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El "Ya basta" de los méxico-texanos contra los "rangers" en 1915 // Raymundo Hernandéz Alvarado

CUANDO EN OCTUBRE de 1915 los mexicanos Luis de la Rosa y Aniceto Pizaña se rebelaban violentamente en Texas contra la explotación, crímenes y robos por parte de los angloamericanos, sólo hacían eco de lo que sufrían miles de paisanos que vivían en la franja del Nueces.

El estallido del Plan de San Diego y el impacto revolucionario en el Valle de Texas, no fue suficiente para unificar a los bandos revolucionarios acerca de los crímenes que se cometían en ese país contra cientos de familias mexicanas cuyos ascendientes siempre habían vivido ahí.

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Esta insurrección de los aztecas que vivían en el ahora Texas anglosajón, descendían de los dueños originales de esa franja, al norte del Río Grande, que antes del despojo de 1848 perteneció al estado de Tamaulipas.

Los auténticos méxico-texanos habían decidido quedarse en sus tierras que hacían producir, pero luego les fueron hurtadas paulatinamente a raíz de la pérdida de más de la mitad del territorio nacional por los Estados Unidos, tras la llamada “Mexican War” iniciada en 1846.

A esto le seguiría una política antimexicana para criminalizar sin pruebas a todo mestizo sólo por el color de su piel, culpándolos de revoltosos, bandidos o abigeos, en un periodo que va de 1910 a 1920, en el que sufren la caza y exterminio por parte de un cuerpo policiaco llamado “Rangers de Texas”.

Esta política racial de las autoridades texanas había autorizado a quitar a los ex tamaulipecos, dueños auténticos sus tierras y ganado, acusándolos de cualquier infundio, orden que no compartían en su totalidad las autoridades federales norteamericanas.

Es en esta década de odio, cuando se cometen numerosos asesinatos de méxico-tejanos, responsables o inocentes de delitos imputados por los “Rangers”. A falta de cifras exactas, historiadores texanos han calculado desde trescientos hasta cinco mil los muertos causados en su mayor parte por éstos.

¿QUIÉNES SON LOS “RANGERS”?

Los “Rangers” o vigilantes, es un grupo que nace en 1835, un año antes de la independencia de Tejas, para defender a los colonos angloamericanos de los ataques de indios comanches y apaches. Décadas más tarde dicen combatir a los mexicanos proscritos y abigeos.

Pero es en la segunda década del siglo XX en que son el brazo delictivo de terratenientes y autoridades como sheriffs y alcaldes para proseguir con el clima de terror contra los hispanos que quedaban en sus antiguas propiedades, heredadas desde dos siglos atrás. Para ello detenían y ejecutaban sumariamente a cualquiera que les pareciera sospechoso, así fueran familias enteras, cuyas casas eran allanadas sin orden legal y menos sin juicio. La única prueba era: “son mexicanos y parecen bandidos”.

Poco se ha podido comprobar y ahora un movimiento de historiadores de origen hispano pretende reconstruir la historia de esa persecución vivida por los tamaulipecos-tejanos de los siglos 19 y 20, que sufren una guerra de pretexto e imputárseles crímenes falsos para arrebatarles sus tierras. Y no era una exageración decir que de antiguos propietarios de ranchos y haciendas, a partir del despojo yanqui en 1848, pasan a ser peones, en el mejor de los casos, de los nuevos rancheros anglos o criminales si presentaban resistencia a las nuevas reglas angloamericanas.

LO QUE FLORES MAGÓN ESCRIBE

Ya en el mismo año de la rebelión mexicana en Texas, en 1915 Ricardo Flores Magón escribía en su periódico Regeneración que se pretendía distraer la causa del conflicto con el plan de San Diego. ‘El tiempo transcurre y la verdadera causa de ese movimiento va apareciendo’, afirmaba.

Destacaba otro motivo muy distinto: ‘el de ponerse a salvo de los atentados de que son víctimas con tanta frecuencia en este país las personas de nuestra raza’, (No. 206, 2 de octubre de 1915).

Cita al periódico El Presente, de San Antonio, Texas: ‘Un mexicano bailaba en una casa de un pueblecillo cercano de Brownsville y un americano quiso arrebatarle a la mujer. El mexicano se opuso y al salir a la calle fue muerto a traición por el americano’.

