
25 minute read
Introducción
Yolanda Puyana Villamizar
El cuidado debe ser visto como una actividad de la especie humana que incluye todo lo que hacemos para mantener, continuar o reparar nuestro mundo, de modo que podamos vivir en él de la mejor manera posible. Este mundo incluye nuestros cuerpos, nuestras individualidades y nuestro entorno, que buscamos entretejer en una red compleja que sostiene la vida.
Citado por Tronto, 2018, p. 25
El cuidado, como esa red que sostiene a todos, es un interrogante cada vez más vigente en nuestros tiempos. En esta época de catástrofe ambiental, ¿quién no es proclive a mantener la vida? Cuidarnos y cuidar a las y los demás es fundamental desde que despertamos hasta el anochecer. A su vez, forma parte del engranaje cultural, pues en medio del cuidado se dan las relaciones afectivas que nos hacen personas, aprehendemos el lenguaje, el universo simbólico, los espacios y tiempos con que nos movemos e incorporamos. En pocas palabras, las formas de vivir en sociedad. Como nos sugiere Tronto (1993), vamos a ser cuidados, pues ninguna persona podría declarar con seguridad su independencia de los y las demás, en especial al final y al principio de la vida.
Somos seres particulares y corporales, pero a la vez compartimos una meta colectiva que implica entretejer redes, porque es el único camino para conservar la vida y mejorar el entorno. Lo anterior está inexorablemente ligado a la política. Lo menciona Aristóteles a propósito de la polis: un espacio de ejercicio de la ciudadanía en el que se involucra el cuidado (Tronto, 2018). No es suficiente la construcción de un Estado capaz de fortalecer la democracia. Cada persona va incorporando el cuidado mediante la consolidación de una ética ciudadana en la acción misma de cuidar, una ética que debe ser interiorizada por cada uno y una en calidad de ciudadanos/as. A partir de esta
12 | Yolanda Puyana Villamizar
concepción del cuidado como una red en que todos y todas estamos inmersos, realizamos la investigación sobre la organización social del cuidado (osc) de niños, niñas y adolescentes en cinco ciudades colombianas.1
Uno de los conceptos fundamentales que atravesó la investigación fue la concepción social del cuidado como un trabajo, entendido este como una acción transformadora de la naturaleza dirigida a personas cuya vida y bienestar dependen de una atención particularizada, continua y cotidiana de quien cuida, y en medio de una interacción social entre quien realiza esta acción y quien recibe la protección en los momentos vitales en los que se es dependiente.2 Con el cuidado no solo se contribuye a mantener o preservar la vida de uno mismo y de los demás, sino que también se construye la riqueza de la sociedad (Arango y Molinier, 2011; Carrasco, Borderías y Torns, 2011; Esquivel, Faur y Jelin, 2012).
En este orden de ideas, cuidar implica un abordaje desde dimensiones éticas, emocionales y materiales que le confieren sentido al cuidado insertándose en la misma acción (Martín, 2011). La ética corresponde al deber ser de cuidar, al para qué y a la justificación axiológica de su acción, asociada con el contexto cultural. Así: “la vida moral no es un dominio distinto y autónomo de la actividad humana: resulta de las prácticas corrientes de los grupos de personas. La moral es siempre contextual y condicionada por la historia, incluso cuando reivindica la universalidad” (Tronto, 2009, p. 98).
Además del contexto, la ética también se integra a la acción misma de cuidar. Al respecto, Arango y Molinier (2011) nos ilustran sobre la distinción entre una ética femenina y una feminista: la primera legitima la acción de cuidar como respuesta a una ancestral división sexual del trabajo que la subsume sin reconocimiento social; la segunda conlleva una democracia liberada del patriarcado y de otras formas de exclusión, como el racismo, el sexismo y la homofobia. A su vez, el cuidado contiene una dimensión emocional en cuya interacción se genera una relación cara a cara, manteniendo un vínculo afectivo inevitable. Es posible expresar el amor, que con frecuencia implica contradicciones, y genera rabias y hostilidades, dadas las múltiples situaciones enmarcadas en esta interacción. Las emociones en el acto de cuidar están sujetas a un diccionario cultural con preconcepciones que regulan su ex-
1 En adelante niños, niñas y adolescentes se sintetiza con la sigla nna. 2 Dependencia no significa sumisión en esta perspectiva. Si bien hay momentos del ciclo vital en que no podemos vivir sin el cuidado, la perspectiva es la búsqueda permanente de una interacción que tienda a la autonomía de quien es asistido.
