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Una breve historia. Los rectores de la Universidad Autónoma de Yucatán
José Ramón Pérez Herrera Historiador, Coordinador del Área de Ciencias Sociales en la Unidad Académica de la UADY
E
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n este 2022, la Universidad Autónoma de Yucatán está cumpliendo sus primeros cien años de existencia, por lo que resulta conveniente realizar un breve repaso de los diferentes rectores que han dirigido los destinos de la Máxima Casa de Estudios de nuestro estado. En este sentido, ¿para qué conocer esta parte de la historia de la Universidad? o ¿qué utilidad tiene para la comunidad universitaria adentrarse en la historia de la institución en la que estudian o laboran? Parte de la respuesta la podemos encontrar en la introducción del libro Historia de la educación superior en Yucatán: las instituciones (Universidad, Colegio e Instituto), siglos XIX y XX (2017), coordinado por Jorge Castillo, Roger Domínguez y José Serrano, en la que asientan que “conocer cuáles son nuestras raíces
como institución educativa pública puede contribuir a consolidar el sentido de pertenencia universitaria; […].” El presente trabajo tiene la finalidad de distinguir las principales propuestas administrativas y académicas, así como los ideales que cada rector promovió durante su gestión, lo que nos permitiría comprender de mejor forma una parte de la actual situación imperante en la Universidad. Por tanto, en las siguientes líneas se mencionarán a todos los rectores desde 1922 hasta la actualidad, poniendo especial énfasis en algunas de sus principales acciones universitarias. Esta revisión se propone como un breve esbozo de las administraciones universitarias que, sin duda, no hace justicia a todo el panorama administrativo que se ha desarrollado en la institución y que requerirá de un estudio más amplio y crítico. Por el momento, sirva una primera aproximación.
Los primeros rectores: la configuración de la Nacional del Sureste
Al fundarse la Universidad en 1922, el gobernador socialista Felipe Carrillo Puerto, designó al Dr. Eduardo Urzaiz Rodríguez, Rector de la entonces Universidad Nacional del Sureste (UNSE). Su nombramiento respondió al perfil académico y pedagógico que sustentaba el doctor Urzaiz Rodríguez, pues tenía una amplia experiencia en el Departamento de Educación Pública del estado. El trabajo del rector se orientó en la reorganizar del aparato administrativo de cada escuela y facultad, con el nombramiento de nuevos directores y catedráticos, además de impulsar la actualización de los planes de estudios de las carreras que se ofrecían. De este modo, los directores de cada dependencia universitaria presentaron sendos proyectos de actualización que versaban en la idea de superar la visión enciclopedista de la educación media y superior. Se estructuró una propuesta en el que la formación de los estudiantes estuviera integrada tanto por elementos teóricos como prácticos. El rector Eduardo Urzaiz impulsó una amplia actividad editorial que

Eduardo Urzaiz Rodríguez
consideró imprescindible para la nueva institución universitaria. Este trabajo editorial, de acuerdo con Margarita Pacheco, en Monografía de la Universidad de Yucatán (1977), implicó la publicación del “‘Boletín’, Órgano de la Universidad, dirigido por D. Serapio Baqueiro Barrera y después por el Prof. Fernando Cantillo y fueron editadas interesantes obras como ‘Los problemas del Trabajo’ de Alfredo L. Palacios; ‘La Doctrina de lo Real’, Manual de Filosofía de Próspero Pichard, traducido y adaptado por el maestro Manuel Sales Cepeda; el ‘Edipo, Rey de Tebas’, tragedia de Sófocles, […]”. También impulsó la realización de conferencias públicas sobre distintos tópicos, además se creó la Facultad de Medicina Homeopática, la Facultad de Química y Farmacia y la Escuela de Odontología, como anexo a la Facultad de Medicina. Este primer período de Eduardo Urzaiz se vio interrumpido abruptamente por el asesinato del gobernador, lo que implicó su renuncia. En enero de 1924, tras la muerte de Carrillo