Los mexicanos vengaron inmediatamente la muerte de su paisano y eso dió origen a que los vengadores se retiraran del poblado, ya armados y dispuestos a defenderse del linchamiento o de la horca.

Y añade Flores Magón: ‘esos bárbaros llamados rangers, especie de policía rural de la comarca americana fronteriza con México, abrieron fuego sobre los rebeldes tan pronto como los tuvieron a la vista. Los rebeldes contestaron, y ese fue el comienzo del estado de guerra en que se encuentra aquella porción de los Estados Unidos’.

Agrega que la autoridad hostilizó pretendiendo encontrar un rebelde en cada varón mexicano con que los esbirros tropezaban “comenzando una cacería infame de los vigilantes contra los mexicanos”.

Los rangers, reforzados por civiles, partidas de polizontes y de desalmados de toda descripción, entraban en tropel a las humildes casas habitadas por mexicano, disparando sus armas sobre hombres viejos, mujeres y niños.

EL CASO PIZAÑA

‘Una de tantas casas asaltadas fue la del compañero Aniceto Pizaña, hombre honrado que residía en su morada en el rancho de los Tulos de Brownsville. La casa fue asaltada por una turba de salvajes representantes de la autoridad el 3 de agosto, disparando los asaltantes sobre sus moradores sin consideración a sexo o edad’, continúa.

Sostiene: ‘Nuestros heroicos compañeros los tuvieron a raya durante más de media hora haciéndoles bajas de muertos y heridos. Desgraciadamente un niño, el hijo de Aniceto, fue herido en una pierna de un balazo de los bandidos, y no hubo más remedio que amputársela. Desde entonces, Aniceto se encuentra también sobre las armas, y, según la prensa burguesa su actividad revolucionaria es intensa’.

Y observa: ‘lo mismo ocurrió en otros lugares de la región de Brownsville. Estos atropellos fueron llevados a cabo por los representantes de la autoridad en personas que tal vez nunca habían pensado en rebelarse;

Afirmaba Flores Magón: "No hay tal Plan de San Diego, ni patrañas de esa clase: lo que hay es un movimiento de legítima defensa del oprimido contra el opresor”.

Cientos de mexicanos inocentes han sido muertos por esos salvajes. Las casas de los mexicanos han sido incendiadas, sus sembradíos arrasados, y eso ha contribuido a extender el movimiento revolucionario, refiere en ese año 1915.

VERSIÓN DE LA PRENSA

El periódico local, The Los Angeles Tribune, informa en su edición del 8 de septiembre de 1915, refiriéndose a la zona envuelta por la revolución en el Estado de Texas:

... Un territorio tan grande como el Estado de Illinois está sobrecogido de temor de asaltos a medianoche, incendio de haciendas y muerte.

Más de quinientos mexicanos han sido muertos en el Río Grande de hace tres semanas a esta parte, según noticias rendidas por los rangers, este cita, -7 de septiembre-, a oficiales de policía en los condados afectados por la revolución.

Eso es lo que reconocen los rangers. ‘pero conocidos los instintos criminales de las bestias feroces que integran estos cuerpos policiacos en el Estado de Texas, es de presumirse que se han quedado cortos en su información, y que a más debe ascender el número de víctimas de la autoridad’, abunda Flores.

Amplía la denuncia: ‘Se ha matado a los hombres debajo de una cama y se les ha matado dentro de sus casas, no obstante que reclaman un momento de paz para explicarse. Se les ha sacado de la cárcel para colgarlos y lo que más se ha hecho es fusilarlos por la espalda después de que han entregado las armas, y se han rendido’.

RANSOM

Los rangers jugaron un papel clave en estas atrocidades. El 28 de septiembre de 1915, por ejemplo, después de un enfrentamiento con unos cuarenta rebeldes cerca de Ebenoza, en el condado de Hidalgo, los Rangers victoriosos tomaron una docena de asaltantes prisioneros y con prontitud los colgaron, dejando sus cuerpos a la intemperie durante meses.

Varias semanas después, el 19 de octubre, después de un ataque espectacular mexicano al descarrilar un tren de pasajeros en dirección al norte de Brownsville, los rangers detienen a 10 mexicanos, colgando rápidamente a cuatro y fusilando a otros cuatro.