Introducción | 13
presión o su inhibición y el deber ser del comportamiento de quien cuida (Hochschild, 2008;3 Martín, 2011).
Por último, la dimensión material ha sido la más señalada por los estudios feministas, porque implícito en el concepto del cuidado se encuentra el trabajo doméstico necesario para que las personas a cargo obtengan bienestar. En su interior están los oficios directos, la provisión de las precondiciones en que se realizan tareas como la preparación y compra de alimentos y la limpieza de la casa. También conlleva la gestión del cuidado: coordinación de horarios, traslados a centros educativos y a otras instituciones, supervisión del trabajo de cuidadoras remuneradas, entre otros. Si bien este tipo de actividades son las más contabilizadas como trabajo no remunerado, se realizan al mismo tiempo y buena parte de ellas no son mercantilizables, en especial, el cuidado directo (Rodríguez, 2015).
A su vez, la osc constituye otra categoría central de esta investigación, derivada del diamante del bienestar propuesto por Razavi (2007). Como enuncia Arriagada (2010): “se trata de la forma de distribuir, entender y gestionar la necesidad de cuidados que sustentan el funcionamiento del sistema económico y de la política social” (p. 29). En este sentido, organizar la osc requiere considerar tanto la demanda de cuidados existentes, las personas que proveen los servicios, así como el régimen de bienestar en que se desenvuelven. Además, incluye las acciones del Estado, las políticas públicas, las instituciones sociales articuladas al apoyo del mismo, y el papel de las organizaciones de la sociedad civil.
Asimismo, en el curso del estudio reconocemos como categorías transversales el enfoque de género y de clase social, porque marcan diferencias significativas en la perspectiva ya planteada.4 Sobre este tema compartimos la conceptualización hecha por Gabriela Castellanos (2003) que, previa a una crítica a la manera polarizada como nuestra cultura observa las diferencias sexuales entre el sexo y el género, afirma:
[…] sistema de saberes, discursos, prácticas sociales y relaciones de poder que dan contenido específico al cuerpo sexuado, a la sexualidad y a
3 Hochschild (2008) reivindica el estudio de las emociones a partir de la cultura y de las normas sociales condicionadas por el contexto. 4 Una carencia de estos capítulos es la de hacer explícito el carácter étnico, a pesar de ser conscientes de que es un factor de exclusión e inequidad social.
14 | Yolanda Puyana Villamizar
las diferencias físicas, socioeconómicas, culturales y políticas entre los sexos en una época y en un contexto determinado. (p. 48)
El cuidado ha sido visto a través de los lentes de género, en la medida en que se fueron desarrollando los estudios feministas, por la forma como las distintas culturas interpretan la maternidad y la división sexual de las funciones en la familia y en la sociedad (Arango y Molinier, 2011). Respecto a las clases sociales, retomamos a quienes, desde los estudios latinoamericanos, enuncian cómo el cuidado está permeado por las inequidades sociales de la región (Martínez, 2008; Del Valle, 2013). Lo anterior, porque los recursos, el acceso al mercado y al Estado van a incidir en las formas de cuidar. El mercado de trabajo que provee el salario por medio del cual se adquieren bienes y servicios; el trabajo doméstico, que transforma para el consumo los bienes que se adquieren vía el mercado y brinda diversos servicios que no encuentran sustituto o que son poco accesibles por esa vía; y, finalmente, los servicios ofrecidos por el Estado (Del Valle, 2013).
