
14 minute read
A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo
A la
Gloria del Gran
Advertisement

Arquitecto del Universo



234 PUERTO CABELLO LE LLEGARÁN los rituales e ideas masónicas, a través de su calmado mar. Los través de su calmado mar. Los Navíos de la Ilustración Navíos de la Ilustración de que hablara Basterra, traen consigo liblara Basterra, traen consigo libros y hombres que bien pueden bros y hombres que bien pueden haber fomentado entre los mohaber fomentado entre los moradores de la incipiente urbe, los radores de la incipiente urbe, los principios fundamentales de la principios fundamentales de la Franc-Masonería como lo son la Franc-Masonería como lo son la búsqueda de la verdad a través de búsqueda de la verdad a través de la razón, fomentando el desarrola razón, fomentando el desarrollo intelectual y moral del hombre, además del progreso social en general. Se trata, en palabras de algunos de sus miembros, de

una institución de carácter iniciática, no religiosa, simbólica, filosófica y filantrópica, que busca para quienes la siguen hacerlos más virtuosos, entendiendo por ello, el apartarlos de los muchos vicios de la vida. Resulta difícil determinar con exactitud sus inicios en la ciudad, pero sabemos que hacia el año 1823 funcionaban en el país varias logias entre las que ya figuraba la Libertad, en Puerto Cabello. Viejos documentos que se conservan en su valioso archivo, dan cuenta de la participación de hombres de relevante actuación en el acontecer mercantil y cultural, tales como José Zirí, Eduardo Brandt, Teodoro Chataing, Roberto Corser, Atahualpa Domínguez, Felipe Santiago Cooper, Miguel Alejandro Römer, David Lobo, entre muchos otros. El desarrollo de la masonería fue de tal magnitud que para el año 1867, Puerto Cabello era la que más logias tenía después de Caracas, pues operaban en la ciudad las logias “Libertad” Nº 5, “Unión Porteña” Nº 22 e “Independencia” Nº 23103 . Estas logias seguían el rito escocés antiguo y aceptado, inspirado en la creencia en Dios (El Gran Arquitecto del Universo), de allí que incorporaran a la Biblia en su ritual, contrario a lo que sucede con el rito francés de corte liberal y que no admite la creencia en un ser supremo o creador. Esto podría explicar, en cierta forma, el porqué convergen en Segrestáa la condición de
103 José Alfredo Sabatino Pizzolante, Visiones del Viejo Puerto, p. 120.
235
masón practicante y católico creyente, lo que para algunos pudiera parecer contradictorio, en especial, a la luz de la condena de las prácticas masónicas por parte de la iglesia católica, desde el pontificio de Clemente XII a finales del siglo XVIII. La masonería local desde su aparición en el siglo diecinueve, además, se erige en cónclave de notables personajes de variados oficios y ejecutorias públicas, con voz propia y de beligerante postura frente a los masones capitalinos, lo que queda de manifiesto en 1918 con ocasión de la celebración en la ciudad del Congreso Masónico Plenipotenciario de Venezuela, con asistencia de las logias de Valencia, La Victoria, Tumeremo, Barcelona, Cumaná y San José de Río Chico, cónclave del que resulta la creación de la Gran Logia Soberana de Libres y Aceptados Masones de Venezuela, con sede en la ciudad, y que perdura hasta nuestros días. Francisco Jiménez Arráiz, Plácido Daniel Rodríguez Rivero, Luis Alfredo Colomine, Pablo Godoy Fonseca, Mario Capriles y Rafael Carías, son algunos de los destacados nombres que encabezaron aquel movimiento reformista o cisma del dieciocho, en el que se critica agriamente a la Gran Logia de Venezuela con sede en Caracas, por haber contrariado la Constitución Masónica entonces vigente. Fue Juan Antonio Segrestáa uno de los miembros más conspicuos y activos de la masonería porteña, a juzgar por la manera como fue ascendiendo dentro de su
236
jerarquía a través de los grados simbólicos, capitulares filosóficos y administrativos. Con toda seguridad conoció sobre ella durante su estancia francesa, lo que le animó a formar parte del movimiento masónico de vuelta a la ciudad. El 12 de abril de 1856, junto a Francisco Noblot y
En 1856 Segrestáa solicita su ingreso a la logia.