El sheriff del Condado de Cameron WT Vann culpa al ranger capitán Henry Ransom de los asesinatos. Vann oculta a dos mexicanos sospechosos, los pone bajo su custodia y les salva la vida. Los mexicanos demostraron ser inocentes de cualquier cargo.

Otra de Ransom: Un mes antes, el 24 de septiembre, pasaban circunstancialmente Jesús Bazán y Antonio Longoria al cabalgar por el sitio donde se había producido una incursión rebelde. Ransom los asesina y deja sus cuerpos expuestos.

Ese otoño, Ransom hizo el hábito de sacar a familias mexicanas fuera de sus hogares mientras patrullaba el campo. En un momento dado casualmente informó a la sede Ranger en Austin que “Conduje todos los mexicanos a partir de tres ranchos”.

NADIE VEÍA LA MASACRE

En ese lapso 1910-20, el impacto de la revolución mexicana en Texas se hace notar por la existencia del Partido Liberal Mexicano con sus tendencias anarquistas y su brazo simpatizante de de la Rosa y Pizaña, calificados como bandidos.

El gobierno norteamericano sostenía que el PLM violaba las leyes de neutralidad adoptadas hacia la revolución azteca. Luego sigue un nuevo encarcelamiento de Ricardo Flores Magón, quien no dejaba de escribir sobre los asesinatos de mexicanos en el sur de Texas, algo tan cerca de México pero tan ignorado.

A pesar de que Texas sirve de refugio para exiliados políticos mexicanos de todas las tonalidades revolucionarias, ninguno, salvo los Flores Magón, denunciaba o abogaba por las cientos de familias de mexicas que eran perseguidas, despojadas o asesinadas por el poder ranger.

Un periódico, La Prensa, informaba en español sobre la revolución en México; denunciaba la represión de los inmigrantes, el abuso de los tejanos y animaba a la preservación de la cultura de la patria mexicana, como su arte, religión, literatura, consigna el sitio:

irwinator.com/126/ wdoc132.htm

NEGARSE A OLVIDAR

En los últimos dos años se han publicado dos libros con esta temática que cubre este negro periodo de la historia sud texana: Benjamín H. Johnson, profesor de la Universidad Metodista del Sur en Dallas, describe algunas de las masacres en su libro Revolución en Texas: Cómo una Olvidada Rebelión y su Sangrienta Represión Convirtió a Mexicanos en Americanos.

En otra obra, Los Rangers de Texas y la Revolución Mexicana: la Década Sangrienta 1910- 1920, los historiadores Charles H. Harris y Louis R. Sadler detallan historias personales y relatan las actividades criminales de los vigilantes anglos.

Un documental llamado Bandidos Fronterizos de Kirby Warnock aborda una historia que le fue contada por su abuelo Roland Warnock, quien le dijo haber presenciado a un grupo de rangers que asesinó a dos mexicanos desarmados y que fue él quien se hizo cargo luego de enterrar los cadáveres en una tumba que sí está identificada.

“Warnock pasó cinco años rastreando la historia de los descendientes de esas dos víctimas y encontró a varios de sus nietos que confirmaron lo narrado por su abuelo”, refiere el sitio refusingtoforget.org (negarse a olvidar).

¿POR QUÉ?

Con este proyecto se pretende rescatar esta parte olvidada de la historia de la Franja del Nueces, donde ahora están las ciudades como Brownsville, Mac Allen, Harlingen y otras en el llamado Valle de Texas.

“Un diálogo público sobre este periodo de la violencia es oportuno y necesario para reflexionar adecuadamente sobre sus consecuencias”, menciona el sitio acerca del porqué historiar en el tema.

Mencionan las justificaciones: “Entre los muertos había mujeres y hombres, ancianos y residentes jóvenes, de tiempo atrás y recién llegados. Fueron asesinados por desconocidos, a veces por los vecinos –anglos–, los rangers o funcionarios públicos”.

Los historiadores y etnólogos abocados al tema resumen que muchos fueron ejecutados sumariamente después de haber sido secuestrados, o fusilados bajo el débil pretexto de tratar de escapar. Sus cuerpos quedaban a la intemperie, quemados, decapitados, profanados.

