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La oración de María y De los Santos
Año de la Oración · Mes del Rosario
1 y de 2 partes
Cuando María se aparece por todo el mundo, los lugares donde lo hace tienen unos puntos en común con los lugares bíblicos donde ella estuvo y vivió.
Por eso, cuando hacemos oración, María nos resulta una buena maestra de oración. Ella escuchó la voz del Señor y mantuvo diálogos personales de intimidad y profundidad durante la mayor parte de su vida. Para aprender de María, en primer lugar, recorreremos los lugares de su vida preguntándonos lo que nos revelan de la identidad de María y cuáles son los espacios interiores en los que María nos pide vivir en la actualidad.
Los lugares geográficos y espirituales de María.
En la oración, la palabra de Dios recurre constantemente a estos cuatro niveles para llevarnos a un viaje al interior, del mundo exterior o físico al mundo interior.
El primer nivel atañe a nuestra lectura o escucha «literal», es decir, lo que se nos da a leer o a escuchar sin ningún tipo de interrogación. El segundo nivel nos lleva a escuchar bajo la forma de la alusión, la sugerencia o la evocación. El tercer nivel es el nivel de la interpretación o de la aclaración. El cuarto nivel es el nivel de la revelación del misterio.
Los lugares físicos donde vivió y se estableció María no son en absoluto anodinos. Existe un nexo entre la identidad de María y los lugares donde vivió. Si los evangelistas subrayaron estos distintos lugares es porque querían decirnos algo en particular. Por este motivo, nuestro artículo comienza observando las regiones y las ciudades donde vivió María. Este enfoque va a permitirnos acercarnos a ella. Poco a poco nos revelará los distintos significados espirituales de estos lugares y nos introducirá en una relación más cercana y viva con ella.
Por eso, los lugares bíblicos donde descubrimos a María son el primer objeto de nuestro estudio orante. Nos ha parecido importante hacer hablar a los lugares donde ella estuvo, donde se quedó y de los que se fue. Si nos encontramos con alguien por primera vez, le preguntaremos por su ciudad y su casa: «¿Dónde vives? ¿Dónde resides?» El lugar donde vive, así como su nombre forman parte de la identidad de la persona.
El primero es Belén. Belén es importante en la geografía bíblica, es el lugar de origen de David, un pequeño pastor cuyo nombre significa «bien amado». También allí el sucesor del rey David, el Mesías, debía nacer como lo anunció el profeta Miqueas: «Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel» (Miq 5,1).
Esta pequeñísima ciudad, calificada también como Efratá, que quiere decir la fecunda, es el lugar donde María dio a luz a Jesús. Vivir con María en Belén es vivir en el conocimiento y la confianza del Padre, en su reconocimiento pleno y total y no bajo el reconocimiento de los hombres que son los que la van a perseguir y expulsar de Belén.
Galilea. Situada al norte de Israel, montañosa y verde, está bañada por el Jordán y bordeada por el lago de Tiberiades. En la época de María encontramos a pescadores, pastores, viñadores y otros cultivadores de olivos, fruta y cereales. Es una región más tranquila que Jerusalén, sometida como Judea y Samaria a la dominación de Roma. La Galilea es a menudo despreciada por los habitantes de Jerusalén.
Vivir en Galilea quiere decir vivir en un lugar de paso, de mestizaje y de diversidad donde nada es monolítico. Es un lugar donde la diferencia es vivida simplemente en la aceptación y la acogida. Es la región de los inicios, de los comienzos, donde todo está por recibirse y por construirse, lejos de la opinión de los poderosos de Jerusalén.
En la región de Galilea aparecen tres pequeñas ciudades en los relatos evangélicos: Cafarnaúm, Caná y Nazaret.
En Nazaret de Galilea. Nazaret es el lugar de la juventud de Jesús, con María y José. En el momento de la Anunciación, María y José vivían en Nazaret, pero no se sabe si era su lugar de origen (Lc 1,26; Lc 2,4 y Lc 2,39). A su regreso, después de la huida a Egipto, José regresa a Nazaret con su familia (Mt 2,23). Jesús crece y pasa una gran parte de su vida allí (Mt 4,13; Mc 1,9; Lc 2,51; Lc 4,16). Ahora bien, la ciudad solo es mencionada nueve veces en toda la Biblia. Un pueblo que no se menciona en absoluto en todo el Antiguo Testamento. Nazaret no aparece en las profecías ni en los libros históricos y los salmos. Un lugar desconocido, donde no pasa nada: ninguna huella. (A menudo, las apariciones de María tienen lugar en pueblos perdidos en la montaña o en los campos: Fátima, la Salette, Tepeyac, Champion, Igrista, etc.). Nazaret es un pueblo desconocido, escondido e incluso insignificante.