Al iniciar esta investigación, problemáticas del contexto colombianos nos indujeron la necesidad de estudiar el cuidado, como ilustraremos en el curso de este libro, al abordar los contextos, las nociones y prácticas del mismo en las ciudades señaladas. Por ahora, solo cabe anotar problemas sociales que nos generaron preguntas de investigación asociadas con acontecimientos que, a continuación, describiremos a grandes rasgos:
• La migración abrupta hacia las ciudades ha redundado en un proceso de urbanización caótico, negativo para la población, que incide en que estos centros urbanos no sean “cuidadores”, en el sentido propuesto por Rico (2017), quien tuvo como base varios casos latinoamericanos. • Durante el curso de los siglos xx y xxi en las ciudades colombianas ha persistido una estratificación y una inequidad social que, sumada al bajo acceso a bienes y servicios, influye en el cuidado y en los altos niveles de pobreza. Esta situación, obliga a quienes ejercen la labor del cuidado a vincularse al mercado laboral para alcanzar un nivel de vida apenas aceptable (Profamilia, 2015; Puyana y Valencia, 2013). • Desde la segunda parte del siglo xx persisten cambios en las relaciones de género, manifestadas en el incremento de las tasas de participación femenina en el mercado laboral, en especial, por parte de mujeres jóvenes y en edad reproductiva. No obstante,
Introducción | 15
como muestran los estudios gestados a partir de la Ley 1413 del 2010, aún la mayoría de los hombres colombianos permanecen ajenos al cuidado y no ha ocurrido una transformación de la división sexual del trabajo en los hogares (ver la Encuesta Nacional de Uso de Tiempo, dane, 2013). • Advertimos que buena parte de la población cuidadora a la vez ha trabajado en condiciones adversas y cubren extensas jornadas laborales, en las que prevalece la vinculación al sector informal con bajo acceso a la seguridad social y, en el caso de las grandes ciudades, son obligados a transportarse desde lugares lejanos al sitio de vivienda. • Crecen reconfiguraciones familiares distintas a la conformada por padres, madres e hijos/as. En especial, han aumentado los hogares monoparentales femeninos y masculinos. Aunque persisten los hogares extensos, en los anteriores se hace más difícil el cuidado (Profamilia, 2015). • La orientación neoliberal de las políticas estatales incide en un Estado débil, con cobertura y calidad insuficiente, lo que genera una amplia brecha entre lo formulado en tales políticas y la realidad de su implementación. Además, consideramos que persisten en Colombia bajas coberturas y la calidad de los servicios es deficiente (Giraldo, 2013). • Las inquietudes acerca de que la familiarización del cuidado de nna es prioritariamente una responsabilidad de las familias, fenómeno común en América Latina, además de las mínimas prácticas de conciliación en las empresas debido, entre otras, a la precariedad de los empleos (Del Valle, 2013; Martínez y Camacho, 2007; Esquivel et al., 2011).
En síntesis, como se abordará en el curso de este libro, en Colombia persiste un déficit del cuidado de la población menor de 18 años. Consideramos que aún no se ha gestado un cambio cultural en la familia dirigido a democratizar su ejercicio, ni se ha construido una ética del cuidado en el sentido propuesto por Joan Tronto (2018). Como en el país se carecía de estudios que recogieran las vivencias sobre el cuidado de nna en varias ciudades, abordamos un enfoque cualitativo, ya que les damos prioridad a las conversaciones con quienes cuidan. Quienes cuidan y son cuidados transmiten sus vivencias y un saber que solo es percibido por quienes escuchan. La disposición fue generar un diálogo entre investigadoras y las personas que
16 | Yolanda Puyana Villamizar
cuidan, diálogo que no es ajeno a la autorreflexión sobre nuestras mismas prácticas de cuidado en calidad de abuelas, madres, hijas e incluso hermanos/as y amigos/as. Al mismo tiempo, otros estudios se fundamentaron en talleres que combinaron el diálogo en grupo con la investigación.