Puerto, Urzaiz Rodríguez desistió a la rectoría de la Universidad Nacional del Sureste. Su lugar fue ocupado por el Dr. Lázaro J. Barrera Puerto en los cuatro meses que duró el mandato del gobernador usurpador, Gral. Ricárdez Broca. Restaurada la legalidad en Yucatán, Eduardo Urzaiz retornó a la rectoría de la Universidad. Este segundo período fue hasta febrero de 1926 y se caracterizó por la reorganización de la Alta Casa de Estudios debido a que el presupuesto federal prometido dejó de entregarse. El gobierno del estado asumió la completa responsabilidad financiera de la UNSE. A principios de 1926, Álvaro
Torre Díaz asumió la gubernatura del estado, poco después, designó al doctor Gonzalo Pat y Valle como rector de la Universidad Nacional del Sureste (UNSE). Se mantuvo en el cargo hasta 1930. Alejandro Cervera
Andrade, en la Revista de Yucatán,
Núm. 101, de septiembre y octubre de 1975, catalogaba al Dr. Gonzalo
Pat y Valle como un “hombre culto, afable, de gran sensibilidad estética”, asegurando que durante su gestión la pequeña Universidad se caracterizó por una vida tranquila y ordenada en el plano administrativo y académico. Durante el período de Pat y
Valle, la Escuela Normal de Profesores deja de ser parte de la Universidad por órdenes del gobernador Torre
Díaz. Permitió que los estudiantes se organizaran con la formación de la
Federación Estudiantil Yucateca en 1927, la cual aglutinó a alumnos del
Instituto Literario, de las facultades y escuelas universitarias. También apoya la realización, en 1929, del VI Congreso
Nacional de Estudiantes con sede en Mérida. Se distinguió por impulsar certámenes académicos como el de
Oratoria, constituido por el diario El
Universal. En 1930 llegó a la gubernatura de Yucatán, Bartolomé García Correa, por lo que Pat y Valle fue removido de la rectoría. Su lugar fue ocupado por Maximiliano Peniche Vallado por breve tiempo, pues cuatro meses después fue nombrado Secretario
General de Gobierno. De esta forma, llegó a la rectoría Efraín Gutiérrez Rivas, quien impulsaría la creación de un 25
José Jesúa Amaro Gamboa
primer cuerpo normativo que guiara las actividades de la Universidad en 1934. En dicho Estatuto se asentó que la Universidad “es un organismo de Enseñanza Superior, autónomo en su régimen interior, y a quien corresponde, además, la creación y dirección de Institutos de investigación científica”. Del referido reglamento, destaca la idea de que la institución era autónoma en la que se cifraba la idea de la autogestión y el reconocimiento de la libertad de cátedra en el marco de los progresos de cada campo disciplinar. Sin embargo, el gobierno estatal mantenía una gran influencia en la vida universitaria. Otro aspecto importante en su gestión fue la reorganización de la enseñanza preparatoria al quedar dividida en dos ciclos, el primero denominado secundario de tres años y el segundo de preparatoria de otros tres años. Cabe aclarar que este cambio fue a nivel nacional, la Universidad se adaptó a las nuevas directrices educativas que se establecían desde el centro. Conrado Menéndez Díaz, en la Revista de la Universidad, Núm. 85, asentó que Gutiérrez Rivas estimuló “la participación creciente de la juventud en el personal docente de la Escuela Preparatoria y las varias Facultades entonces existentes.” El mismo Conrado Menéndez apunta que el carácter del rector se distinguió por “su gran sentido humano, su carácter comprensivo y jovial y su afán de servicio, […]”. En febrero de 1936, Efraín Gutiérrez dejó la rectoría y el gobernador Fernando López Cárdenas nombró al Dr. José Jesús Amaro Gamboa como Rector de la UNSE. Su estancia en la rectoría fue breve, pero dejó una gran huella entre la comunidad universitaria. El 17 de marzo de 1936, por iniciativa del rector Amaro Gamboa, el Consejo Universitario aprobó la incorporación, en su seno, de un representante de los estudiantes y un representante de los maestros por cada escuela y facultad. Lo que para algunos significó el inicio de un proceso democrático al interior de la Universidad, que hasta la fecha espera su consolidación.
