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Rebeliones y turismo al modo de Ignacio Martínez Elizondo

El diario de Viaje de Ignacio Martínez Elizondo, Recuerdos de un viaje en América, Europa y África, Librería de P. Bregi, París.
Ignacio Martínez Elizondo. ¿Quién es este rebelde olvidado –o tránsfuga– de Clío? Hombre pluridisciplinario que lo mismo es poeta, médico, general, periodista, ateo crítico y etnólogo aficionado que lo lleva a ser de los primeros mexicanos en recorrer el mundo en una sola ruta en 1875 y ampliarla a los cinco continentes en 1883.
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¿Cuál era su tesis política que lo lleva a ser republicano y luego combatir al presidente Juárez y al sucesor Lerdo de Tejada para luego trocar al porfiriato, e igual para luchar contra Díaz?
En realidad no son poca cosa sus revueltas. Entre 1865 (el año en que logra ser el primer médico en titularse en Monterrey como alumno de “Gonzalitos”) y 1878, Martínez Elizondo se adhiere a cuatro rebeliones de tonalidades diferentes, las mismas de las que es perseguido sin atraparlo. Sus pocos seguidores del centro y muchos de la frontera opinaban que Ignacio era un hombre valiente y de convicciones liberales, que lo convertían en el líder adecuado para dirigir una insurrección contra Porfirio Díaz.
Todo indica que en definitiva son más las preguntas que genera este disímbolo personaje escasamente investigado por la historia. Hasta la muerte de “El Buscapiés”, como era apodado, tiene consecuencias: asesinado en Laredo, Texas, el 3 de febrero de 1891, su discípulo Catarino Garza Rodríguez acusa al gobernador porfirista de Nuevo León, Bernardo Reyes, de ser el autor intelectual del crimen, lo que causaría la rebelión precursora revolucionaria catarinista en la frontera.
De médico a militar republicano
Ignacio nace al parecer en 1842 en la sierra de San Carlos, Tamaulipas, y se naturaliza en Monterrey a los cuatro años de edad, donde hace sus estudios básicos y luego medios en el Colegio Civil; aquí se aficiona a la poesía, para proseguir en la Escuela de Medicina y Farmacia del Colegio Civil en 1859, donde en honor de su maestro José Eleuterio González declama la poesía “Una edad”, (Zorrilla, 1984, p. 303).
Luego recitaría otra épica en honor al general Mariano Escobedo en su entrada triunfal a la capital nuevoleonesa en 1865, a los 23 años de edad, (Ibidem).
Bajo la guía de su mentor “Gonzalitos”, Martínez Elizondo es el primer médico en titularse en la Escuela de Medicina de Monterrey, (Ortiz, 2009) al presentar el 8 de agosto de 1865 su examen profesional con la tesis “¿Hay o no fiebres esenciales?” (Huerta, 2011). Recién egresado se registra como médico para ejercer en Matamoros, Tamaulipas, el 16 de octubre de 1865, (González, 2016).
En esta etapa de su vida Ignacio se declara “ateo materialista”. En las filas del Ejército del Norte lucharía contra la invasión francesa hasta 1867 y tras perder Díaz la elección de ese año frente a Benito Juárez, en 1869 rompe los lazos con los republicanos asumiéndose antireeleccionista y ser acosado por su antiguo jefe, el general Mariano Escobedo.
Insurrecto compulsivo
Más tarde apoya a Porfirio Díaz en su rebelión de “La Noria” en 1871. A Ignacio le valió la pena el esfuerzo y en este año asciende al grado de general brigadier promovido por el general Pedro Martínez, aunque se desconoce la evolución completa de sus grados, salvo el de mayor.
Vendría una pausa e Ignacio ejerce la medicina en Tula, Tamaulipas, donde acumula buenos ahorros y decide cumplir otra pasión: conocer los pueblos del mundo.
A la muerte de Juárez en 1872, Sebastián Lerdo de Tejada asumía como nuevo presidente, triunfante en la elección frente a don Porfirio. Pero ante la tenaz subversión de Martínez Elizondo, el gobierno lo persigue y el doctor organiza una “fuga turística” para viajar, solo, por Norteamérica, Europa y África en 1875. Un segundo recorrido completo sería el de 1883.
Esto lo llevaría a ser considerado de los primeros mexicanos en recorrer el planeta en una sola ruta, durante el auge de la revolución industrial. Lo que comprobaría no sería otra cosa que un mundo contrastado por el progreso y el atraso en esta fase capitalista.