Con la perspectiva teórica citada, y ante las inquietudes someramente expuestas, nos preguntamos sobre la conservación de la vida de las nuevas generaciones para el caso de la Colombia urbana. Con un grupo de profesoras nos propusimos contestar, en cinco ciudades colombianas —Bogotá, Cali, Medellín, Bucaramanga y Cartagena—, las siguientes preguntas: ¿cómo se cuidan a niños, niñas y adolescentes desde los grupos familiares? Y, ¿cómo estos hogares se articulan con la organización social del cuidado? La investigación se centra en dos temáticas articuladas desde los relatos de quienes cuidan y, en algunos casos, de niños y niñas que son cuidados.
La primera se inscribe en la dinámica interna de los grupos familiares, pues se aborda el cuidado y se profundiza en sus nociones, estrategias, prácticas, emociones y en la división sexual del trabajo. La segunda se refiere a la articulación de estos con el Estado, esto es, los servicios y leyes para el cuidado de población menor de 18 años. Además, se indagan las nociones y el uso que hacen los grupos familiares de los bienes y servicios que ofrece el mercado para este cuidado, la conexión entre el tiempo laboral y el tiempo del cuidado familiar, entre otras, y se analizan desde la categoría de género y posición socioeconómica de los hogares (ver la figura 1).
El trabajo en colectivo
Esta investigación es resultado de una gestión para desarrollar un proyecto interuniversitario con objetivos compartidos. Así, en las instituciones educativas del Valle, Cartagena, Bolivariana de Medellín, Javeriana de Bogotá e Industrial de Santander (uis) de Bucaramanga, retomamos nuestros intereses comunes, alrededor de la pregunta de investigación y los objetivos planteados. Dadas las experiencias anteriores de trabajo conjunto,5 en 2013 Julián Salas, de la Fundación Bienhumano de Medellín, propuso su elaboración bajo la
5 Desde 1999 hemos realizado trabajos colectivos bajo el convencimiento de la necesidad de integrar avances sobre investigaciones en familia realizadas de manera particular en las ciudades. Entre 1999 y 2001 un grupo de profesoras de las universidades Nacional, Valle, Antioquia, Cartagena y Autónoma de Bucaramanga, con el auspicio de Colciencias (Puyana, 2003), desarrollamos un proyecto mancomunado sobre los procesos de cambio y permanencias de la paternidad y la maternidad. Posteriormente, desde 2008 y con equipo similar, estudiamos las familias en situa-
Introducción | 17
coordinación de Yolanda Puyana Villamizar. Una vez construida la propuesta, convocamos a un seminario interuniversitario en Rionegro, Antioquia, en el año 2013.6 El proyecto (Puyana y Valencia 2013) se presentó a entidades financiadoras y se fue aprobando a través de procesos particulares de gestión en las universidades. Así, en cada una de las ciudades se conformaron equipos de investigación regionales y se inició un productivo trabajo en equipo interuniversitario e interdisciplinario.
En la Universidad Javeriana hicimos una alianza con el Observatorio Javeriano de Juventud, la Maestría de Política Social y el Instituto de Salud Pública, para convocar a las demás universidades que adelantaban sus estudios, en las ciudades referidas, a propiciar y organizar dos seminarios encaminados a compartir los avances y a estudiar una estrategia de divulgación, cuyo contenido central fuera la organización social del cuidado de niños, niñas y adolescentes en cinco ciudades colombianas. Estos dos seminarios contaron con el apoyo técnico y financiero de onu Mujeres y de la Universidad Javeriana. El primero versó sobre un estado del arte en Bogotá y las distintas universidades convocadas y el segundo fue un seminario internacional con la participación de Karina Batthyány e Irma Arriagada, quienes reconocieron los avances logrados e intercambiaron ideas sobre la presente publicación. Ante la pertinencia del texto propuesto y, con el fin de cubrir un campo de estudios novedoso, onu Mujeres se sumó a la publicación y nos brindó el apoyo financiero necesario para divulgar la obra que hoy compartimos con ustedes.
