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Forma y fondo.

¿Debería preocuparnos?

Este año que inicia, el 2023, será un año defnitorio en la operación del sistema electoral mexicano y de los procesos democráticos para la renovación del poder público. Así como el proceso electoral del 2018 representó la alternancia para el modelo de gobierno caracterizado con la marca neoliberal (conformado por los partidos PRI y PAN entre 1988 y el 2018 que emergió del proyecto modernizador de Salinas de Gortari), ahora en la elección federal de 2024 está en juego la continuidad del proyecto de Nación propuesto por el presidente López Obrador autodenominado como la IV Transformación.

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Sin embargo, la ambientación en torno al proceso electoral no es la más favorable. Ante la ciudadanía se despliega un marco político tenso y confrontado, apoyado por algunos actores emergentes del sector privado y partidos políticos perflados en un frente opositor que se plantea movilizar la clase media. En el otro lado se encuentran posicionados destacados miembros del equipo gubernamental respaldados, al momento, por amplios porcentajes de preferencia electoral.

Se reconoce también, en este año pre-electoral de 2023, la ausencia de consistentes aspirantes presidenciales de oposición con un sólido proyecto político y potencial para ofrecer a los votantes una innovadora y atractiva propuesta de gobierno que supere el ensamble crítico de tipo mediático, justifcado o no, utilizado para desacreditar la imagen política del presidente López Obrador. La oposición todavía utiliza la estrategia de desgaste presidencial para posicionar líderes de opinión y académicos para estimular el voto clasemediero a su favor.

Otro hecho signifcativo se identifca por el notable debilitamiento en las preferencias electorales de los partidos históricos (PAN, PRI y PRD) que reclutados por liderazgos provenientes del sector privado se perciben ampliamente rebasados y pretendiendo por medio de una integración horizontal lograr cierta relevancia, aunque limitadas preferencias. Queda claro también que las dirigencias de los anunciados partidos opositores se han visto totalmente desbordados por las presiones originadas desde las élites económicas y oligarquías partidarias.

Los partidos del bloque opositor así quebrantan sus propios principios y flosofía institucional integrándose en un pragmático y desesperado propósito de obstaculizar y, hasta lo posible, impedir la continuidad del gobierno federal y de gobiernos locales afnes, dejando atrás militancias y simpatizantes.

En este contexto, se estarán desarrollando los procesos para designar los cuatro consejeros del INE y las primeras elecciones estatales de Coahuila y el Estado de México bajo las nuevas reglas y organización electoral en una delicada etapa de operación institucional cuyos resultados tendrán consecuencias sustanciales en las fases previas a la elección presidencial de 2024: los probables alineamientos partidarios de la oposición y del propio ofcialismo con la consecuente nominación de sus propios abanderados. Por lo que respecta a los proyectos y propuestas presidenciales se puede adelantar la ampliación de las políticas de benefcio social y la protección de los derechos humanos. En relación a los planteamientos opositores se presume una fuerte crítica al desempeño gubernamental que busque desalentar electores promoviendo a su vez, las ventajas del neoliberalismo que posiciona a los grupos sociales de mayor poder económico como rectores del Estado Mexicano.

Los contendientes en esta elección presidencial que definirá el futuro de generaciones de mexicanos no están dispuestos a ceder en sus pretensiones de poder.

No se estará exento de complicaciones y problemas. Los contendientes en esta elección presidencial que defnirá el futuro de generaciones de mexicanos no están dispuestos a ceder en sus pretensiones de poder. Estamos ante un proceso que enfrenta a las oligarquías con un bloque social de mayorías populares que podría romper el orden democrático. Desde luego que no es deseable la alteración de la paz social, la seguridad y protección del derecho ciudadano a elegir sus gobiernos. Cada contendiente debe comprometerse a promover sus proyectos y candidatos en el marco del respeto a la voluntad de las mayorías y al voto electoral que se encuentra en la decisión de cada ciudadano. Otras posturas pondrán en riesgo la estabilidad del país y abrirán la posibilidad, ahora si, de una regresión autoritaria y a formas encubiertas de neofascismos que limiten las libertades y los derechos sociales de los mexicanos.

Además, se puede considerar que los medios de comunicación y las redes sociales serán factores determinantes en la confguración de ciertos segmentos de electores, todavía indefnidos en sus preferencias, mismos que podrán infuir en los resultados fnales de la elección presidencial. Con todo, se asume que esta elección será resuelta desde la propia sociedad, sin una defnida conducción partidista debido a sus inestables liderazgos y baja cohesión interna.

Se deben evitar las amenazas a la prensa libre, justamente porque es fundamental para el ejercicio democrático. En México, las fuentes de información no están controladas por el gobierno y son justamente las oligarquías las que están en condiciones de orientar “a modo” los fujos de información que pueden distorsionar la percepción de la realidad en sus audiencias. De esta forma, el periodismo libre será vital para fortalecer el voto libre, refexivo y no manipulado.

“La fnalidad de la prensa libre es garantizar el derecho de la población a recibir y difundir información que no esté manipulada, ni al servicio de una persona, entidad o interés particular.” (https://www. liberties.eu/es/stories/libertadprensa/43809).

Los recursos mediáticos utilizados por el gobierno federal son, generalmente, réplicas a información difundida o a transparentar cifras y aclarar situaciones supuestamente alteradas en lo que se ha denominado “las mañaneras”, según sus detractores no siempre apegadas estrictamente a la verdad; este cotidiano ejercicio cuenta con alta audiencia que siempre busca el posicionamiento gubernamental desde sus fuentes originales sobre asuntos de interés local, nacional e internacional. En ambos casos, es lamentable el desencuentro comunicacional ocasionado en detrimento de la información objetiva que debe recibir la sociedad.

Con todo, la libertad de expresión y de prensa están garantizados como derecho humano fundamental consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU y en nuestro caso por los artículos 6º y 7º Constitucionales.

Así las cosas, el ejercicio del periodismo libre, ético, responsable, sin alineamientos, con la elevada misión de educar para la democracia y apoyar la formación del voto refexivo entre los ciudadanos, será determinante para mantener la armonía social en las condiciones actuales de polarización política.

Ahora procedo a responder a la pregunta inicial: ¿Debería preocuparnos? La respuesta es sí. Debemos preocuparnos mucho, especialmente porque los ánimos no se encuentran calmos y se inducen impunemente enconos e inconformidades, más allá de unir voluntades y obtener apoyos de los votantes. Los riesgos son muchos, pero la expectativa de que las elecciones y los cambios de gobierno se realicen en un clima de concordia y paz es buena. Más que ampliar las diferencias sociales y económicas, con programas clasistas, esta elección puede lograr integrar un proyecto de Nación que consense las demandas sociales provenientes de una población multiétnica con altos grados de inequidad y grandes vulnerabilidades.

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