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soñar con la igualdad Tengo un sueño,
un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas.
Como persona que posee un tono de piel oscuro y con rasgos de orígenes miskito (por mi madre) puedo decir que existen dos tipos de racismos los que he experimentado y personas con mis mismas características físicas y origen étnico habrán pasado, el primero es el clásico racismo directo y el segundo es lo que considero la evolución del racismo lo que yo llamo “Racismo disfrazado”.
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El clásico racismo directo es en el que las personas que les desagrada una raza o tono de piel específico lo hacen saber de una forma muy despectiva ya sea con un vocabulario muy culto o con una jerga muy vulgar. En este tipo de racismo a nosotros como individuos afectados por la discriminación no solo podemos recibir agresión verbal, física y mental si no también afectaciones en el campo laboral, social y recreacional ya que el racista directo no se conforma con el simple acto de expresar su descontento hacia nosotros sino también crear obstáculos que no nos permitan a nosotros desarrollarnos como personas en nuestros distintos entornos cotidianos.
Racismo disfrazado en este punto el agresor no es una persona lejana a nuestro entorno de amigos o familiar puesto a que este racismo es mucho más sutil, pero esto no lo convierte menos importante o trascendente en la vida de nosotros como personas afectadas puesto a que durante toda nuestra vida somos objeto de burla o chiste “amigables” por nuestro color u origen étnico, es algo que nos puede crear inseguridades, trastornos fóbicos, ansiedad, actitudes sumisas o algo aún peor como lo es la normalización de este tipo de agresión y heredar esta normalización a las nuevas generaciones.