Contenido del libro
El libro se inicia con un capítulo referente al contexto nacional urbano en el que exponemos de forma sintética elementos centrales de las situaciones demográficas, sociales y económicas donde se desenvuelve el cuidado. Finaliza con las referencias a algunas políticas que desde el Estado están apoyando el cuidado de nna, haciendo un corte en el tiempo entre 2015-2017.
ción de transnacionalidad. También fue auspiciado por Colciencias y las universidades Nacional, Antioquia, Valle, Cartagena y Caldas (Puyana, Micolta y Palacio, 2013). 6 Debido a que los términos de referencia de las convocatorias de Colciencias cambiaron, en cada universidad decidimos gestionar recursos a través de las convocatorias de investigación internas, lo que incidió en tiempos distintos para cada institución y en la modificación de la población a estudiar: Bogotá y Bucaramanga incluyeron adolescentes, Cali se limitó a menores de 5 años y Cartagena y Medellín a menores de 12.
18 | Yolanda Puyana Villamizar
El primer capítulo, “Narraciones sobre el cuidado de nna en Bogotá: reflexiones sobre género y posición social”, desarrolla significativos contrastes sobre el tema. Una ciudad como Bogotá, que en 2016 alcanzaba los ocho millones de habitantes, y cuyo bagaje cultural es bien heterogéneo, tiene problemas de movilidad y seguridad alarmantes, además de contrastes sociales agudos que van a incidir en el déficit del cuidado, al tiempo que ofrece políticas locales sobre la infancia que son bien innovadoras. El texto contiene una fortaleza: la construcción y fundamentación de la categoría de posición social, en la que se incluye la capacidad de autonomía de las cuidadoras, con una propuesta metodológica que trasciende los tradicionales estudios basados en la categoría de estrato social.
En el capítulo ilustramos la persistencia de la naturalización de las relaciones de género y el no reconocimiento del cuidado como un trabajo, un fenómeno transversal a las distintas posiciones sociales de quienes cuidan, pero con matices diversos. Persiste, además, una tendencia común al familiarismo, que concentra el cuidado en los hogares y en las redes parentales. La mercantilización del cuidado se concentra en los sectores medios, a los más pobres llega una débil acción del Estado, con subsidios y programas focalizados, mientras los sectores medios carecen de apoyos al respecto. Además, mostramos la desprotección de las condiciones labores de quienes son madres. Por un lado, las licencias de maternidad y la Ley María, que se cumplen como derecho para quienes tenían contrato laboral vigente previo al embarazo, a lo que se suma la escasa conciliación entre los tiempos del ámbito laboral y el cuidado en el ámbito familiar.
El segundo capítulo, “El cuidado de niños y niñas en Cartagena de Indias: estrategias familiares e inequidades”, se inicia presentando un contexto sociodemográfico de una ciudad plena de contrastes dada la inequidad social, con altos niveles de pobreza padecidos por cuidadoras/es. En Cartagena, el cuidado en estos estratos tiende a ser bien familiarista, continuando con una forma de crianza tradicional en la cultura que prevalece en la medida en que las madres jóvenes se insertan en el mercado laboral. Se encuentra, además, colaboración de los padres en algunos casos, mientras que como tendencia general se observan padres cuya vinculación es “periférica, ausente e irresponsable, sin garantizar los derechos de su progenie”. De este modo, se sigue reproduciendo la tendencia general de la cultura familiar acerca de que son las mujeres, abuelas y madres quienes sustentan el cuidado, así tengan a su cargo la proveeduría.
