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LAS POSADAS

La costumbre de celebrar las Posadas navideñas se remonta a los primeros misioneros venidos de España a México-Tenochtitlán, grandes evangelizadores como lo fueron los padres agustinos, franciscanos, dominicos, y posteriormente los jesuitas.

Las Posadas navideñas las inventaron los agustinos. Para poder evangelizar, transformaron las fiestas prehispánicas en fiestas cristianas, como las Posadas navideñas. Uno de los lugares en donde se establecieron estos misioneros fue el pequeño pueblo de San Agustín Acolman, situado a unos kilómetros al noroeste de la Ciudad de México, camino a las pirámides de Teotihuacán. En ese lugar se originó la práctica de las Posadas navideñas a finales del siglo XVI.

Los misioneros que vivían en México-Tenochtitlán aprovecharon la coincidencia de fechas de las festividades indígenas en honor de Huitzilopochtli que se realizaban en el mes llamado Panquetzaliztli y que se realizaban entre el 6 y el 26 de diciembre , introdujeron la celebración del Nacimiento de Cristo, el hijo de Dios, en lugar del dios llamado Huitzilopochtli. Y en lugar de poner banderas o estandartes de Huitzilopochtli, colocaban algunos estandartes de la fe cristiana, que empezaba a tomar conciencia entre ellos.

En lugar de celebrar los días de las fiestas prehispánicas, introdujeron el novenario de José y María; es decir, utilizaron para esto la representación del peregrinar de José y María, de Nazaret a Belén, para cumplir con el deber de empadronarse, ordenado por el emperador romano César Augusto.

La tradición de las posadas navideñas trasciende México. Se encuentra muy arraigada en América Latina, especialmente en países como Honduras, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Panamá. Incluso en algunos lugares de Estados Unidos con alta concentración de latinos, como California o Chicago.

Para celebrar las Posadas navideñas se escogieron los últimos nueve días antes del nacimiento del niño Jesús. Por ello, esta representación o petición de posada, comienza el día 16 de diciembre y finaliza el 24, último día de la novena.

En 1587, fray Diego de Soria, superior del convento de San Agustín de Acolman, obtuvo del Papa Sixto V un permiso que autorizaba la celebración en la Nueva España de una de las Misas llamadas de “aguinaldo”, del 16 al 24 de diciembre, y que se llevaban a cabo en los atrios de las iglesias.

Entre las misas se intercalaban pasajes y escenas de la Navidad; asimismo, para hacer más atractivas y amenas estas celebraciones, se les agregaron luces de bengala, cohetes y villancicos. Con el paso del tiempo se fusionó el sistema catequístico franciscano de la piñata.

De los atrios y patios de las iglesias y conventos, pasaron las posadas navideñas a los barrios y vecindades, en donde se añadió el famoso ponche, bebida típica navideña hecha de frutas.

Con el correr del tiempo, las posadas navideñas se hicieron costumbre de la vida familiar, en donde cobraron un tinte muy particular.

Muy típicas eran las que se organizaban en los barrios con la cooperación de todos los vecinos, que espontáneamente se repartían los gastos para el adorno del patio con festones, luces y farolitos de papel, la hechura de la piñata, la compra de dulces, de la fruta y de la cena. El objetivo era que todos los asistentes celebraran con alegría las Posadas navideñas.

Por ello, el festejo se hace después de rezar el rosario, y cantar la letanía en procesión por las casa, con los peregrinos por delante.

Se pide Posada con antiguos villancicos que se aprecian como un recuerdo de otros tiempos. Las posadas navideñas son esperadas con ilusión, y en ellas es común que haya silbatos, luces de bengala, el baile y el ponche con “piquete”.

Posadas navideñas: una alegre tradición

Las posadas navideñas son un medio para preparar con alegría y oración nuestro corazón para la venida de Jesucristo y para recordar y vivir los momentos que pasaron José y María antes del Nacimiento de Jesús.

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