LA PROPUESTA

En el año de 1916, mexicanos residentes en Kingsville telegrafían al presidente Woodrow Wilson, a quien le dicen que bastaba “con caerle mal a algún gringo para que sus nombres fueran susurrados a los oficiales, para ser sospechosos de delitos y ser encarcelados sin la oportunidad de demostrar en un juicio justo, la falsedad de los cargos contra nosotros”.

Denunciaban el clima de terror de rangers, policías, racistas blancos y autoridades que llegaba al grado de acusarlos de delitos o asesinato sin saber siquiera el nombre de quien los acusaba, para que de inmediato procediera el encarcelamiento y juicio sumario.

Afirman los rescatistas de este periodo negro: “Lejos de ser subrepticia, la violencia fue bien recibida, celebrativa, e incluso instigada a los más altos niveles de la sociedad y el gobierno”.

La gente veía como cuerpos decapitados flotaban por el Río Grande, mientras que miles huían a México; un periódico de Texas publica que políticos prominentes propusieron juntar a todos los de origen mexicano en «campos de concentración», a la que calificaban como «una población excedente que se necesita eliminar.»

ELEMENTOS DE LA CRISIS

Cuando en 1821 concluía el movimiento de independencia mexicana y los mexicanos poblaban apenas la franja del Nueces en Tejas, la invasión silenciosa de los primeros inmigrantes ‘mojados’ angloamericanos ya había iniciado desde Estados Unidos a México.

Prosigue en 1836 con el apoderamiento de esa región azteca, al superar por seis yanquis a un mexicano a la población de ese antiguo estado, hasta llegar a la independencia texana. Pero a inicios de 1900 los tejanos de ascendencia mexicana seguían en sus tierras, pero aunque crece su población -150 mil- no llegaba al cinco por ciento de la población del estado que era de casi tres millones de angloamericanos, mayormente.

La mayoría permanecen en la línea fronteriza, desplazados de sus tierras del valle, que habían sido despojadas por los rancheros anglos, quienes los obligaban a venderlas muy barato, en el mejor de los casos, o eran víctimas de trampas legales para darle carácter oficial a los robos de sus granjas o ranchos.

El atractivo del río Bravo, sus afluentes, una tierra más fértil y la introducción del ferrocarril hicieron más atractivo a los blancos el venir al valle, quienes que en gran número duplican a la población mestiza en pocos años.

Esto trajo consigo el aumento en la plusvalía del valor de las tierras y mayores ingresos por impuestos al fisco, lo que a su vez hace ambicionar los ranchos de los mexicanos y tramar la forma legal o ilegal para apropiárselos.

DE HACENDADOS A PEONES

Cinco años antes de la crisis violenta étnica, en 1910 un periódico de Laredo publicaba que a los antiguos dueños tamaulipecos les eran arrebatadas sus tierras ‘malbaratadas’ y que ahora trabajaban como peones para los gringos en sus propias heredades. Agravado todo por la segregación y privados de sus derechos elementales y humanos.

El impacto de la revolución mexicana fue agravante, al huir hacia Estados Unidos y Texas en particular miles de familias. Uno de esos migrantes, Antonio Rodríguez, es acusado de matar a una mujer gringa cerca de Rocksprings, Texas, en noviembre de 1910 y una multitud lo saca de la cárcel y lo quema en la hoguera, causando quejas de la diplomacia mexicana, cobertura de prensa internacional, protestas en las ciudades de ambos lados por negarle un juicio a un mexicano que al parecer era inocente, quien es detenido solo por el color de su piel.

Todo este coctel provoca a su vez la reacción de los méxico-texanos y muchos simpatizan o abrazan la vía violenta mediante ataques a ranchos, obras de irrigación y ferrocarriles en la rebelión supuesta del Plan de San Diego que promovía la unión de indios, mexicanos y negros para acabar con el dominio de los angloamericanos.

EFECTO ELECTORAL

A una acción yanqui o azteca le seguía la reacción de la contraparte. Entre los rangers identificados como asesinos está un tal A. Y. Baker, quien en su calidad de sheriff en el condado de Hidalgo en 1915 instiga a colgar a varios mexicas. Esto fue confirmado por un soldado de la guardia nacional que atestigua que Baker mata a sangre fría a tres adolescentes.

La violencia generada por los rangers atrae la atención federal y el ejército se alarma por las ejecuciones ilegales y sumarias cometidas por los anglo-texanos, ocasionando que el secretario de Estado norteamericano pidiera el apoyo del gobernador texano James Ferguson para pacificar el valle y la frontera.