Mientras los niños y niñas convocados/as en los grupos focales pertenecientes a los grupos de más ingresos reclamaron de sus padres y madres
Introducción | 19
más tiempo para ellos/as, los de hogares más precarios solicitaron evitar el castigo físico, aún prevaleciente durante el cuidado. Sobresale en sus análisis el alto valor que se le otorga a la compra de los servicios domésticos, a través de la tradicional “nana”, como niñera de niños y niñas, y la precariedad contractual con que este grupo se vincula laboralmente. Por último, se demandan servicios de atención a la infancia a pesar de las condiciones adversas debido a la falta de institucionalidad del gobierno local y el manejo corrupto de recursos públicos. A pesar de las vigorosas redes vecinales persistentes en la ciudad, que por tradición han apoyado a la niñez, se anota alta vulnerabilidad de las mismas, debido a la violencia en los barrios populares.
Desde Medellín, la Universidad Bolivariana presenta el capítulo: “¿Cómo cuidamos a nuestros niños y niñas en Medellín? Narrativas de quienes ejercen el cuidado y quienes lo reciben”. Se inicia con un contexto sobre el área metropolitana de la ciudad. Después de destacar los indicadores sociodemográficos, se mencionan las políticas públicas para la infancia como el programa Buen comienzo y las alianzas de la sociedad civil para su atención. Las nociones del cuidado se abordaron desde las perspectivas de niños y niñas y adultos/as. Los primeros resaltaron su papel de garantizar la subsistencia y el afecto que ellos y ellas demandan, mientras quienes cuidan significan esta labor desde las dimensiones económicas, en tanto les representa un costo. Al tiempo resaltaron el papel del afecto, nombrando las ventajas del compartir y el disfrute de espacios con quienes les cuidan. En este sentido, es preocupante la presencia del castigo físico al interior de algunos grupos familiares, pues este es cuestionado por ellos y ellas. Con relación a las acciones del cuidar que se destaca en las narrativas dominantes, se visualiza la familia como principal responsable del cuidado de niños y niñas, ligada a la feminización de esta práctica, y se considera a las mujeres como principales responsables de las tareas domésticas. Esto se fundamenta en la creencia de que ellas poseen habilidades y recursos innatos para realizar un rol por tanto tiempo asignado en la sociedad.
Se resalta, además, la elevada sobrecarga física y emocional para cuidadoras/es principales de bajos recursos económicos, para quienes la subsistencia con empleos de baja calidad y la concentración de la responsabilidad en las labores de cuidado constituyen una carga desproporcionada, de manera que, en especial las madres y un grupo de padres cuidadores, anhelan que la pareja tenga mayor participación en el cuidado de los niños y niñas. A la vez, se muestra cómo se gestionan redes parentales para su cuidado, en especial, por delegación a las abuelas y tías, quienes efectúan esta
20 | Yolanda Puyana Villamizar
labor de manera altruista. El capítulo finaliza referenciando la articulación de los grupos familiares con el Estado, el mercado y el temor a la ayuda de las redes vecinales.
En el caso de Bucaramanga, desde la uis, se presenta el capítulo “Mujeres y hombres del cuidado: algo se aprende, algo se hace y algo prevalece en el cuidado de la niñez y la adolescencia en Bucaramanga”. El estudio, de tipo cualitativo, se realizó en el área metropolitana donde prevalecen los sectores medios y donde los niveles de pobreza son menores que en Cartagena y Bogotá. El capítulo aborda los significados del cuidar para las y los cuidadores y la forma en que se siguen reproduciendo en las nuevas generaciones la formación en las visiones tradicionales sobre el género. Además, a partir del análisis de los testimonios recogidos, se plantea que el cuidado sigue concentrado en las mujeres bajo la modalidad de madres de tiempo completo. Al tiempo, se habla de la inserción de las mismas en el trabajo productivo, sin cambiar la tradicional división sexual de las tareas e implicando una sobrecarga para ellas, que afecta su salud física y emocional. Similar a las otras ciudades, la situación es más difícil para quienes no alcanzan a comprar servicios del cuidado. Refieren, a la vez, otras modalidades de cuidado: los padres cuidadores principales o los hogares de las parejas separadas. Igual que las demás ciudades, resaltan la familiarización del cuidado y el destacado papel de las abuelas cuidadoras. Concluyen sobre cómo se complementa una predisposición negativa de la población hacia el Estado con la falta de una oferta de servicios del cuidado provista por los municipios y, en general, del Estado. Finalmente, se refieren al aumento de la desconfianza de las redes vecinales para el cuidado.
