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Redacción literaria
Redacción literaria
El principal objetivo de este tipo de redacción es lograr una expresión artística a través del lenguaje escrito, creando lo que se denomina una obra literaria. Una redacción literaria debe hacer sentir la voz del autor, su pensamiento y lo que este quiere expresar. Es una escritura subjetiva que plasma distintos rasgos de quien la escribe, tales como la cultura, sensibilidad, imaginación o los sentimientos.
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• La redacción literaria tiene una particularidad, y es que le otorga al escritor una plena libertad al momento de crear. La única estructura que maneja, es su propia creatividad. • La redacción literaria tiene tres etapas para su creación: la invención, la disposición y la elocución. • El lenguaje depende del escritor.
Es una redacción libre, debemos percibir qué sintió el escritor y lo que nos quiere hacer sentir a nosotros, después de todo, quién no ha leído un cuento y ha quedado enamorado, contento, triste y, ¡hasta aterrorizado! La redacción literaria es la que tiene por finalidad la expresión artística a través del lenguaje escrito. Una obra literaria, como por ejemplo, una poema, puede expresar un sinnúmero de sentimientos, emociones o ideas del escritor. Ejemplos de textos literarios lo encontramos en ciertos tipos de ensayos, en los cuentos, en las novelas, poemas,
etc. También pertenecen a la redacción literaria los escritos de no ficción como las memorias, la autobiografía, entre otros. La redacción literaria se caracteriza por dar el escritor una completa libertad al momento de escribir. Dependerá del autor de una determinada obra literaria qué es lo que desea transmitir. Habrá ocasiones en que dicho escritor desee simplemente manifestar su pensamiento acerca de un tema determinado. En ese caso, lo más probable es que quiera expresar sus ideas a través de un ensayo ya que se trata de un genero literario muy utilizado por los escritores para expresar sus ideas de una forma libre y personal.
Ejemplo: “La poesía” de Eugenio Montejo (poema)
La poesía cruza la tierra sola, apoya su voz en el dolor del mundo y nada pide ni siquiera palabras.
Llega de lejos y sin hora, nunca avisa; tiene la llave de la puerta. Al entrar siempre se detiene a mirarnos. Después abre su mano y nos entrega una flor o un guijarro, algo secreto, pero tan intenso que el corazón palpita demasiado veloz. Y despertamos.