237

Don Rafael Rojas recomienda la admisión de los jóvenes.
Belisario González, se inicia en la logia “Libertad” Nº 11, para lo cual el 22 de marzo había satisfecho 120 pesos por derechos de iniciación por el primer grado simbólico. Lo recomienda, entre otros, don Rafael Rojas.
238
Dos meses más tarde, el 18 de junio de 1856, alcanza el 2º grado simbólico para lo cual había satisfecho 30 pesos por derecho de aumento de salario, y el 3 de agosto de ese mismo año alcanza el sublime grado de Maestro, en una tenida a la que asisten Francisco Roo, Rafael Rojas, Sebastián Boguier, Eduardo Brandt, Henrique Dumlop, José María Castillo Eraso y Sebastián Alegrett. Recordemos que había laborado en la casa de comercio de Castillo Eraso y mantenía amistad con el viejo impresor Rafael Rojas, de quien debió aprender el oficio que más tarde haría suyo. Transcurrida unas pocas semanas, solicita se le otorgue el grado 4º recomendado por los hermanos Moses Lind, Marcos Gedler y Rafael Rojas. Su vertiginoso ascenso dentro de la masonería, sin embargo, encontrará obstáculos de tipo personal. Cuando en septiembre de 1864 se le designa para ocupar el puesto de 1er. Gran Juez del Consejo de Caballeros Kadosh, “Libertad” Nº 3, se excusa de aceptar tan importante cargo debido a su precaria situación que “requiere de mi parte una constante asiduidad en el trabajo que procura el pan á mi familia”. Uno de los aspectos más interesantes de la masonería viene representado por los nexos de solidaridad que era capaz de establecer entre sus seguidores, aún en los momentos políticos más álgidos. En 1867 Segrestáa se desempeña como Venerable Maestro de la Logia “Libertad” Nº 5. El 3 de julio dirige una comunicación a la
239
Logia “Independencia” Nº 23, a fin de que ésta llamara a su seno a los jefes del castillo que pertenecieran como miembros activos “y les exite —dice la comunicación— a tratar al querido hermano Luis Iribarren detenido en aquella fortaleza, con todas las consideraciones prescritas por nuestra sublime institución, atenuado así los sufrimientos físicos y morales de aquel hermano...” Las gestiones serán positivas ya que el 16 del mismo mes, Segrestáa escribía para dar “las más expresivas gracias por la actividad y eficacia con que empleasteis vuestros buenos oficios, con el fin de aliviar en lo posible la situación de nuestro querido hermano Luis Iribarren...” Los aportes de la masonería venezolana se concretarían, además, en serias propuestas hechas a los gobiernos de turno. Así sucedió con la representación que dirigiera la Respetable Logia “Prudencia” Nº 40 a la Legislatura Nacional, durante el año 1867, en la que solicitaba el establecimiento de los registros del estado civil y las formalidades conforme a las que debía celebrarse el matrimonio, para que produjera sus efectos civiles, con independencia de las formalidades religiosas que eran las únicas para aquel momento. Esta propuesta sería acogida pocos años más tarde, ya que en 1873 el general Guzmán Blanco decretaba su creación.
Quizás uno de los documentos más interesantes que se conservan en el archivo de la logia local (“Independencia y Libertad” Nº 5), tanto por lo altruista de
240
sus planteamientos como por la seriedad del lenguaje utilizado, lo constituye un manifiesto que hiciera la logia “Libertad” a sus homólogas de la república, llamando la atención sobre lo absurdo de la guerra civil que en ese momento se libraba (Guerra Federal); lo atroz de aquella guerra fratricida en la que el “padre se arma contra el hijo; el hermano destroza el corazón del hermano con cortante acero; la madre sumida en triste desconsuelo contempla en su desesperación, la destrucción de objetos amados; el amigo trata con insidia al amigo, y aún puede conducirlo al patíbulo en obsequio de la causa que cada partido define como santa: la de sus afecciones...” El manifiesto está fechado