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Gata de Gorgos

artesanía, carne, embutido

y tradición Clara Giner Periodista Gata, pueblo artesano y labrador que atraviesa el río Gorgos de camino al mar. Paisaje de viñas de moscatel y riuraus a cuatro pasos del Montgó. Y de campos de almendros, olivos, higueras y algarrobos en bancales de piedra seca.

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Tierra llena de historia de moros y cristianos donde todavía se guardan tradiciones culinarias como la elaboración del embutido, que tiene su origen en aquellos labradores mallorquines que repoblaron en parte esta antigua alquería islámica, al poco de la expulsión de los moriscos el 1609. Tierra de secano, de aceite, almendra, uva de moscatel, pasa, mistela y vino. Comida de pueblo, sencilla. Cocas con tomate, cebolla o hierbas que alegran el espíritu. Los gateros son gente con raíces y hablar “apitxat”, conocedores de la agricultura y amantes de la carne. De hecho, en esta población encontramos hasta cinco carnicerías donde podemos comprar longanizas, sobrasadas, morcillas de cebolla, garró y blanquets. También hamburguesas y figatells, estas albóndigas aplanadas con magro e hígado de cerdo adobados con especias que le otorgan un toque más oriental y en apariencia lejano. Pero los carniceros, algunos con antepasados ganaderos, también venden cordero de calidad criado en la Marina, de raza segureña y guirra, esta última autóctona valenciana, oveja roja que pasta en las montañas y valles del interior.

Cada viernes mercado

El mercado de Gata, que se celebra los viernes en la Plaça Nova, tiene una historia de casi cien años, desde el 17 de marzo de 1933. Antes labradores y vecinos ya se congregaban en la plaza de la iglesia, la que ahora es la Plaça Major. Y es que la vida en el pueblo se palpa los días de mercado. De buena mañana los comerciantes montan sus tinglados de frutas y verduras en la plaza grande, bien cerca de los comercios locales: un puñado de carnicerías espe-

cializadas en embutido tradicional, la pescadería con pescado fresco de la Llotja de Calp y los hornos que todavía conservan la costumbre de hacer dulces y pan con masa madre y harinas de calidad. No faltan tampoco pequeñas tiendas de verduras o los locales donde se venden productos gourmet de la Marina, las Comarcas Centrales y otros lugares. Los bares y restaurantes también están a un paso. Cerca de una veintena de establecimientos donde poder picar unas tapitas antes de comer. Pelotas, sang amb ceba, magro guisado, albóndigas, caracoles, bull de tonyina, y borreta de melva… Mar y montaña al plato. Y ya para sentar a la mesa, pura gastronomía mediterránea tradicional: putxeros, arroces, paellas y fideuaes, y siempre carne y pescado a la brasa o al horno. Y de postres, repostería con reminiscencias árabes como los buñuelos de calabaza, las cocas de pasa y almendra o el arrop, con el vasito de mistela al lado.

Berenaret de Pascua

El primer domingo después de la Semana Santa se celebra a Gata el berenaret de Pascua, un encuentro lúdico y gastronómica que incluye pasacalle, dolçaina y tabalet y bailes tradicionales. Ese día los vecinos se juntan para disfrutar de un guiso con guisantes, alcachofa, albóndigas, huevo y conejo. En la mesa también habrá embutido.

Artesanía en la calle

Gata de Gorgos es un pueblo conocido por sus locales de artesanía que se pueden ver cuando atraviesas el municipio por la carretera nacional. Un buen puñado de tiendas con las fachadas rellenas de cestas de diseño y clásicas, de capazos, de sillas hechas y encordadas a mano, de muebles de mimbre y otros objetos de decoración, claro reclamo turístico por los visitantes. Un micromundo artesano que en cierto modo honra el pasado humilde y labrador de los gateros. No en vano, el macizo del Montgó está cerca y no hace tantos años los hombres todavía andaban donde fuera menester para recoger cañas para hacer canyissos para los riuraus y para l’escadà. Y de coger hojas y plantas con las cuales las mujeres harían a mano los capazos que empleaban para poner la uva acabada de cosechar. De la necesidad virtud. ¢

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