Por su parte, la Universidad del Valle presenta el capítulo “Organización social del cuidado para la primera infancia en Cali: nociones y estrategias”. En la introducción se muestra cómo se gesta un proceso de investigaciónacción que ofrece elementos para comprender la dinámica del cuidado en dicha ciudad. En el segundo apartado se contextualiza la situación social, económica, cultural y la calidad de vida del entorno social en el que habita la población estudiada y, en cierto sentido, la desesperanza y la pobreza que se reproduce allí. La tercera parte se ocupa del cuidado de los niños y niñas en las familias a partir de las voces de las mujeres madres entrevistadas usuarias del programa en la Modalidad Familiar. Un cuarto apartado introduce los hallazgos relativos al cuidado desde los equipos de trabajo de las modalidades familiares De Cero a Siempre, en una comuna popular, el cual forma parte de la organización social de niños y niñas. En los relatos sobre el cuidado
Introducción | 21
y el deber ser del mismo, se introduce el tema sobre el papel que cumplen las personas como funcionarias de este programa del Estado, concebido y orientado desde la política pública de primera infancia de Colombia. Aquí sobresale la reproducción de una mirada familiarista y maternalista que, desde el Estado, despliega la división sexual del trabajo. A la vez se muestra cómo cuidadores/as gestionan redes parentales para el cuidado, en especial las organizaciones comunitarias y las instituciones públicas y privadas que participan del cuidado de niños y niñas en el contexto de la investigación.
El texto “Nociones y prácticas del cuidado de niños, niñas y adolescentes en Bogotá, Bucaramanga, Cali, Cartagena y Medellín: lo común y lo diverso” compara los capítulos de las universidades citadas en torno a las nociones, prácticas y estrategias y articulación de los hogares con la organización social del cuidado: Estado, mercado (como compra de servicios y como conciliación entre el tiempo laboral y el familiar) y, finalmente, con las redes vecinales y ong. Sobresale en todos los contextos el énfasis en la salud emocional de nna, la necesidad de protección y satisfacción de sus necesidades básicas y la preocupación en relación con la inseguridad de las ciudades. Además, persiste una tendencia hacia la naturalización del cuidado en dos sentidos: como desconocimiento del trabajo implicado y como concentración del mismo en las mujeres. Todo esto sumado a que sigue siendo una actividad familiarizada, dada la debilidad del Estado. Finalmente, tenemos un corto capítulo llamado “Reflexiones sobre la organización social del cuidado y algunas recomendaciones de política pública”, acompañado de las conclusiones del libro.
Género
Estado: leyes y seguridad social: políticas y programas Grupos familiares y redes parentales
Organización social del cuidado de niños, niñas y adolescentes
Mercado ong y comunidad
Posición socioeconómica
Figura 1. Grupos familiares y su articulación con la organización social del cuidado por género y clase.
Fuente: elaboración propia.
22 | Yolanda Puyana Villamizar
Referencias
Arango, L. y Molinier, P. (2011). El cuidado como ética y como trabajo. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Arriagada, I. (2010). La crisis de cuidado en Chile. Revista de Ciencias Sociales, (27), 58-67. Carrasco, C., Borderías, C. y Torns, T. (2011). El trabajo de cuidados. Historia, teoría y políticas. Madrid: Catarata. Castellanos, G. (2003). Sexo, género y feminismo. En P. Tovar. (Ed.), Familia, género y antropología: desafíos y transformaciones (pp. 30-66). Bogotá: Instituto
Colombiano de Antropología e Historia-icanh. dane. (2013). Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (enut). Bogotá: Departamento
Administrativo Nacional de Estadística. Del Valle, A. (2013). Bienestar, familia y problemas de cuidado en América Latina.