Reacomodo e intervención gubernamental en la Universidad
En julio de 1936, el Ing. Joaquín
Ancona Albertos asumió el cargo de 26
Rector de la Universidad Nacional del Sureste. Esto ocurrió bajo el amparo del Ing. Humberto Canto Echeverría, gobernador del estado de Yucatán. Su gestión dejó una gran huella en la institución. Durante su período se realizan obras de mejoramiento, modernización y ampliación del Edificio Central, adquiriendo su actual fisonomía, con el fin de incrementar la oferta académica, con lo que se crearon mayores opciones de formación profesional para los estudiantes yucatecos. En la Revista de la Universidad de Yucatán, Núm. 86, se enfatizó la gran labor que realizó durante su gestión con “la modernización y ampliación del edifico central universitario, la creación de la Facultad de Odontología, que venía funcionando como un anexo de la Facultad de Medicina; la dignificación de la enseñanza de las Matemáticas y la adquisición para la Escuela Preparatoria de un modernísimo telescopio, […]; el remozamiento del profesorado universitario, mediante el acceso a la condición de catedrático de un puñado de los jóvenes más talentosos y aplicados que egresaron entonces de la Preparatoria” y su decidido compromiso de defender la autonomía universitaria frente al poder del gobernador Ernesto Novelo Torres. Corrientes contrarias al espíritu universitario provocaron su renuncia en octubre de 1942, en medio de una tensa atmósfera. Los problemas no se detuvieron con la dimisión de Ancona Albertos, pues para la elección de su sucesor, el gobierno declaró nulo el proceso que siguió el Consejo Universitario. En la revista universitaria Orbe, época II, Núm. 8, de noviembre de 1942, se dio cuenta de las candidaturas del Lic. Roberto
Castillo Rivas y la del Lic. Maximiliano
Peniche Vallado. La votación quedó empatada y el voto decisivo lo tuvo el rector saliente Ancona Albertos. La balanza se inclinó en favor de Peniche
Vallado, por lo que fue investido como rector de la Universidad. El gobernador
Ernesto Novelo intervino y declaró nula la elección, cesó al rector recién elegido y a todo el cuerpo del Consejo
Universitario. El 27 de octubre de 1946, Ernesto
Novelo designó como Rector interino al Lic. Enrique Aznar Mendoza. Unos días después, el Consejo Universitario lo ratificó como Rector titular de la
Universidad. Esta relación de hechos se puede considerar como una de las intromisiones más importantes en la vida interna de nuestra Alma Máter, por lo que la pretendida Autonomía
Universitaria se vio vulnerada. Aznar
Mendoza ocupó la rectoría hasta el 1 de septiembre de 1946. Al finalizar este período, el Consejo Universitario optó por la comprobada experiencia del
Dr. Eduardo Urzaiz Rodríguez, por lo que asumía por tercera vez la rectoría de la Universidad. El nuevo período de Urzaiz
Rodríguez se caracterizó por la fructífera promoción de actividades académicas, concursos, certámenes literarios y demás. Margarita Pacheco de Hernández, en Monografía de la
Universidad de Yucatán (1977), apuntó que se trató de un gran “impulsor del Cervantismo en Yucatán, [pues] convocó a un Certamen, […], de conocimientos sobre la novela “El 27
Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, […].” Este tercer período se caracterizó por iniciar el proceso de descentralización universitaria. El antiguo Edifico Central resultaba insuficiente para atender el marcado crecimiento de la institución, por lo que encabezó la gestión para que la Facultad de Medicina estrenara su propio local frente al Hospital “O´Horán”. Su período concluyó el 16 de febrero de 1955 al fallecer a causa de un mal cardíaco. El rector político: Francisco Repetto Milán El 25 de febrero de 1955, el Consejo Universitario eligió al Abog. Francisco Repetto Milán como nuevo Rector de la Universidad Nacional del Sureste. Por espacio de dieciséis años dirigió los destinos de la Máxima Casa de Estudios. Se trato de un largo período de crecimiento en el número de carreras, facultades, profesores y estudiantes universitarios. También fue una gestión marcada por su estrecha relación con la cúpula política local y nacional. Como nunca un rector de la Universidad se regodeó con políticos, gobernantes