a 7 de octubre de 1862, firmado por una pléyade de porteños de grato recuerdo. Esta pieza, elegantemente impresa en los talleres de Segrestáa, es la mejor prueba del compromiso asumido por aquella confraternidad de masones para con la ciudad y su patria. No será la única vez que la logia se inmiscuya en asuntos políticos, pues en “El Compilador” de 1863 podemos leer un remitido titulado “Laudable Propósito”, en el que se expone: “La conformidad Masónica de este puerto, animada de los filántropos sentimientos de su institución, se ha propuesto emplear su influencia en la obra de la pacificación de la República, por medio de una conciliación entre los partidos beligerantes,
241
242 sin menoscabo de los intereses de uno y otro y en que queden satisfechas las exigencias del deber y del honor; y á la vez favorecer el desarrollo de los intereses mercantiles de esta plaza, paralizado por la incomunicación con Valencia, á causa de que las autoridades de aquella ciudad no permiten el libre tráfico./ Una respetable Diputación de las Logias de este puerto se presentó el 21 de los corrientes á los Jefes con movimientos y les espuso el objeto que se proponía la confraternidad porteña./ Los señores Jenerales Cárdenas y Martínez manifestaron a los comisionados, que ellos como representantes de la causa del órden estaban prontos á cooperar á la paz de la República: que la deseaban fervientemente, pero que concebían que la paz era imposible sin garantías para la sociedad y seguridades para el partido que representan: que ellos no hacían indicaciones especiales sobre arreglo, pero que considerarian las que les pusiesen acordes con el propósito de la revolucion: que el movimiento de esta plaza tenia ramificaciones en otros puntos de la República y comprendia á todos los partidarios de la causa del órden que en cualquier parte de la Nacion estuviesen sosteniendo los principios de la revolucion: que la Jefetura civil deseosa de protejer los intereses del comercio y de la industria, habia dado un decreto permitiendo el libre tráfico de este puerto con toda la República y que si habia
sido interrumpido, en manera alguna dependia de las autoridades de este puerto aquel mal, sino de las que dominan Valencia, que en consecuencia a ellas debian dirigirse las Logias con el fin de recabar una disposición análoga á la de la Jefetura Civil en bien á los pueblos: que concederia las garantías que fuesen necesarias á la comision que las Logias enviasen á Valencia pero que de ninguna manera debia entenderse que la oficiosidad de la confraternidad masónica fuese excitada por el Gobierno ni aceptada sino como una medida a favor del comercio. Estamos impuestos de que las Logias se ocupan activamente en la realización de su noble propósito”.
Segrestáa también contribuyó grandemente con la divulgación de las obras masónicas en el país; era agente en el puerto de “El Espejo Masónico”, publicación neoyorquina editada hacia 1867 por Andrés Cassard, según información que aporta Rafael Ramón Castellanos. En 1860 publica su traducción de la Historia filosófica de la Franc-Masoneria, sus principios, sus actos y sus tendencias escrita por Kauffmann y Cherpin, para lo cual solicita la correspondiente licencia por parte de la Gran Logia de la República de Venezuela, la cual finalmente obtiene por encontrar aquélla “que nada contiene, en cuanto a revelaciones, que no circule ya por todo el mundo en muchos libros semejantes”. La Gran Logia solo condicionó
243
la licencia a la publicación de su resolución de fecha 20 de mayo de 1860, al inicio de la edición. Kauffmann y Cherpin habían publicado su obra en Lyon el año 1850, siendo traducida al castellano por Heraclio Fajardo para una edición que circula en Buenos Aires en 1858, quizá la primera para el público hispanoamericano.
244 Autorización de la Gran Logia para publicar la obra de Kauffmann & Cherpin.