Emancipação, 13(3), 27-45. Esquivel, V., Faur, E. y Jelin, E. (2012). Las lógicas del cuidado infantil. Entre las familias, el Estado y el mercado. Buenos Aires: ides. Hochschild, A. R. (2008). La mercantilización de la vida íntima. Apuntes de la casa y el trabajo. Madrid: Kats Editores. Giraldo, C. (2013). La política social contemporánea en América Latina. Entre el asistencialismo y el mercado. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Martínez, J. (2008). ¿Arañando bienestar? Trabajo remunerado, protección social y familias en América Central. Buenos Aires: clacso. Martín, M. T. (2011). Domesticar el trabajo: una reflexión a partir de los cuidados.
En L. G. Arango y P. Molinier (Eds.), El trabajo y la ética del cuidado (pp. 6785) Bogotá: La Carreta, Universidad Nacional de Colombia. Martínez, J. y Camacho, R. (2007). Equilibristas o malabaristas… pero ¿con red? La actual infraestructura de cuidados en América Latina. En: M. Carbonero y S.
Levín (Eds.), Entre familia y trabajo. Relaciones, conflictos y políticas de género en Europa y América Latina (pp. 117-146). Rosario: Homo Sapiens Editores. Puyana, Y. (Ed.). (2003). Padres y madres en cinco ciudades colombianas. Cambios y permanencias. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia y Almudena
Editores. Profamilia. (2015). Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2015. Tomo i. Componente demográfico. Bogotá: Profamilia, Ministerio de Salud y Protección
Social. Recuperado de http://profamilia.org.co/wp-content/uploads/2018/12/
ENDS-TOMO-I.pdf
Introducción | 23
Puyana, Y., Micolta, A. y Palacio, M. (2013). Familias colombianas y migración internacional: entre la distancia y la proximidad. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Puyana. Y. y Valencia. M. C. (2013). La organización social del cuidado de niños y niñas menores de 12 años en grupos familiares de seis ciudades colombianas.
Una mirada desde el género y la posición socioeconómica. [Sin publicar.] Razavi, S. (2007). The Political and Social Economy of Care in a Development
Context. Conceptual Issues, Research Questions and Policy Options. Gender and Development Programme, Paper Number 3. Ginebra: United Nations Research Institute for Social Development. Recuperado de http://www. unrisd.org/80256B3C005BCCF9/(httpAuxPages)/2DBE6A93350A7783C12573240036D5A0/$file/Razavi-paper.pdf Rico, M., Nieves y Segovia, O. (Eds.). (2017) ¿Quién cuida a la ciudad? Aportes para las políticas urbanas de la igualdad. Santiago de Chile: cepal. Rodríguez Enríquez, C. M. (2015). Economía feminista y economía del cuidado: aportes conceptuales para el estudio de la desigualdad. Nueva Sociedad, 265, 30-44. Buenos Aires: Fundación Nueva Sociedad. Tronto, J. (Ed.). (1993). Moral Boundaries: A Political Argument for an Ethic of Care (pp. 101-125). Nueva York: Routledge, Chapman y Hall Inc. Tronto, J. (2009). Consent as a Grant of Authority: a Care Ethics Reading of Informed Consent. En H. Lindemann, M. Verkerk y M. Walker (Eds.), Naturalized
Bioethics: toward Responsible Knowing and Practice (pp. 182-198). Cambridge y Nueva York: Cambridge University Press. Tronto, J. (2013). Caring Democracy. Markets, Equalitiy, and Justice. Nueva York:
New York University Press. Tronto, J. (2018). Economía, ética y democracia: tres lenguajes en torno al cuidado.
En L. G. Arango Gaviria, A. Amaya Urquijo, T. Pérez-Bustos y J. Pineda Duque (Eds.), Género y cuidado. Teorías, escenarios y políticas (pp. 9-18). Bogotá:
Universidad Nacional, Universidad Javeriana y Universidad de los Andes.