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Zamba por vos, por Genaro Huacal

Zamba por vos

Genaro Huacal

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Yo no canto por vos, te canta la zamba (…) A. Z.

LA BONDAD de la lectura nos enseña a ser lectores de almas y a escuchar las voces de los muertos más vivos que nunca. Basta leerlos y releerlos, mínimo y máximo homenaje. Todo empieza, surge, del corazón del hombre. Emisor y receptor. Hablas, entiendo. Y ahí nos vamos. José María Mendiola nos habla de frente, de tú a tú con esa seriedad tan suya. Como en aquella última lectura pública del ciclo Verso Norte en una sala del Colegio Civil de la UANL.

Esa noche Mendiola me sorprendió con sus poemas, un minusculario édito y un puñado inédito. “Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy/ el río anuda al mar su lamento obstinado/ abandonado como los muelles en el alba/ he de partir, oh, abandonado.” (…)

No cualquiera escucha la voz de los muertos ni siquiera la entiende. Se emociona o enternece. No en este caso en que el autor nos reta. No quiere flores fósiles, favor de abstenerse con las de plástico. Desde el más allá hasta el más acá exige la verdad.

Como si fuera un niño, no dejó nunca de serlo (de ahí su atrevimiento), su poesía es un juego sin llegar a ser lo uno ni lo otro. Leer para creerlo, creer para leerlo. Nadie descuida su poesía si es poeta y nuestro amigo Mendiola no lo era. Como narrador sufría en el concierto de las palabras su desconcierto. Celebrábamos su atrevimiento.

Compañeros becarios del Centro de Escritores, el quehacer literario de José María Mendiola me consta, no hablo de oídas. Su poesía no canta, cuenta como buen narrador. Su mayor descaro son los textos inéditos cuya autoría es de superhéroe.

Textos al vuelo, a ojo de buen cubero, anecdotario diverso en su edad, en sus momentos. Corridos norteños de Nuevo Laredo, Tamaulipas. Los cómplices de travesuras, la tienda de la esquina, la intimidad familiar, bajo la mirada del redactor en jefe.

No, no fue poeta. Como ser humano se buscó a sí mismo en el abecedario perdiéndose entre mayúsculas y minúsculas, vocales y consonantes, puntos y comas. Discurrió la locura del lenguaje, su sabia ignorancia.

Hoy nos sonríe a lo lejos agitándonos la mano, los libros escritos por ella. Fueron pocos mas no tanto. Su verdad desarrolló en la narrativa, su poesía no miente, simple y llana nos quedó pendiente.

Maestro Mendiola: “Yo no canto por vos, te canta la zamba”. Amen.