y presidentes al otorgarles discrecionalmente los Honoris Causa. Pareciera que el relevo natural del Dr. Urzaiz Rodríguez en la rectoría sería a través de la persona del Dr. Luis Peniche Vallado, quien durante muchos años fue Secretario General de la Universidad. Sin embargo, la lógica de la política y del poder se impuso con la elección de Repetto Milán. Candelaria Souza, en La educación media y superior en Yucatán (1967), nos ofrece una perspectiva parcial del rector al señalar que era un “experimentado maestro de la Escuela Preparatoria y Secretario por varios años de ella, no llegó a la Rectoría como un profano, sino como conocedor a fondo de los distintos aspectos universitarios, […]”. Es innegable el crecimiento de la Universidad durante su gestión entre lo que podemos mencionar la reapertura de la Escuela Preparatoria Nocturna, y de la Escuela de Enfermería en 1963; además de la creación de la Escuela de Comercio y Administración en 1962, de la Escuela de Matemáticas en 1963, de la Escuela de Ciencias Antropológicas en 1970, y de la Escuela de Medicina Veterinaria y Zootecnia en 1970. Se realizan importantes mejoras materiales permitiendo que las Facultades de Ingeniería, Jurisprudencia y Química,

Francisco Repetto Milán
y la Preparatoria contaran con una infraestructura moderna y propia. De Rosado G. Cantón a Williams: la Autonomía y la consolidación de la Universidad La administración de Repetto Milán llegó a su fin el 6 de julio de 1971. Su lugar fue ocupado por el Dr. Alberto Rosado G. Cantón hasta septiembre de 1982. La gestión del nuevo rector se enfocó en consolidar el crecimiento de la Universidad. También tuvo un acercamiento importante con el poder político, por ejemplo, para el Cincuentenario de la Universidad de Yucatán, el Consejo Universitario a propuesta del rector entregó el Honoris Causa al presidente Luis Echeverría Álvarez. Durante su gestión se fundó la Escuela de Economía en 1971, la Escuela de Psicología en 1972, el Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi” en 1975, la Escuela de Arquitectura en 1975, la Facultad de Ingeniería Química en 1977 y la Escuela Preparatoria 2 en 1977. En los inicios de su administración ocurrieron algunos de los hechos más violentos que ha vivido la comunidad universitaria: el artero asesinato de Efraín Calderón Lara, el “Charras”, con el consecuente ataque armado que sufrió la Universidad a manos de la policía del estado, y la muerte de un estudiante en la Escuela Preparatoria por un conflicto estudiantil. Una vorágine de violencia asentó sus reales sobre la Universidad a inicios de la década de 1970. El 26 de septiembre de 1982, Alberto Rosado G. Cantón dimitió como rector de la Universidad de Yucatán en medio de un clima de tensión que se vivía en la institución debido al emplazamiento a huelga de la APAUDY por la falta de incremento salarial y de mejora en las prestaciones salariales. Alberto Rosado no logró concretar una solución por lo que dejó la rectoría. Rápidamente, el Consejo nombró al Ing. Álvaro Mimenza Cuevas como rector interino. Al asumir el cargo de Rector, la primera tarea de la que se ocupó el Ing.
Álvaro Mimenza Cuevas fue atender el conflicto laboral. Solucionado el problema con la APAUDY, el Consejo
Universitario procedió a nombrarlo
Rector titular para el cuatrienio 1982 – 1986. En 1984, el gobernador del estado,
Víctor Cervera Pacheco, promulgó la ley orgánica en la que se concedía la
Autonomía a la institución, por lo que a partir de ese momento adquirió el nombre de Universidad Autónoma de
Yucatán (UADY). El rector Mimenza Cuevas declaró que la nueva ley orgánica fue producto de un intenso trabajo de consulta con “las otras casas de altos estudios nacionales [por medio del intercambio de] impresiones con los altos funcionarios de la Asociación de
Universidades e Institutos de Enseñanza
Superior (A.N.U.I.E.S.) y de la Secretaría de Educación Pública; […].” Esto significó diseñar una ley orgánica “actualizada, moderna, dotada de todos los conceptos jurídicos necesarios para garantizar un eficaz funcionamiento y acorde con la fracción octava del
Artículo 3º constitucional, donde se dispone claramente la autonomía de las universidades todas del País.”