A esto le siguió la amenaza del general Frederick Funston para poner el sur de Texas bajo la ley marcial a fin de frenar los crímenes de rangers y policías blancos, que en realidad poco se investigaron, añaden los autores de Negarse a Olvidar.

Los efectos del Plan de San Diego terminan en la primavera de 1916 pero las venganzas de rangers contra los mexicanos siguieron. En mayo de ese año José Morín y Victoriano Ponce son detenidos en Kingsville por sospecha de un ataque, pero desaparecen cuando el ranger capitán J. J, Sanders los custodia.

Con el ingreso norteamericano a la Primera Guerra Mundial, el estado aumentó de 70 a 130 el número de agentes rangers, quienes cometen delitos electorales en Alice, Tx. al reducir violentamente los votos de mexicanos en las urnas de 300 a 60.

LA LISTA DE CUSHMAN

En el año 1916 un abogado e historiador de Brownsville, Pierce Cushman elabora una lista de 102 mexicanos inocentes sacrificados, -basada en sus propias investigaciones-. Eso tan sólo en la región sur del condado Cameron de ese año y 1915.

Pierce confrontaría a Lon Hill, despiadado ranger, considerado en el valle como fundador de lo que es ciudad Harlingen, a quien amenaza que si algo le pasaba el cónsul mexicano local daría a conocer la lista de aztecas asesinados por Hill.

Una excepción a la regla discriminatoria y criminal de los anglos, la constituye la oposición a los ‘rinches’ del sheriff de Cameron W. T. Vann desde 1915 y rompe con el grupo policiaco en 1918 al arrestar a tres vigilantes por el asesinato de Florencio García, detenido por los agentes y supuestamente liberado por ellos mismos, pero encontrado acribillado varias semanas después.

A inicios de 1919 llegaría la enérgica protesta del representante José Tomás Canales, el primer legislador méxico-estadounidense, quien presenta un proyecto de ley a través de las llamadas Audiencias Canales, destinadas a frenar los abusos de los rangers.

Mediante esta ley se reestructura el cuerpo de vigilantes; se reduce su número a 24; se presentan 19 denuncias de crímenes cometidos por ellos, se les exige respeto a la ley, historial de buena conducta, “so pena de despidos y cargos penales”.

Esto ocasiona la reacción de los partidarios racistas de los rangers quienes acusan a Canales de desleal al gobierno y señalan a los mexicanos como bandoleros y contrarios a la paz pública, amenazas que llegan al propio Canales, quien llega a declarar que la investigación casi le cuesta la vida. Era acechado por un ranger “con fama de carnicero”, Frank Hamer.

A las audiencias públicas llegaba acompañado por hispanos y anglos antirracistas como Sam Johnson, padre del futuro presidente norteamericano Lyndon B. Johnson.

Al final el Proyecto de ley de Canales no dio todos los resultados aunque tuvo algunos logros. El Ayudante General de la fuerza de los rangers rechazó casi todos los cargos, aunque se diluyeron varias compañías regulares de los rangers, al igual que la de élite. “Las transcripciones de las audiencias reflejaron tan mal esa fuerza –rangers-, que la Cámara de Representantes del estado se niega a imprimirlos”, añade el documento de ‘Negarse a Olvidar’.

HERENCIA DOLOROSA

Estas violentas relaciones entre los dueños originales de la tierra y los nuevos despojantes angloamericanos y su fuerza racial deja una herencia de dolor y sangre en cientos de familias que ven perder a sus raíces o parte de sus ramas. Algunas prefirieron olvidar, otras se han asegurado de que sus descendientes supieran lo ocurrido por sus antepasados.

Algunos de ellos son Benita Alvarado, cuyo padre y abuela atestiguan la masacre contra mexicanos en El Porvenir, o el nieto de Antonio Longoria, quienes por años han luchado por que se reconozcan los crímenes de los rangers, cuerpo policiaco glorificado por los anglos.

Los esfuerzos de los méxico-texanos y el papel del legislador José T. Canales contribuyen a la formación en 1929 de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos, para luchar por el fin de discriminación y crímenes raciales o de odio, así como por la defensa de sus derechos como ciudadanos estadounidenses.

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