Al llegar Porfirio Díaz a la presidencia, el doctor Martínez Elizondo sería uno de sus brazos armados, con poder de mando en la ciudad de México y después en la Cuarta Región Militar, entre 1876 y 1878. Pronto también renegará del aspirante a dictador.
Antireeleccionista puro
Pero ¿qué tan antagónico es el liberal Martínez Elizondo a la reforma juarista? Ésta, anidada en la filosofía positivista, buscaba la separación completa, de siglos, del pensamiento religioso y se proponía insertar a las nuevas generaciones mexicanas en el modernismo, mediante una revolución educativa e intelectual.
Dicha reforma se oponía a la medieval filosofía escolástica dominante en la etapa colonial e impedía la evolución del pensamiento y la consecuente gestación de la vida democrática. Inspirado en las tesis políticas de José María Luis Mora, buscaba derribar el sistema social, económico y político heredado de la Nueva España, (Lombardo, 1963).
En este contexto, ¿qué lleva al doctor Martínez a cambiar de bando y adentrarse en el positivismo porfiriano? Esta corriente barrediana calificaba de anarquistas a los liberales y anteponía el orden y el progreso para garantizar la paz y el desarrollo del país.
Tal parece que Ignacio no buscaba expresiones filosóficas afines a sus inquietudes liberales de rebelde nato, de agente pragmático y aguerrido que rechazaba la reelección por considerarla antidemocrática, proviniera de Juárez, Lerdo o Díaz o de quien fuera.
“Las dificultades presentadas por Martínez como militar, demasiada iniciativa y desobediencia, no ayudaron a establecer una relación duradera entre él y Díaz […] se retiró de las armas para dedicarse a la medicina. Al repetirse las causas por las que luchó contra Juárez y Lerdo, Martínez volvió a la oposición pugnando por la no reelección, sólo que ahora contra Díaz.” (Katz, 1986, p. 65).
Dos incidentes ocurridos en ciudades y años distintos dan una aproximación para conocer el carácter irritable como militar, aunque como médico era distinto, pues en esta faceta “era muy estimado por su carácter afable y bondadoso”; mas como periodista era también “agresivo y valiente” (Zorrilla, 1984, p. 303).
El primer incidente ocurre en 1864 en Monterrey, cuando luego de servir Ignacio como mayor en el cuerpo médico del Ejército del Norte, tiene un altercado con un sujeto que le dispara a los pies: esto daría origen al mote de “El Buscapiés”, apodo que aprovecha para llamar así a un periódico que editaría: El Mundo, de 1981, citado por Young, (2010, p. 92).
El otro suceso se da con su superior, el general Mariano Escobedo, porque éste lo había insultado en el Casino de San Luis Potosí, lo que motivó al galeno a retar a duelo al héroe contra la intervención francesa, sin que se haya sabido el resultado. (Ibíd.)

Médico y general Ignacio Martínez Elizondo.
Fotografía tomada de Historia gráfica de Tamauliopas, Octavio Herrera Pérez, México, D.F., 1989, p.202.
Contra Porfirio Díaz
Tras su regreso del primer viaje a fines de 1875, Martínez recluta seguidores para el alzamiento de Tuxtepec que llevaría a Díaz al poder, además de dedicarse a adoctrinar a las mujeres para que ellas influyeran en sus maridos, hermanos o padres para hacerse del lado de Porfirio. Esto le valió otro mote, el de “Doctor de señoras”, (Op. cit., p. 93).
En 1878 acepta puestos militares en la capital del país y en la Cuarta Región Militar del Ejército con Porfirio Díaz, pero luego renuncia por una reelección de Díaz y una disputa con el ministro de Guerra a quien después combate por medio de la prensa.
En 1881 funda en Matamoros la Logia Masónica “Aurora Boreal” No. 14. Al provenir la ruptura con el régimen de Díaz, funda un periódico antiporfirista después de la reelección de aquél en 1884. “El general y doctor Ignacio Martínez publicó en San Antonio y Austin El Libre Pensador y El Mundo; su hermano Paulino editó El Chinaco, en Laredo (1890), San Antonio (1891) y Austin”, (Fernández, 2001, p. 296).
Dos años después se le atribuye a Ignacio la autoría del Plan Restaurador del Orden Constitucional, de agosto de 1886, que pretendía restablecer la Constitución de 1857. “Demandas sorprendentemente similares a las expresadas en subsecuentes proclamas revolucionarias liberales, incluyendo las de Francisco Ruiz Sandoval (1890), Catarino Garza (1891) y aun la del líder de la exitosa revolución de 1910, Francisco I. Madero”, (Young, 2010, p. 96).