En 1873 Segrestáa edita El Misticismo Antiguo, o Instrucciones Mazónicas (sic) deducidas de los símbolos, ritos y misterios del arte real, escrito por Bartolomé Mila de La Roca y Valenzuela; y dos años más tarde imprime para Rojas Hermanos la obra El rito escocés antiguo y aceptado. Ilustraciones de los emblemas de los treinta y tres grados, con una corta descripción de cada uno como los practica el Supremo Consejo de Escocia de J.T. Loth. Se trata de un hermoso y sobrio libro de gran formato (32 ctms.), fino papel y magnífica
Otra curiosidad de la bibliografía masónica.

245

Segrestáa imprimía para otras logias foráneas.
diagramación, que contiene un conjunto de láminas a color, ciertamente demostrativo de las capacidades de su taller. La traducción de la obra correspondió a Isaac J. Pardo, Gr.: Com.: del Supr.: Cons.: de Venezuela, en
246
cuyas palabras a manera de prefacio manifiesta que por primera vez se presentaba al público masónico una colección de los escudos pertenecientes a los treinta y tres grados del Rito escocés antiguo y aceptado, no sin insistir en que para los iniciados será una adquisición preciosa. De sus talleres, además, salieron gran cantidad de Cuadros Logiales o directivos finamente impresos, utilizando para ello una variedad de hermosos tipos, orlas y elaborado papel. En el archivo de la institución se conservan un importante número de estos impresos, no solo pertenecientes a las logias locales sino también a sus homólogas en otras ciudades como, por ejemplo, La Guaira. Alcanzará el grado más alto en la jerarquía masónica el 21 de febrero de 1880, cuando es admitido y elevado por el Supremo Consejo de Grandes Inspectores Generales del Grado 33° de la República de Venezuela, a la alta dignidad de Ilustre y Soberano Gran Inspector General, Grado 33º. Las relaciones entre la iglesia y la masonería se tornarían tirantes particularmente después de la Guerra Federal, lo que se advierte del contenido de algunas publicaciones, alcanzando el punto más álgido durante el mandato del general Guzmán Blanco en el que, incluso, hubo un intento de crear una Iglesia autónoma venezolana separada de Roma; no en balde en 1864 Antonio José Sucre escribiría: “Sí, pues, son la Iglesia y la masonería dos amos de exigencias tan
247

248
opuestas, no hay medio entre los dos extremos (...) O sois católicos, y entonces no podeis, sin grave infraccion de vuestros primordiales deberes religiosos pertenecer a la masonería y abogar por su causa (...) O sois masones, y entonces ningún derecho tenéis para exigir de la iglesia que os de sus sacramentos y sagrada sepultura ni que os repute y os traDiploma por el que se le otorga te como hijos suyos, al impresor el supremo grado de la masonería. cuando en realidad estais enrolados entre las filas de sus mas crueles adversarios”104. Es interesante observar que a pesar de haber sido un ferviente abanderado de los ideales masónicos, Juan Antonio mantuvo el equilibrio a la hora de actuar como editor, sin importarle si la obra fuera contraria a sus preferencias ideológicas. En 1889, por ejemplo, sale de su taller el libro La Masonería sin velo del presbítero Enrique María Castro, quien escribiría: “... la masonería proclama la libertad absoluta de conciencia y de pensamiento; pero por
104 En Manuel Donís Ríos, El báculo pastoral y la espada, p. 131.
249
esa libertad entiende la de destruir la religion católica para poner en su lugar el gnosticismo”. Sin embargo, su condición de masón no apartó a Juan Antonio de la iglesia católica, a la que dice pertenecer en varios de sus escritos.
Su nombre fue y sigue siendo hasta nuestros días, un importante referente en la masonería porteña. En una carta del 17 de mayo de 1915 escrita por Julia M. de Salom al venerable Maestro y demás miembros de la respetable logia “Independencia y Libertad” Nº 5, en atención a las grandes obras de caridad que dice aquélla a diario y en el orbe entero hacen los masones a las clases menesterosas, solicita “como porteña y familia del fervoroso masón José (sic) Anto. Segrestáa q.e.p.d. para implorarle una ayuda a fin de traer a este puerto a mi hijo Bartolomé Salom quien se halla en Caracas muy enfermo y en muy mala situación”. Indudablemente Segrestáa halló en la masonería un medio para la reflexión acerca de los principios que guiaron su actuar personal, y colocarse al servicio de los más necesitados en la búsqueda del bienestar colectivo. Lo anterior no significó, sin embargo, una ruptura con el catolicismo del que se declara practicante. Su compromiso con las obligaciones que le impone la institución fue tal que, todavía a sus 70 años de edad, acudía periódicamente a las tenidas nocturnas de la Respetable Logia “Libertad” (hoy “Indepen-
250
dencia y Libertad” Nº 5), así como del Ilustre Consejo Kadosch “Libertad” Nº 3, del cual fue su fundador el 28 de mayo de mil ochocientos cincuenta y ocho.

251




