalidad. En este sentido, si de forma previa a la pandemia adaptar la fuerza laboral a las necesidades del mercado de trabajo presentaba un desafío, se debe tener en cuenta que esta situación pudo haber marcado aún más esa distancia.

Por último, sin dudas otro desafío relevante de Argentina es continuar diseñando y construyendo herramientas para el registro, monitoreo y análisis permanente de indicadores que nos permitan contar con información oportuna, relevante y confiable respecto de la dinámica no sólo del sector sanitario, sino también del mercado de trabajo, la educación y los procesos productivos. En especial, aún resta mejorar las estadísticas relacionadas al desempleo y, en particular, al empleo no registrado. Ambas forman parte de las debilidades centrales de nuestra economía por lo que resulta necesario ajustar los instrumentos de medición en pos de alcanzar mayores 68

niveles de eficiencia y equidad. Del mismo modo, igual de importante es la sistematización y análisis continuo de precedentes de políticas públicas que permitan entender qué programas funcionaron, cuáles no y por qué. Sin el desarrollo de evidencia, los gobiernos basan sus decisiones en la intuición o la ideología. Por tanto, la producción y apertura de datos debe continuar como política de Estado, permitiendo que el gobierno, empresas y sociedad civil tomen decisiones basadas en información local.