En junio de 1886, el cónsul mexicano en Brownsville informaba de una banda de rebeldes en la frontera movida por Ignacio Martínez, lo cual inquieta a Díaz al vincular este hecho con un manifiesto en El Mundo y un supuesto apoyo de los caudillos Jerónimo Treviño y Francisco Naranjo, lo que hacía temer el paso de armas a México, (Op. cit., p. 90).
Ambiente denso precede al crimen
Lo anterior provocó el nerviosismo del jefe de la zona militar, general Bernardo Reyes, quien desde Monterrey envía 250 soldados por tren a Nuevo Laredo para aplacar la revuelta atribuida a Ignacio.
En 1888, en el transcurso de la magnificada rebelión de Martínez, emerge el matamorense Catarino Garza Rodríguez a la política electoral del Condado de Starr, Texas, ya en discursos o como periodista.
Tras otra rebelión fallida en 1890, ahora de Francisco Ruiz Sandoval, el doctor Martínez Elizondo es blanco de una campaña de desprestigio y hostilidad, y sujeto en Texas al espionaje de los agentes de Díaz y de Bernardo Reyes.
La campaña contra Ignacio incluía su desacreditación moral y el divisionismo entre sus partidarios, “...hasta que el (3 de) febrero de 1891, estas confabulaciones tuvieron éxito: en las calles de Laredo le dispararon… La versión más común sostenía que Martínez había ido a la casa de Eusebio García entre las 9:00 y 10:00 de la mañana para una visita médica […] no sabía que dos hombres bien armados y montados lo esperaban. Mientras uno de estos hombres le hablaba, el otro se colocó por detrás y le disparó por la espalda […] y los asesinos escaparon hacia México”, (La Colonia Mexicana, 1891, citado por Young, 1910, p. 134).
La ruta del escape turístico de 1875
De 1875, el diario de viaje de ocho meses de duración de Martínez Elizondo, incluido en su libro Recuerdos de un viaje por América, Europa y África, es considerado uno de los más interesantes escrito por un mexicano. Aquí condensamos su contenido. (El segundo viaje, por los cinco continentes, de dos años de duración sería en 1883).
Ignacio se sumaba en ese tercer cuarto del siglo XX a otros mexicanos como Bulnes, Gastelum, Payno, Zarco, quienes también recorrerían Asia, Europa o Norteamérica. O el recorrido de Bernardo Gutiérrez de Lara que por cuatro meses, a caballo y coche, viajó de su natal Revilla, Nuevo Santander, a Washington en 1811, como embajador de la independencia mexicana, enviado por Miguel Hidalgo para solicitar apoyo al gobierno norteamericano, (Clark, 2010).
El viaje del doctor Martínez fue así: en coche Tula - SLP - Aguascalientes - Guadalajara - Querétaro - México - Veracruz; en buque: Veracruz - La Habana - Nueva York - Liverpool; por tierra, en Europa: a Manchester - Londres - Francia - España - Marruecos - Suiza - Italia - Austria - Polonia - Rusia - Prusia - Bélgica. Y su regreso así: París - Nueva York - Nueva Orleans - Brazos de Santiago, Texas - Matamoros - Monterrey - Tula; todo esto en un lapso de ocho meses.
Parte en diligencia de Tula a las 7:00 horas del 7 de abril de ese 1875 y tarda tres días en llegar a San Luis Potosí, donde casi es reconocido por guardias en momentos en que es buscado por sus enemigos: el general Mariano Escobedo y el gobernador potosino Pascual Hernández, “...de quienes he sido víctima y a quienes después he colocado en la picota del ridículo. Si me pudieran atrapar se vengarían cobardemente de mí.” (Martínez, 1884, p. 8).
El 26 de abril llega a la ciudad de México, para luego en Veracruz abordar el barco “City of Mérida” el 6 mayo. El 11 de mayo de ese año 1875, Martínez llega a La Habana, donde se da cuenta que a los mexicanos del barco las autoridades cubanas no les permiten bajar a tierra, ante el temor de que se unan a los precursores rebeldes que luchaban por su independencia de España. El 17 de mayo la nave arriba a Nueva York, entonces ciudad de un millón de habitantes, donde se encuentra con la elegancia al observar la salida del trabajo de cientos de hombres y mujeres que rivalizaban por el gusto y la pulcritud de sus trajes. Igual constata que es una ciudad de moda y lujo, “de hoteles”, sitios donde viven los profesionistas y recién casados. Ignacio juzga que este tipo de costumbres afecta la moral de la ciudad y cree que la mujer, al no tener qué hacer en su hotel o casa, cae en el ocio y tentaciones, pues no ve al marido en todo el día. Deja América el 22 de mayo al salir a Liverpool, Inglaterra, en el vapor “City of Richmond”.
