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Ventana, por Regina Freyman - Cuentos

Ventana, por Regina Freyman

1.

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Hoy como todos los días me siento frente a mi ventana. No espero a la muerte, aquí está sentada, sólo la entretengo con los cuentos de mi ventana. Desde aquí miro correr la vida que a mí ya se me escapa. Desfilan actores anónimos a quienes he dado nombre y circunstancia.

Ahí va de nuevo la niña con los muñecos, siempre escondiéndose. La vieja Juana camina despacio por las tardes soleadas. Uno de sus ojos se queda siempre fijo, pendiente de una sombra. A las seis salen los niños en sus bicicletas y les cuento mi infancia enredándola entre las ruedas de sus bicicletas. Como a las ocho se ve con claridad la luna apuesto con la venta de qué color será la noche, la fase con laque nos saldrá la luna, la cifra exacta delas estrellas.

Al amanecer, cuando el tráfico se junta jugamos al póquer con las placas de los coches; yo pongo las reglas pero ella, visionaria, siempre gana.

Temprano de mañana, una familia pasea frente a mi ventana, a veces ríen, otras me señalan. La madre unas veces se detiene y me mira, otras acelera el paso repentinamente, pretendiendo que me ignora. A diferencia de los otros, para quien soy indiferente, esta mujer se inquieta ¡Qué no entiende que el espectáculo está al otro lado de la ventana! Pensará que estoy pintada. Algunas veces, y a pesar del esfuerzo que presupone, me acerco al cristal y la espero con gesto disgustado. Cuando cavilo sobre todo esto, me fastidio y considero cerrar la ventana.

2.

Todas las mañanas me propongo escribirlo y por cualquier pretexto cotidiano lo pospongo. El cuento es sobre una ventana; y sé que una ventana por si misma es un cuento. Dicen que una lápida también es un cuento, pero para mí una lápida es un cuento cerrado y las ventanas son siempre cuentos abiertos hasta que algún aburrido cierra la cortina. Diario, rumbo al trabajo paso justo enfrente de una ventana que contiene a una viejita. 


Discuto con mi marido que insiste en pensar que la anciana es triste. Yo me rebelo porque no hay un lugar más común que la tristeza senil y le platico que no, que mi viejita es feliz, que no se sienta ahí a esperar la muerte sino a ver pasar la vida. Tal vez sea una vampira que absorbe a través de la ventana jugos de sol y vida de cuantos por ahí paseamos.

Mis hijas para molestarme la llaman la viejita de adorno y especulan acerca de su vida. Afirman que la ponen para asustar en Halloween y en Navidad será la Señora Claus llena de focos. Yo reacciono molesta y afirmo que ella pertenece a la mafia, se sienta frente a la ventana para despistar y controlar sus territorios. Es dueña de la cuadra entera, no cualquier terragal, una calle completa de las Lomas de Chapultepec. Como tiene el teléfono cerca, arregla todo negocito desde ahí con la ayuda de esa joven que aparenta ser su enfermera, pero que realmente es la alcahueta de la casa de citas de su propiedad, donde acuden políticos distinguidos y empresarios transnacionales.

Las niñas me preguntan qué es alcahueta y qué es una casa de citas, la mayor le explica a su hermana que citas son, como le dijo la maestra Lu, frases que ya han sido dichas y que uno puede meter en sus trabajos, por supuesto siempre entrecomilladas. Respecto a lo de alcahueta, a pesar de que le suena a chuleta, no sabe con certeza y me pregunta, mientras me muero de risa y cambio de tema, para no soltar la sopa y perjudicar a mi viejita.