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El líder… ¿nace o se hace?

La principal pregunta con relación al liderazgo es, sin duda, el esclarecimiento de si un líder nace o se hace. Los estudios nos indican que la respuesta radica en ambos aspectos.

Por la parte del factor hereditario, tenemos que se puede nacer con cierta predisposición a ser líder, con un temperamento más activo, con inclinación y gusto por influir en los demás; se muestra más sociable y ejerce esa sociabilidad hacia el dominio de otros.

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Sin embargo, también está el factor del aprendizaje. Cuando los infantes observan en sus padres las conductas de liderazgo, lo más probable es que las aprendan y las repitan en su entorno social. Lo mismo sucede con el llamado carisma; generalmente una persona ha aprendido a sacar lo mejor de sí misma para causar un impacto positivo en quienes le rodean.

Lo anterior se constata en las biografías de líderes, donde se registra que el líder es una historia de reforzamiento. Una persona va cambiando su forma de ser y se va inclinando por dirigir a otros cuando comienza a darse cuenta de que puede hacerlo.

Y creo que el darse cuenta es una parte fundamental del desarrollo de líderes. Y puede comenzar desde la infancia. Hablemos de aquel niño que observa que es capaz de proponer un determinado juego entre sus compañeritos y ¡oh, sorpresa!, sus compañeros deciden aceptar sus propuestas. Posteriormente, este mismo niño decide proponerse como jefe de grupo y de nuevo lo consigue.

Puede ser que más adelante escuche a algún familiar, especialmente las figuras paterna o materna, o a su maestro en la escuela, referirse a él como con “tendencia a ser líder”, y todo esto va programando su forma de pensar respecto de sí mismo, es decir, se va poniendo la camiseta de líder. Realiza esfuerzos por ser propositivo, a levantar la mano, a buscar ser elegido para alguna actividad de dirección grupal y, con todo esto, esa pequeña persona se va dando cuenta de que puede dirigir a otros.

Otra cualidad de los líderes estriba en que han sabido aprovechar las circunstancias del medio, al tener visión que han sabido aplicar.

Y como decía Rockefeller: “Pagaría más por la habilidad de conocer a la gente que por cualquier otra habilidad bajo el sol”. La habilidad de conocer a las personas es más que una habilidad, es un tema de estudio y de aprender acerca de la condición humana. Lo que se incluye en las cátedras de formación de líderes.

De igual forma, si el liderazgo no fuera una habilidad susceptible para desarrollar, entonces por qué hay tantos entrenamientos que prometen formar líderes. Esto último son buenas noticias. Si usted desea desarrollar su liderazgo, puede hacerlo a través de las distintas opciones de formación que se ofrecen.

Finalmente, lo importante es que utilicen su talento para el bien de la humanidad.

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