Londres, París, Madrid, Marruecos
El día 10 de junio acude a una carrera de caballos en el pueblo de Ascott, a la que asiste toda la aristocracia de Londres y la familia real. También investiga la pobreza londinense y conoce que “...más de diez mil infelices mueren de hambre anualmente en esta portentosa Babilonia y unos 20 mil amanecen preguntándose diariamente cómo ganarán el sustento del día...”, (Ibíd., p. 98).
Ignacio Martínez critica la ciudad de Londres por la elevada prostitución de mujeres casadas, y escribe que es tan poco lo retribuido por su trabajo y tan cara la vida, que es fácil morir por falta de abrigo o alimentos, lo que obliga a las jóvenes a corromperse para poder llevar pan a la boca.
Llega el 13 de junio a París, a las 6 de la tarde. Aquí describe “...los oleajes humanos, vestidos y adornados de la manera más elegante del mundo, cargados de joyas de valor y de gusto, acicalados, enguantados, perfumados, que sirven de modelo a las sociedades más aristocráticas de América y Europa...”. (Ibíd., p. 105).

El Arco del Triunfo, de París, inaugurado en 1836.
Ignacio Martínez Elizondo, Recuerdos de un viaje en América, Europa y África, grabado de Bourdelin, E., p.117, Librería de P. Bregi, París.
En París se entera que son comunes los suicidios en el Río Sena. El 18 camina por el Museo del Louvre. Al llegar a la “Sala Etnográfica de México”, decepcionado escribe que las únicas “curiosidades que nos representan son unos muñecos de barro de Guadalajara y algunos tipos populares como el charro, la frutera y el velero”. (Ibíd., p. 145)
El 8 de julio, ya en Madrid, Martínez asiste a una corrida de toros sentado cerca del palco del rey y al preguntar si éste va a acudir, un vecino le responde que lo sabrá cuando el público aplauda o silbe, según esté de humor.
Visita luego la villa de “El Escorial” donde le invitan vino y refiere que éste es tan barato que si alguien en las aldeas cercanas pide un vaso con agua prefieren llevarle vino, porque el agua es más cara.
Por la tarde de ese 21 cruza el Estrecho de Gibraltar y llega al continente africano separado por 27 kilómetros. Arriba a la ciudad de Ceuta, península de siete colinas bajo el poder español, cuyos montes “Hacho” y “Gibraltar” eran las antiguas Columnas de Hércules. El día 25 sale de Ceuta a Teután. El viajero le comenta a otro guía su disgusto porque las mujeres se cubren el rostro y éste responde que es un deber religioso y que sólo el marido puede verles la cara; que al casarse el novio lo hace sin ver el perfil, pidiendo sólo la descripción a los padres, aceptando así la boda.
En Pompeya y con el Papa Pío IX
Ya en Italia, Turín, sede del vino Vermut, recibe a Martínez Elizondo el día 14; por la tarde arriba a Milán con su catedral de mármol blanco. Iniciada su erección en 1386, en ese 1875 aún faltaban por terminar 20 de las 135 agujas que adornan su exterior.
El día 18 está en Génova, donde critica que en la Iglesia de San Juan no dejen entrar a las mujeres si no es de rodillas. El 29 sale de Nápoles a Portici; aquí visita las excavaciones arqueológicas por las que se lograron desenterrar los cuerpos humanos petrificados por la ceniza y lava en la gran erupción del Volcán “Vesubio” que acabó con las ciudades de Stabia, Herculano y Pompeya, mil 700 años atrás.
El 30 de agosto acepta una invitación en grupo para visitar al Papa Pío IX en el Vaticano. Al aparecer el Papa, dice algo amable, luego acerca el anillo a un boliviano para que lo bese, y “al pasar frente a mí le di mis excusas al ayudante, de que no podía hincarme por tener una rodilla anquilosada.” Al oírlas, Pío IX me pregunta: ¿Es usted de Puebla? –No señor, de Tamaulipas, le contesta y comenta: “Mis ideas de libre pensador se oponen a doblar la rodilla ante otro hombre”, (Ibíd., p. 402).
El 5 de septiembre llega a Viena, donde conoce la tumba de Maximiliano, con una dedicatoria de “su subordinado leal, el conde de Orizaba, 1868”.
