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Somos Seres Integrados. Sobre la muerte y el más allá

Estas preguntas han intrigado a filósofos de todos los tiempos y las han debatido por siglos

Por Yomely Quintero

 

     La muerte es la gran certeza del ser humano y el mayor misterio.

     La eterna duda por lo que ocasionará su muerte y lo que pasará después, genera en él ideas alenta­doras que prolongan o eternizan su existencia, para dar un rostro más amable a la muerte y sus interro­gantes. ¿Qué significa la muerte? ¿Cuál es su sentido? ¿Es la muerte el fin de la existencia? ¿Es posible la inmortalidad? Estas preguntas han intrigado a filósofos de todos los tiempos y las han debatido por siglos, porque la vida lleva implícita la expe­riencia de la muerte como un no retorno, el fin de la vida humana.

     Cada ser humano es único y muere sólo una vez, en ese momento y en ningún otro. Su existen­cia es irreparable y su individualidad irreproduci­ble, por tanto, no se repetirá jamás.

     Ante la conciencia de su muerte, la persona reacciona con miedo y huida. Pero también puede ver en ella una oportunidad para la búsqueda de trascendencia, para permanecer existiendo, para ser inmortal.

     Porque la muerte es angustia permanente, misterio insondable. Es miedo, amenaza y desafío. Ante su dimensión, el ser humano es frágil, inde­fenso, y su profunda vulnerabilidad gestó en él la idea de otra vida, un más allá.

     Cada cultura ha creado sus propias respuestas. Diversas doctrinas filosóficas y religiosas separan el cuerpo del alma, y asumen que el alma puede vivir sin el cuerpo. De modo que, una vez separa­dos, el alma transita otra vida, esta vez, inmortal, lo que permite aceptar la muerte como etapa imprescindible para alcanzar la inmortalidad.

     Por esto, en las sociedades prehistóricas, los muertos poseen alimentos, armas, ropas, deseos, pensamientos, al ser la muerte un renacimiento a otra vida de la que, desde siempre, muchos dan testimonio, aunque ninguno ha probado irrefuta­blemente.

     Algunos afirman haber regresado de la muerte. Otros, que han escuchado o visto a un ser querido fallecido. Algunos hablan con sus difuntos en sueños. Otros les otorgan poder sobre sus vidas y aseguran que los guían y protegen.

     ¿Son estos fenómenos reales? ¿O son la alternativa ante el sufrimiento que nos causa la muerte?

     La ciencia afirma que son fenómenos mentales generados por las experiencias de vida y las diferentes culturas. Varias univer­sidades en el mundo estudian fenómenos paranormales asociados a la experiencia de la muerte. Por ahora, tales fenómenos pertene­cen al campo de las creencias.

     Las preguntas siguen sin respuesta.

     La ruptura definitiva del ser humano con el mundo es profundamente dolorosa, y la es­peranza de un más allá o de otra vida, es un bálsamo que apacigua el miedo y sufrimiento en torno a la muerte. Una esperanza que es también la mayor prueba de trascendencia personal al otorgarle, a cada ser humano, el poder de transformar su manera de vivir.

     ¿Tiene la muerte la última palabra en la existencia humana?

     Tal vez sí. Tal vez no.

     Por ahora sigue siendo la experiencia de más hondo significado en la vida humana.

     Al ponerle límite a la existencia en un con­texto de duda e incertidumbre, puede desper­tar la reflexión y el ensimismamiento y hacer de cada persona un mejor ser humano. Al ser asumida como final cuando la persona busca su propia muerte o la de otros, lo desafía a sí mismo. Al ser su evasión la gran constante existencial la transforma en la más importante batalla y la única que cada persona debe dar por perdida.

La muerte no es nada para nosotros, porque mientras vivimos, no hay muerte, y cuando la muerte está ahí, nosotros ya no somos

Epicuro

Imagen superior: Petra en Pixabay.

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