Impresiones que fueron recogidas en la Revista de la Universidad Autónoma 29
de Yucatán en su Núm. 151, de julio, agosto y septiembre de 1984. Otro de los actos administrativos relevantes de su primera administración fue la fundación de la Facultad de Educación en 1984. Su período también se caracterizó por el inicio de un proceso de diversificación en el aparato administrativo de la UADY. La década de 1980 se distinguió por la consolidación de la Universidad al incrementar su personal docente y administrativo, y la matrícula de estudiantes que cursaban alguna carrera o programa de bachillerato. Su segundo período al frente de la Universidad concluyó el 31 de diciembre de 1990. Su lugar fue ocupado por el C.P. Carlos M. Pasos Novelo el 1 de enero de 1991. La administración de Carlos Pasos Novelo organizó los centros educativos superiores de la Universidad Autónoma de Yucatán en tres grandes áreas del conocimiento: 1) Ingeniería, Tecnología y Matemáticas; 2) Ciencias Sociales, Económico – Administrativas y Humanidades, y 3) Ciencias Biológicas, de la Salud y Agropecuarias. Para la década de 1990, la UADY ofrecía un programa de Bachillerato implementado en la Escuela Preparatoria 1 y la Escuela Preparatoria 2, así como 22 carreras, 25 especializaciones, 15 maestrías y dos doctorados en quince facultades. De acuerdo con Francisco López en La Universidad Autónoma de Yucatán hacia un Nuevo Siglo (1996), la Alta Casa de Estudios contaba con una matrícula de poco más de 7400 estudiantes. El nuevo milenio ha estado marcado por la irrupción de los rectores provenientes de la Facultad de
Medicina Veterinaria y Zootecnia: Raúl
Godoy Montañez (1999 – 2006), Alfredo
Dájer Abimerhi (2007 – 2014) y José de Jesús Williams (2015 – 2022). Este amplio período se ha caracterizado por un espectacular crecimiento al llegar a más de 40 programas de licenciatura, la creación de la Unidad
Multidisciplinaria Tizimín (2000) y la
Unidad Académica de Bachillerato con Interacción Comunitaria (2009), esta última institución ha representado la oferta de un nuevo programa de bachillerato. Una característica de la
Universidad en este despertar de siglo, han sido los cambios vertiginosos que ha experimentado con la modificación y actualización de sus modelos académicos: el Modelo Educativo y
Académico (MEYA) y el recientemente creado Modelo Educativo para la
Formación Integral (MEFI). Las primeras décadas del 2000 han representado para la Universidad el tránsito hacia los medios digitales y virtuales con la implementación de un programa de Bachillerato en Línea, así como de las primeras carreras bajo esta modalidad, la Licenciatura en
Educación y la Licenciatura en Gestión
Pública. Se han puesto en marcha varios programas institucionales que responden a las tendencias locales, nacionales e internacionales del contexto: el Programa Institucional de Tutorías, el Programa Institucional de Igualdad de Género, el Programa
Institucional de Emprendimiento, el
Programa Institucional de Estudios del
Pueblos y la Cultura Maya, entre otros. En el mismo tenor, se han reestructurado las áreas del 30
conocimiento al organizarlas en cinco grandes campus: 1) Arquitectura, Hábitat, Arte y Diseño; 2) Ciencias de la Salud; 3) Ciencias Sociales, Económico – Administrativas y Humanidades; 4) Ciencias Exactas e Ingenierías, y 5) Ciencias Biológicas y Agropecuarias. También se ha creado la Universidad de los Mayores como una propuesta con el que la UADY busca vincularse con la población adulta mayor para ofrecerles cursos de actualización de acuerdo con sus necesidades y características propias de su edad. Este 2022, en el que la Universidad Autónoma de Yucatán está cumpliendo sus primeros cien años, la historia de sus diferentes administraciones que la han gobernado y guiado, la demuestran como una institución dinámica y conectada con ciertos aspectos de la sociedad. En este marco, su cariz de Universidad pública, laica y gratuita debe defenderse con tesón, sin retroceder un solo milímetro, ni para tomar impulso. Hoy, los universitarios exigen una institución acorde con las nuevas realidades que el siglo XXI plantea, en la que se debatan todas las ideas y en la que tengan cabida todas las formas de pensamiento. Es un hecho relevante que la Universidad ha cambiado conforme el contexto local, nacional e internacional le ha requerido. Esto último no es indicio de que esté libre de tener grandes pendientes que deberá subsanar prontamente con los diferentes grupos sociales que la integran. En el año del Centenario, la Universidad se prepara para elegir a la próxima persona que tendrá el compromiso de encabezar sus destinos y de mirar una institución responsable, cercana y sensible a las problemáticas de la sociedad yucateca. Su perfil ha de ser acorde con los altos ideales con los que la fundó Felipe Carrillo Puerto: humanista y progresista.