El 9 llega a Varsovia, antigua capital del reino de Polonia, para luego viajar a San Petersburgo, en Rusia, en cuya frontera ve el rudo trato a los extranjeros al ser bajados con pasaporte en mano. El 12 observa que las mujeres no son bellas, son gordas porque así las prefieren los hombres. Recorre Berlín, Colonia y otras ciudades.
El 28 regresa a París, donde por las últimas convulsiones en Francia recuerda que debe regresar a México para sumarse a la rebelión contra Lerdo de Tejada.
Filibusteros texanos
El 25 de octubre parte de Havre en barco hacia Nueva York; viaja en el buque L’Amerique, y llega el 3 de noviembre a América a las 10:30 horas. El 4 está en Filadelfia. El 15 arriba por vapor a Brazos, Texas, a 32 kilómetros de Matamoros; lo hace después de varios días de esperar navío.
El 19 de noviembre sale de Reynosa a Camargo en una diligencia que llevaba a otra familia. Al llegar a Guardados de Arriba, antes de Mier, encuentran a 60 hombres armados, civiles, a toda carrera y en desorden; al acercarse éstos a la diligencia preguntan si sabíamos de los americanos en Camargo. Esa partida de angloamericanos pertenecían al ejército, pero se habían separado para saquear las villas desde Guerrero hasta Camargo, según los registros históricos de la región.
El 20 de noviembre de ese 1875, Ignacio Martínez llega a Monterrey, donde 10 años atrás se había titulado como médico. Visita parientes y amigos y dice de la ciudad: “…su gente bien moralizada, es amable, bondadosa, consagrada siempre al trabajo y con gran afecto al estudio”, (Ibíd., p. 508). También se desvive en elogios a su maestro, el doctor “Gonzalitos”, de quien dice que “es una de nuestras más puras y veneradas glorias nacionales”. (Ibíd., p. 509).
El 30 llega a Santiago, Nuevo León, villa habitada por gente rubia ojiazul. Ignacio la llama la Suiza de México. El 5 de diciembre llega a Galeana, Nuevo León, cuna de su persecutor Mariano Escobedo. Escribe que ha hablado con su amigo y jefe, el general Pedro Martínez, pero que ahora les tocará militar en bandos enemigos. Dice al respecto: “…él defenderá al gobierno que tratamos de derrocar y estaremos en bandos opuestos”. (Ibíd., p. 512).
El 9 de diciembre de 1875 llega a su destino final, la ciudad de Tula, concluyendo así un viaje a lo largo de 240 días. Al año siguiente se incorporaría a la rebelión de Tuxtepec de Porfirio Díaz. §
Fuentes consultadas
Huerta Márquez, Marvin, Antiguo Morelos, Tamaulipas; historia de un pueblo huasteco, Monterrey. 2011.
Young, Elliot. La Revolución de Catarino Garza en la frontera Texas-México, Ciudad Victoria, Prograf. 2010
Clark Milligan, James, José Bernardo Gutiérrez de Lara: Mexicano fronterizo, Ciudad Victoria, Impresos Gráficos Alemán, 2010.
Lombardo Toledano, Vicente, Las corrientes filosóficas en la vida de México, México, D. F., Librería Madero, 1963.
Katz, Friedrich, Jane-Dale Lloyd y Luz E. Galván, Porfirio Díaz frente al descontento popular regional, 1891- 1893, México, Universidad Iberoamericana, 1986.
Martínez Elizondo, Ignacio, Recuerdos de un viaje en América, Europa y Africa, París, Librería de P. Bregi, 1884.
Zorrilla, Juan Fidel, Carlos González Salas, Diccionario Biográfico de Tamaulipas, México, D. F., Editorial Jus, 1984.
Zorrilla, Juan Fidel, Gobernadores, obispos y rectores, Ciudad de México, Miguel Angel Porrúa, 1980.
Ceballos Ramírez, Manuel, Patricia Fernández de Castro, Encuentro en la Frontera: Mexicanos y norteamericanos en un espacio común, México, D. F., Infolio Grupo Editorial, 2001.
Ortiz Guerrero, Armando Hugo, XV Décadas de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, [versión digital], http:// www.medigraphic.com/pdfs/bmhfm/hf-2009/ hf092d.pdf, consultada el 23 de octubre de 2016.
Matamoros de ayer y hoy, (2016, 24 de octubre), Periódico Frontera, González Alvarez, Luis, [versión digital] http://www.periodicofronteradetamaulipas. com/2012/10/dia-del-medico.html
El Bicentenario en Tamaulipas, Personajes revolucionarios, [versión digital], http://bicentenario.tamaulipas.gob.mx/documentos/personajesiluestresrevolucionarios_ignaciomartinez.htm, consultada el 23 de octubre de 2016.