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¿QUÉ VOY HACER CON TANTOS AÑOS EN EL CUERPO?

Primer día
Se encerró en su habitación. Cerró cada una de las ventanas y apagó la luz. Sofía miraba el techo, buscando respuestas o señales divinas… Contó hasta cien. Nadie se asomó. La puerta permanece cerrada, la habitación en penumbras… Mira al techo en espera de una voz omnipresente o el castigo celestial y nada pasó.
Se encerró en su habitación. Cerró cada una de las ventanas y apagó la luz. Sofía miraba el techo, buscando respuestas o señales divinas… Contó hasta cien. Nadie se asomó. La puerta permanece cerrada, la habitación en penumbras… Se quitó toda la ropa lentamente y repetía en voz alta: Tengo doce años. ¿Qué voy hacer con tantos años en el cuerpo? Empezó a desplazar sus dedos por la cara. Se miró en su espejo imaginario, pero la penumbra y la duda le acompañaron. Saltó de cama, rodillas al suelo: Padre Nuestro que estás en los cielos…
Tercer día
Se encerró en su habitación. Cerró cada una de las ventanas y apagó la luz. Sofía miraba el techo, buscando respuestas o señales divinas… Contó hasta cincuenta. Nadie se asomó. La puerta permanece cerrada, la habitación en penumbras… Se metió debajo de la sábana y besó el cuerpo alto, esbelto… acarició su espalda… respiró su néctar a paleta de melón… El cuerpo sobre su cama no tiene fin. La cobija en su regazo, le tararea al oído. Imagina qué dirían sus compañeras de colegio. Envidiarían el encuentro, las caricias y el olor a melón. Un ruido interrumpe la escena: ¡Sofía, abre la puerta! Saltó de cama, rodillas al suelo: Padre Nuestro que estás en los cielos…
Cuarto día
Se encerró en su habitación. Cerró cada una de las ventanas y apagó la luz. Sofía miraba el techo, buscando respuestas o señales divinas… Contó hasta veinticinco. Nadie se asomó. La puerta permanece cerrada, la habitación en penumbras… Abrió el guardarropa. Seleccionó el traje rojo sin nada que tapara sus intimidades y bailó toda la noche con él. Su olor a melón se le impregnó en la sien y cada vez latía más incandescente, insoportable… Estalló su curiosidad y le tocó cada uno de sus dedos; acarició cada hendidura de su mano de hombre celestial. Él cantaba su canción favorita, mientras ella admiraba cada hebra de su cabeza. El cuarto anochecido se iluminaba con los latidos de su corazón y las ansias de su desesperación. Nada calmaba su sed. Él se marchó. Sofía cerró el guardarropa y se preparó para ir a misa, domingo en la mañana.
Quinto día
Se encerró en su habitación y apagó la luz. Sofía miraba el techo, buscando respuestas o señales divinas…. Nadie se asomó. La puerta permanece cerrada, la habitación en sombras…
Abrió la ventana de su cuarto y se paró desnuda frente a la noche. ¿Qué voy hacer con tantos años en el cuerpo? Un aire frío la acariciaba y con el viento el olor a melón. Cubrió su cuerpo por descubrir con la sábana y frente a la ventana, lo recibió enjugado de aire tibio. El golpe de su presencia le recuerda que es un desconocido. Sin embargo, el olor a melón la transporta a un paraje de flores silvestres. Cada flor cambia de dirección cuando ella pasa, como si anunciaran su paso o su encuentro. Olvida el porqué de su inquietante camino y escucha la voz que la llama con intensidad y a coro: SOFÍAAAAA… De repente, su madre abre la puerta. Saltó de la cama, rodillas al suelo: Padre Nuestro que estás en los cielos…
Sexto día
Se encerró en el baño. Bajo el agua fría limpiaba sus impurezas. El jabón la conducía a descubrir sus cavidades inhabitadas. Sus manos se desplazaban por el pecho y sintió como su epidermis sufría agitación. Lentamente, bajó sus manos por el vientre y enjugó su higiene con la aceptación de las sensaciones prohibidas. Súbitamente, se quitó el jabón una y otra vez… Derramó todo el fluido por su cuerpo para olvidar la piel.
Séptimo día
Llegó corriendo a la casa, se encerró en el cuarto. Libre de ataduras se lanzó a la cama y debajo de la sabana palpó su vientre y descubrió el universo que habita entre sus piernas. El cuarto se arropó de olor a melón intenso. Sofía respiraba la edad de su piel.
P.D. Mientras desayunaba, escucha la voz de su madre: “Sofía tenemos que conversar de mujer a mujer”. (La madre cargaba con la sábana de Sofía y el manchón de color púrpura.)
Todas las fotos son del proyecto Beauty in Blood (http://www.beautyin blood.com/) de Jen Lewis. 1. Bursting True 2. The Cobra 3. If I Bleed Blue
